Amber
Ayer se terminó de ir la borrasca y el aire fuerte que provocaba que nadie pudiese estar en la calle.
Al final la convivencia con Tommy no fue tan mala. Pese a meternos el uno con el otro el tiempo pasó rápido. Al final no nos ocurrió nada.
Eli está llegando de su viaje y él se ha marchado ya a su casa. Mi madre se ha quedado tranquila y yo me dirijo a la playa para colaborar en limpiarla.
Voy en autobús, en estos cuatro días no he pensado en Son. No se si estará bien con todo esto. Me preocupa bastante porque todo este mal tiempo va directo a Phoenix.
Llego a la playa, está lleno de gente. Saco de mi mochila una bolsa y guantes y comienzo a recoger toda la basura.
Parece o da la sensación que es la madre naturaleza lo que ha expulsado de su mar toda la mierda que tenía sobre él. En menos de cinco minutos lleno la bolsa de plásticos y restos.
Es increíble que en pocas horas se han estropeado todo esto. No me puedo creer lo que ven mis ojos. Tommy ese chico maleducado y casi insoportable también está limpiando la playa. Lleva algo en la mano, es una gran bolsa enrollada entre sí.
De su interior saca algo. Es una tortuga pequeña, yo me voy acercando inconscientemente hasta que llego a su posición y observo como la devuelve de nuevo al agua.
—¡Corre!, ya eres libre —le habla al animal y este tan solo corre al interior.
No me imaginaba esta parte de este chico. Se da la vuelta y se me queda mirando, creo que no se había dado cuenta de mi presencia.
—¿Que haces tú aquí? —pregunta mientras recoge la bolsa donde estaba metiendo todos los residuos.
—Estoy haciendo lo mismo que tu —le contesto.
—No hace falta que venga gente de fuera a limpiar esto.
¿Pero que le pasa a este tio? En algunos momentos es simpático y en otros se comporta como si no conociera a nadie y fuese el ser más rancio del planeta tierra.
No hay quien lo entienda.
—¿Sabes que te digo? —decido desafiarlo.
—¿Qué? —me mira con los ojos inyectados en sangre.
—Que paso de tu cara y de tu estupido carácter.
Lo dejo plantado en medio de la playa, no tengo ganas ni de seguir limpiando.
Vuelvo a mi apartamento pensando en el cretino con el que he tenido que convivir durante dos días. Llego mientras voy jugando con las llaves para olvidarme un poco de todo. Alzo la vista y mis ojos se quedan fijos en él.
—Hola Amber —me dice Son que permanece inmobil y manteniendo las distancias.
Lleva un pantalón vaquero nuevo, no lo he visto nunca. También lleva el pelo perfectamente peinado y lleva puesto el perfume que tanto me gusta.
—¿Que haces tú aquí?¿y como sabes donde vivo?
Le miro y sigo sin dar crédito.
Igual todo esto es un simple sueño y quizás me despierte ahora. Pero me pellizco y no es así.
—Tu madre me ha dado la dirección. ¿Podemos ir a tomar algo? —me pregunta midiendo en exceso las palabras.
—Sí claro.
Mi cabeza es ahora mismo una montaña de emociones. No dejo de darme vueltas todo lo acontecido estas últimas semanas y lo que ocurrió ese día en el que se fue por la puerta y me dejo con la palabra en la boca.
Me acompaña hasta una cafetería que hay a la vuelta de la esquina.
—Tú dirás —quiero que empiece él.
Aunque lo que realmente me gustaría decirle es lo mucho que le he echado de menos prefiero que sea él quien hable primero.
—Te he echado de menos. No debí enfadarme —baja la mirada y comienza a jugar con una servilleta.
—Pues no. Pero has estado un mes sin hablarme —parece que fue ayer.
—Lo sé. Me he equivocado. Pero entiende que tenía mi razón.
—Y lo entiendo que te enfadases pero no es razón. No está justificado.
Son comienza a quitarse un padrastro de la uña.
—Yo te pido perdón por mi reacción. Pero son muchos kilómetros de distancia. No me podia imaginar que estuvieses tan lejos de mi —le reconozco.
—He pedido el traslado de expediente pero no sé lo que van a tardar en aceptarlo.
—Eso es lo de menos ahora. La pregunta es…
¿QUe vamos hacer con lo nuestro?
Ahora mismo no sabría responder a esa pregunta si es él quien me la hace.
—A eso venía yo.
—Pues tú dirías —me gustaría estar ahora mismo en su mente y saber lo que está pensando.