Amber
Sé que estoy completamente loca por volver al lugar del crimen. No sé qué pretendo conseguir con esto. Seguramente darme de cruces y tener que volver.
Lo único que voy a conseguir es perder el combustible del coche y mi tiempo. Y quizás la poca paciencia que me queda. Pero merece la pena por ese chico con el pelo rubio. Por él sé que daría la vuelta al mundo. Si Mery estuviera aquí seguramente me hubiese soltado dos guantazos y luego me hubiese preguntado que estaba haciendo exactamente con mi vida.
Si bajo la música incluso puedo llegar a escuchar cómo me echa la bronca.
También puedo escuchar la voz de Lea diciéndome.
—“Tiratelo… tiratelo”
Son mis amigas y no las cambiaría por nada en el mundo.
Tan solo me quedan unos minutos para llegar. Lo más complicado ya lo he hecho.
El cielo está completamente nublado y va a la par con mi estado de ánimo. Solo espero que no me arrepienta de esta decisión.
Cuando llego la suerte decide ser esquiva y no me deja ni un sitio libre a quinientos metros de la casa de Son.
Cuando consigo aparcar casi me tengo que ver en la necesidad de coger un taxi. Cuando llego al apartamento de Son no hay nadie en la casa. Seguramente Tatiana estará en la universidad y Son en el bar.
La vecina de enfrente que desconocía de su existencia sale con una bolsa de basura en la mano.
—¿Estás buscando a esos chicos? —pregunta la mujer a la que no he llegado a establecer campo de visión.
—Si, necesito saber donde están.
No quería llegar a esto pero cualquier ayuda es poca.
—Se que está mal pero estaba escuchando por la puerta. Dijeron que iban al hospital. Tenían bastante prisa.
—De acuerdo muchas gracias —le lanzo un cumplido mientras le devuelvo una sonrisa.
Salgo de ese edificio y regreso al coche. Me están empezando a doler los pies.
¿A que hospital tengo que ir? Hay unos cuantos por la zona.
¿Y si llamo a Son? Dudo mucho que coja la llamada. Pero todas mis esperanzas cambian cuando me encuentro a Tatiana acercarse. Ella no me ve porque va con la mirada apuntando al suelo.
—¿Tatiana dónde está Son? —le pregunto mientras observó su estado.
Lleva los ojos hinchados como si hubiese estado un buen rato llorando. Desde luego esta mujer no está bien.
—Está en el hospital. Es mejor que no estes aqui.
Estas palabras resuenan en mi cabeza y es como una espada adentrándose en mi piel.
—¿Cómo que no? tengo derecho a saber lo que está pasando —le exijo mientras me cruzó de brazos.
—Acompáñame y te lo explico por el camino.
Pasamos por su casa a coger un par de cosas y mientras lo hace se me va parando el corazón. No puede ser verdad lo que están escuchando mis oídos.
Me quedo perpleja y todo mi mundo se me viene abajo. No me puede faltar Son. No se puede apagar mi luz, mi razón de ser. Me niego a creer que eso sea así.
—Es así Amber. Necesitamos encontrar un donante cuanto antes o no podrá hacer nada para sobrevivir. Por esa razón decidió cortar contigo. No quería que sufrieras.
—¿Y ocultando la realidad era mejor?
—No, claro que no. Pero era rápido. No le queda mucho tiempo.
Joder. Sus palabras no suenan nada adelantadoras.
—¿Y no hay ningún familiar más?
—Somos una familia pequeña.
—Pues que bien —digo por decir algo.
Me resigno a mirar por la ventana el paisaje mientras la cabeza me va a mil. No puede ser cierto todo lo que está pasando. Se tiene que tratar de una cámara oculta.
Algunas lágrimas comienzan a caerme por la mejilla y me las limpio con la manga de la sudadera.
Tatiana me mira y no parece estar mucho mejor.
—Eh tranquila. Son saldra de esta, ya lo veras.
Sus ánimos no me consuela mucho. Solo espero que sus ánimos no se queden en un simple vacío.
Me paso ambas manos por el rostro para ver si consigo despejarme o al ver algo de luz al final de este amargo camino.
Llegamos al hospital. Ambas no perdemos ni un segundo. Sigo a Tatiana por los interminables pasillos hasta que llegamos a una habitación.
—Es aquí —explica mientras coge un poco de aire antes de entrar.
Son se encuentra en la cama y está profundamente dormido.
—Son estoy aqui —alcanzo la cama donde se encuentra y me sale un hilo de voz.
La he perdido completamente. Toda mi ilusión está en esta cama.
El doctor al que no había llegado a ver comienza a hablar.
—Hemos tenido que anestesiarlo completamente. Su estado ha empeorado en la última hora. No creemos que le queden más de tres días.
Me siento en el suelo y rompo a llorar. No puede ser verdad. Me tiembla la voz, tengo la boca seca y no puedo articular palabra.
Le cogo la mano y le toco su cálida piel. Tal vez sea la última vez que lo pueda hacer.
No me quiero separar ni un segundo de él. Todo lo que esté a su lado será el momento más bonito de mi vida. Si pudiese hacer algo para salvarlo. Pero mientras lo pienso se me eriza la piel y se me ocurre una de las ideas más locas de mi efímera vida.