Todas mis razones para estar junto a ti

Capítulo 19

Amber


Hoy hace un mes desde que discutimos y se marcho sin decir ninguna palabra. Desde entonces no hemos hablado aunque he tenido un par de tentativas de llamarlo. No logro entender esta situación.

Ojalá poder estar frente a él y decirle todo lo que pienso y todo lo que siento. Tal vez toda esta situación cambiaría, pero me temo que esto no es así y tengo que aguantar.

Todo este estado es como un gran imán que provoca que me mantenga inmobil y sin poder decir nada.

He contado las semanas, los días e incluso las horas desde que se marcho. Cada minuto ha sido como un puñal que se ha ido clavando en mi.


Decido no seguir martirizandome. Y me pongo a ver las noticias. Al menos mantendre la cabeza ocupada.

“Una fuerte borrasca se acerca por el oeste de California y azotara el estado durante al menos cuarenta y ocho horas. No salgan de casa. También se recomienda tener todo lo necesario para pasar la borrasca”.

Genial y yo sola en casa. Eli se ha marchado unos días para estar con su familia. Me levanto y voy a ver todas las provisiones que tengo. Con esto solo voy a aguantar hasta mañana. Necesito ir a comprar algo rápidamente.

Me dirijo a la habitación y me pongo lo primero que pillo. No es momento de conjuntar. Bajo a la calle, se está empezando a levantar un poco de aire. En estos momentos son los que me gustaría tener un carnet y un coche para conducir y no tener que ir andando.

Voy a ir al supermercado para comprar comida para pasar cuatro días por lo menos. Mientras he ido para allí ya me ha hablado mi madre preocupada por saber como estoy. Sé que va a ser un continuo disparadero las próximas horas y no puedo hacer otra cosa.

Cuando estoy pagando me llega un mensaje de Eli.

Un conocido suyo se ha quedado en la calle porque se ha dejado las llaves dentro de casa y no hay ningún cerrajero disponible. Así que se tiene que venir a nuestro apartamento. En resumen conmigo.

La verdad es que no me hace mucha gracia que un desconocido o desconocida esté a solas conmigo. Aunque si lo manda Eli no será mala persona.

No sé si recular y comprar algo más de comida pero ya voy hasta arriba. Al final decido ir a casa y que no me pille todo esto.

Porque en este país siempre avisan a última hora de todo, parece que les encante que vayamos corriendo a todos los lados como si fuese el fin del mundo. También ha sido mi culpa por no estar atenta más a las noticias o al tiempo.

Hace demasiado viento, menos mal que llevo mucho peso y la fuerza no puede conmigo. Llego hasta casa y coloco todo mientras suelto un leve soplido de relajación. Preparo una gran cafetera hasta arriba de café.

Al menos cuando llegue la visita tendrá algo caliente que tomar. El eco del timbre retumba por toda la casa. Me levanto y me pongo recta como un palo. Menos mal que estoy cerca de la puerta porque no me quiero hacer de rogar.

Abro la puerta y no me llego a creer quién está al otro lado. Sus ojos han cambiado de alegres a total incredulidad.

—Venga ya. ¿Que haces tú aquí?

Es el camarero del bar, el cretino que nos echó y después me atropelló.

—Vivo aquí… —respondo con total superioridad.

Podría cerrarle la puerta en mis narices y cobrar mi venganza.

—¿Tu siendo compañera de Eli? Si eres todo lo contrario a ella.

De nuevo saca su bordería a relucir y confirma lo que estaba deseando que hubiese sido un error. Este tipo de aquí es el famoso amigo de Eli.

—Pasa antes de que me arrepienta.

Lo voy hacer, se que voy a estar deseando que se vaya.

—¿Me dejarías en la calle con todo lo que viene? —pregunta sobradamente y un poco chulesco mientras se sienta en el sofá y pone ambos brazos en el reposacabezas.

—Hay que ser tonto para dejarse olvidadas las llaves dentro de la casa.

—Hay personas que tenemos responsabilidades y tenemos que ir a trabajar no como otras.

Esto se me va hacer más largo que un día sin pan.

—Bueno en la cocina tienes café, yo me voy a la habitación.

—No me tienes que dar explicaciones.

—Te lo digo para que no te quedes hablando solo.

Le dejo solo con la respuesta, no tengo muchas ganas de escucharlo.

Me meto en mi habitación y cierro la ventana de fuera para estar un poco a salvo. El cielo está completamente nublado y hace demasiado viento ya. Los árboles no cesan de moverse.

Me voy a poner el pijama, no voy a salir seguramente hasta mañana o quizás pasado. Mientras lo hago puedo llegar a escuchar como objetos chocan entre sí por la violencia del viento.

Termino de ponerme mi mejor pijama, el que tengo más nuevo y me tumbo sobre la cama para repasar todo lo que he dado estos primeros días.

No ha sido mucho pero debo de aprovechar yo que no tengo ninguna gana de entablar conversación con el personaje que está en el salón.


Llevo ya dos horas delante de los libros, estoy empezando a confundir palabras y conceptos. De repente mi olfato me avisa de un olor a comida. Viene de esta casa y concretamente de la cocina.

Salgo discretamente sin llamar mucho la atención. El chico cuyo nombre sigo sin saber está haciendo algo, está sin camiseta, lo que provoca que se le marque el sudor por el calor de los fogones. La verdad es que no me lo imaginaba sin ella, está bastante fuerte seguro que es de los que va al gimnasio.

Lo que tendria todo el sentido del mundo por lo idiota que llega a ser.

—Puedes mirar solo estoy sin camiseta.

Nunca antes una persona me había dado la razón en tan poco tiempo. Es un capullo integral.

—No estaba mirando —le miento pero no me nace darle la razón.

—Lo que tú digas si quieres vivir en tu mundo.

—¿Cómo puedes llegar a ser tan irritante?

—Todo es por personas como tu.

—Déjame que lo dude.

Levanta la tapa de lo que está preparando y huele muy bien.




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