Amber
Spm acaba de volver a Phoenix, ha sido una despedida triste, nos ha costado más de lo que pensábamos.
No se cuando volvere a verlo, espero que sea pronto. En una semana en su cumpleaños y quizás pueda escaparme unos días para celebrarlo con él. No lo sé todavía, tengo que pedir permiso a mis padres porque son los que me tienen que mandar dinero.
De momento voy de regreso a mi apartamento. Eli acaba de volver de su viaje y aunque parezca increíble tengo ganas de verla. Sobre todo para ponerla al día de mi relación con Son.
Saco las llaves para abrir el portal. Voy a subir por las escaleras y así aprovecho para hacer un poco de ejercicio. Con todo el lío de mi nueva vida aquí, todo el papeleo que he tenido que hacer, lo de Son y demas apenas he tenido tiempo para ponerme enserio he estado dandole vueltas y tal vez sea buena idea apuntarse a un club deportivo con gimnasio para incentivar a ir. Pero no lo sé todavía.
Antes tengo otros asuntos que resolver. Llego al fin a mi rellano, saco las llaves del bolsillo del vaquero. Abro la puerta y nada más ver a Eli me muero de frío. Está de pie en el salón en ropa interior. Tan solo lleva unas bragas y un sujetador.
De su habitación sale un chico en calzoncillos. No doy crédito. El lleva el torso totalmente al descubierto y tiene un cuerpo bastante atlético. También está fuerte, se me cae la baba aunque intentó ocultarlo. Eli se da la vuelta y se encuentra conmigo.
—Hay mi amol, ¿sabes lo que ha pasado? —dice señalando el bloquete de la pared.
—Pues… —mierda, se me había olvidado.
Levanta las cejas esperando una respuesta.
—Con el aire que hacía se abrió la ventana.
Por cierto, detrás del armario hay un cuarto un poco raro. Tu amigo rompió el pestillo que la cerraba.
—No te preocupes, ya tengo el carpintero que he llamado para que me haga un par de chapuzas —añade mientras me da un codazo—. Entre tu y yo es más bueno en la cama que arreglando cosas.
No me quiero imaginar lo que habrá hecho está con él.
—Bueno y cuéntame qué tal. Vente que me voy a “vestil”.
Sale del salón y se dirige a su habitación dejando al chico moviendo el armario para cerrar la puerta como estaba antes. Me siento en la cama mientras observo a Eli vestirse con ropa de calle.
—Pues yo he vuelto con mi novio —suelto en medio de la nada fruto de la tensión que he vivido estos días.
—No me digas. Con lo bien que se está sola tirandote a unos y otros.
Eli y su filosofía de vida de estar soltera forever.
—Vamos a intentarlo de nuevo.
—Mientras tu seas “felis”.
Yo me quedo pensando ¿realmente lo soy?
—¿Y tú qué tal? —decido cambiar de tema.
—Hay chica pues muy bien, le he dado a mi cuerpo alegría macarena, ahora a disfrutar acá. Me toca volver al trabajo pero ya he desfogado.
—Me alegro —añado sin saber muy bien donde meterme. Esta chica me saca los colores.
—Ya está arreglado —grita el chico desde la otra punta del salón.
Los dos salimos fuera, la puerta ya tiene la cerradura puesta y está de nuevo cerrada y el boquete está oculto y recién pintado. Tardo hasta unos segundos para descubrir donde estaba el agujero.
—Tu si que sabes tapar agujerpos —responde Eli pasandole la mano por el torso. El movil comienza a bribrarme. Es Son y…
¡Me esta haciendo videollamada!
Me siento en la mesa y me pongo comoda. Deslizo el dedo por la pantalla para coger la llamada.
—Hola —responde con bastante cara de cansancio.
¿Por donde vas?
Se que acaba de salir y que todavía no habra salido ni del estado.
—Pues estoy a la altura de Fresno. Me quedan unas diez horas. Ya te echo de menos.
Se nota su voz que se sujeta por un hilo.
—Y yo. El tiempo este fin de semana se ha pasado demasiado rápido y no me hago la idea de que se haya ido.
También ha sido todo tan rápido que parece mentira que hace cuatro días no hablase con él.
Después de eso lo acompaño durante una hora de viaje. Menos mal que va solo y lleva auriculares. Nos despedimos cuando él empieza a quedarse sin batería. Dejo el móvil encima de la mesa, está ardiendo.
Tengo la boca seca. Necesito beber un vaso de agua.
Elí está en la cocina tomándose un vaso de café. Me voy a sentar con ella.
—Tu novio es bastante bravucón eh.
—¿Bravucón?
—Que no está mal. He pasado un par de veces para verlo —dice levantando las cejas repetidas veces.
Esta tía está fatal pero me hace reir. Después de eso Eli se marcha a su trabajo y yo me pongo un poco al dia con mis asignaturas de la universidad.