Amber
Me ofrezco voluntaria para hacerme las pruebas. Si soy compatible yo se lo dono.
Me tiembla la voz. Al mismo tiempo que lo digo observo como se mueve levemente el dedo corazón suyo. Es como si intentara decirme algo.
—De acuerdo. No tenemos tiempo que perder —el doctor hace un gesto diciendo claramente que lo siga.
El miedo invade cada centímetro de mi atlético cuerpo. No soy capaz de articular palabra alguna.
¿Estaré haciendo lo correcto?
Por Son haría cualquier cosa pero está claro que es una auténtica locura. Pero es una bonita. Poner tu vida en peligro por salvar a la persona que amas no tiene precio. Cuando llegamos a la consulta el doctor se sienta y yo hago lo propio desplazando ligeramente la silla para que no llegue hacer excesivo ruido.
—Las pruebas son muy sencillas. Lo primero que haremos es una analítica de sangre. La prueba física con el poco tiempo que tenemos no es necesario que la hagamos.
—No sabía que hacían pruebas físicas.
—En este hospital si, necesitamos comprobar que el donante fisicamente esta bien. Entiendeme una persona que no camine mucho sus órganos no funcionan igual que por ejemplo usted que es joven y está claro que se cuida. Somos uno de los primeros hospitales que lo hacemos.
Su teoría me convence pero no mucho. Me parece un tanto extraña. Pero en estos momentos no voy a entrar a debatir que está bien y que no.
No se si es fruto de la tensión pero juraría que me acaba de lanzar una indirecta aunque no creo que esté ligando conmigo. Ahora mismo tengo una clara distorsión de la realidad porque este hombre tiene que estar pasando los cuarenta años por lo menos. Mientras lo pienso la enfermera me saca la sangre.
En la mano que queda libre cruzo los dedos para que así sea. Toda mi vida he temido por las agujas pese a tener un tatuaje de San Francisco.
Siempre ha sido uno de mis puntos débiles pero es por el dolor que sentía al introducir la aguja.
Pero prefiero esto al dolor de perderlo. Perder mi mitad. Perder a la persona que comparto el tatuaje. Se que todo va a salir bien y a parte de todo esto. Son tendrá una pequeña parte de mi dentro de él.
Ya ha pasado una hora desde que me hice la analitica. No me he separado de Son ni un segundo.
Tatiana insiste en que “estoy loca”. Últimamente me pregunto yo misma si lo estoy, pero a medida que ha ido pasando la hora ha cambiado su opinión a “muchas gracias” y “es muy valiente lo que estás haciendo”.
Solo me he separado de él para ir a la máquina a por un café y llamar para darles la noticia. Obviamente no les ha sentado nada bien y están de camino para aquí.
Llegarán mañana. Tienen un día entero de camino. Pero así tendré tiempo de pensar en algo para convencerlos de que necesito esta operación para salvarlo. Aunque no tendría que hacerlo se que lo voy a tener que hacer.
Cuando he llamado solo he escuchado a mi madre decir “madre mía” doscientas veces y a mi padre balbuceando como si fuese un cromañón de la prehistoria. Pero lo mejor es que no piense en nada de eso ahora.
—¿Amber? —sale el doctor por fin.
Me levante tímidamente y entro a la consulta. Si me tomase ahora mismo las pulsaciones se que las tendría a ciento cincuenta por lo menos.
—Enrohabuena Amber eres compatible. ¿Estas de acuerdo en la donación?
—No he estado más seguro en mi vida —digo sin dudar un segundo.
—Está bien pues vamos a poner todo en marcha. No hay tiempo que perder.
—Con esto Son saldrá adelante ¿verdad?
—Bueno es pronto para saberlo. Pero en teoría si —dice soltando una sonrisa perfecta que hace que me relaje un poco más.
No se que tiene este hombre que transmite mucha confianza. Aun así me quedo dando vueltas a su respuesta y no dudo en lanzarle una respuesta.
—¿Como en teoría? ¿Hay alguna posibilidad de que salga mal?
—Ser compatible no significa éxito. Ser compatible significa que tenga más porcentaje de exito tan solo eso. Pero tranquila todo saldrá bien —dice con un tono que se confirma en sus palabras y a la vez me toca el hombro. Mi pequeño ataque de pánico se me pasa.
—Es mejor que vayas a la habitación e intentes desconectar en la medida de lo posible.
—Está bien —y sin mencionar ninguna palabra más me levanto de la silla y empiezo a recorrer esos largos y azules pasillos. Llego a la habitación y me encuentro con Tatiana sin quitarle la mirada a Son.
—¿Que te han dicho? —se levanta y puedo llegar a notar cómo su mundo se debate entre el cielo y el infierno y todo por lo que pueda responder.
—¡Soy compatible! —digo gritando y casi tirándome sobre Tatiana. Somos dos mujeres unidas por un mismo hombre.
—Es la mejor noticia que me han dado en la vida.
—No sabía cómo decirlo. Tento tantas emociones dentro que siento que puedo explotar en cualquier momento.
—Lo sé y estaré eternamente agradecida como los marcianos verdes de Toy Story.
—Gracias.
De nuevo le doy un abrazo y observo a Son. Sin quitarle la vista le reconozco a Tatiana una frase que ha dicho hace un par de horas.
—Llevabas razón con lo de que todo iba a salir bien.
No quiero cantar victoria todavía. Aun todo se puede dar la vuelta pero pinta mucho mejor que hace unas horas.
—Lo sé pero recuerda que es gracias a ti ¿has avisado a tu familia?
—Si, mis padres están de camino. Llegarán mañana por la tarde.
—Tendré que hacer hueco en la casa.
—No te preocupes. Conociéndolos seguro que se han cogido un hotel.
Mis padres nunca han querido molestar a nadie. Incluso cuando vamos a visitar familias de otros estados siempre han preferido dormir en un hotel pese a tener hueco en la casa.
Son así de raros.
—Pero si mi casa está ahora vacía.
—No Tatiana, tranquila. Son cabezones por ellos solos y nadie ha sido capaz de hacerlos cambiar de opinión. De hecho creo que están juntos porque están hechos el uno para el otro.