Todas mis razones para estar junto a ti

Capítulo 18

Son


“Me levanto de la cama, tengo que llevar cuidado para no pisar ningún juguete. Voy a buscar a mi mamá porque tiene que haber llegado ya. Entro a la cocina y están mis abuelos dando vueltas con cara de preocupados.

—Abuelo ¿y mama?

—Tu madre no está ahora.

—Pues yo quiero ir con ella —me enfado con él.

—No creo que vuelva —añade mientras desplaza la silla para sentarse.

—¿Por qué? —tengo ganas de llorar.

—Porque se ha ido —todo se me viene encima. Me quedo paralizado recordando esa frase una y otra vez”.

Me levanto de un sobresalto dando vueltas de nuevo ya despierto a esa frase que en su momento me dijo mi abuelo.

Después de eso me cuesta coger el sueño.


Al final el sol sale y ya puedo empezar el día. Hoy el día será más tranquilo, ayer después de encontrarme a esa extraña chica me fui a mi nuevo trabajo a por el uniforme.

El lugar es más grande y bonito de lo que me imaginaba. Y la jefa es mucho más tranquila. Después de eso me fui a comprar algo de comida y de ropa aunque voy a utilizar la cafetería de la universidad y el restaurante para cenar.

Me pongo una camiseta que me compre ayer y unos vaqueros a juego. Me miro al espejo y compruebo que todo está bien. Me recoloco las gafas y ya me voy a la universidad a empezar un nuevo dia.

Bajo las escaleras lentamente. Está todo en silencio y la madera de estos escalones cruje demasiado. Entro a la cocina para tomarme algo rápido, a las malas chupo una pila y así me da energía. De un momento a otro inesperadamente entra esa misma chica que ayer me estaba siguiendo y llegue a discutir con ella.

Su cara no dice lo contrario. Más bien ha puesto cara de decir que hace este ser rancio comiéndose mis galletitas de dinosaurios que deje la cosa hecha para desayunar hoy. Pasa olímpicamente y se dirige a la cafetera.

—Se dice buenos días cuando te encuentras a alguien por la mañana —la miro esperando una respuesta.

No dice ninguna palabra y se sienta en la mesa.

—No sé si podré con tanta alegría por la mañana. La alegría, me desborda.

—Dime que sigo durmiendo y que tu eres fruto de mi imaginación —se pellizca—. No, estoy despierta. ¿Pero tú qué haces aquí?

—Soy el butanero pero como me ha pillado con hambre he entrado a desayunar. Y como soy así trabajo en pijama.

—Joder menos mal pensaba que ibas a vivir aqui.

Pongo los ojos en blanco.

—No por dios no soy digno de compartir techo contigo y pisar por donde pisas.

Esta chica tan antipática muestra una pequeña sonrisa.

Ostia tu sonriendo. Voy a apuntarlo en mi diario.

—Me llamo “Amber” —me quedo atónita. No sé si he escuchado bien.

—¿Te llamas, como?

—Amanda, me llamo Amanda.

Ya me había asustado que su clon se llamara igual.

—Yo me llamo Son.

Parece que le echo gracia y se ha relajado un poco.

—Bueno yo me marcho a la universidad que voy a perder el autobús.

—¿Vas en autobús? —pregunta extrañada.

—Si,la alfombra voladora la tengo en la tintorería

—Espera que te llevo yo —se ofrece y yo me quedo con la boca abierta.

—Tienes que tener cuarenta grados de fiebre. Estas siendo maja.

—Soy maja.

—No me consta.

—¿Quieres que te lleve o me voy sola?

—Ya que te has ofrecido acepto la oferta.

Termina el café y salimos a fuera al parking. Hay tan solo un par de coches aparcados en la puerta. Un chevrolet camaleón completamente nuevo y un coche rojo de dos plazas.

Me dirijo a este último y tiro del manillar para abrir la puerta. De repente las luces naranjas se encienden del Chevrolet.

—¿Vamos? ¿o vas a seguir haciendo el ridículo?

Me quedo de nuevo con la boca abierta y me subo. ¿Pero cómo se puede permitir una universitaria de primer año un coche así?


Va bastante rápido, voy cogido de la puerta porque voy pasando bastante miedo. Temo por mi vida. Cuando quiero darme cuenta ya hemos llegado a la universidad.

Al fin respiro tranquilamente. Tengo un pequeño rato hasta que empiecen las clases. Voy a aprovechar para ir a la cafetería.

—Bueno luego nos vemos en clase.

—Se dice gracias por haberme traído cuando te llevan en coche.

—Sí, pero no sabía si iba en un coche normal o en el de regreso al pasado. Que va es broma. Gracias.

—Un segundo —dice echando la mano al bolsillo y sacando el móvil—. Ahora sí, estoy grabando. Vuelve a repetirlo.

—Gracias.

—Ostras esto me lo pongo de notificación.

Le omito ese comentario y me voy a la cafetería.

—Espera que te acompaño.

—Si no hay más remedio.

Me sigue como si fuese mi propia sombra.

Quiero ver la cafetería para ver lo que tienen.

Cuando llego mis ojos se sorprenden cuando se encuentran con los de Tatiana. Voy directo a ella.

—¿Pero que haces aquí?

—¿No me digas que vas a estudiar aquí?

—Sí claro.

—Pues yo voy a trabajar aquí para estar más cerca de mi hijo —me dice con una sonrisa en el rostro.

No sabía que tenía un hijo, era un dato que desconocía. Nunca había oído hablar de él.

Amanda está en medio mirándonos a ambos con cara de no saber muy bien que decir o donde meterse.

—Era la cocinera de mi antiguo instituto —decido actuar ante el momento incómodo que hemos creado.

—Encantada soy Amanda —saluda mientras se recoloca su mechón rojo.

—Tatiana. Por cierto ¿y Amber? —vaya no he tenido en cuenta que es parte del pasado.

—Está en el pueblo —miento, no se muy bien que responder.

—Dale recuerdos de mi parte. Yo me tengo que meter a dentro a preparar la comida —responde mientras me guiña el ojo.

—No sabía que tenías novia —añade Amanda cuando perdemos de vista a Tatiana.

—Yo no he dicho que lo sea.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.