Todas mis razones para luchar por ti

Capítulo 7

Amber

Todo está borroso. Intento ver la luz que incide sobre mi pero no lo consigo ver con nitidez. A mi alrededor pequeñas voces murmuran pero tampoco soy capaz de escuchar claro.

Esta sensación dura unos segundos hasta que todo se centra en la bolsa de suero que hay justo a mi lado. Cuando giró levemente la cabeza me encuentro con mis padres. Ambos permanecen de pie, como si acabaran de llegar.

Tatiana se encuentra a su lado hablando de cosas triviales. Mi madre es la primera en darse cuenta.

—¡¡¡Amber!!! —dice gritando y haciendo eco en todas las habitaciones de alrededor. Enseguida se abalanza sobre mí y el mínimo contacto hace que lance un grito vacío—. Es verdad. ¡Lo siento! —añade y se separa un poco de mí.

—¿Y Son? —preguntó enseguida.

—Tranquila, esta es la habitación de al lado. Todo ha salido bien —Tatiana me tranquiliza enseguida.

—¿Cómo estás hija? —pregunta mi padre que está a la altura de mis pies.

—Me duele el costado pero bien —confieso mientras intento mirarme la cicatriz de la operación pero un apósito lo tapa.

—¿Está despierto? Quiero ir a verlo.

—No, sigue descansando. Nos ha dicho el doctor que si te despertabas no te movieses hasta que llegue él —dice mi madre adelantándose a mis ideas.

—¿Y como voy a ir a mear?

—Nos han dado un orinal. No te preocupes por eso.

—Habéis pensado en todo —digo poniendo los ojos en blanco.

—Muchas gracias de nuevo Amber.

Por vigésima vez en veinticuatro horas Tatiana me ha dado las gracias.

—Voy a bajar a por un café ¿Quereis algo? —pregunta Tatiana mientras coge su bolso.

Todos negamos con la cabeza como si estuviéramos sincronizados.. Creo que hemos pasado mucho tiempo juntos.

Tatiana sale de la habitación y nos quedamos mis padres y yo solos.

—¿Cómo has hecho esto Amber? ¿Tu sabes lo peligroso que era?

—Merecía la pena el riesgo. Amo a Son y no podia perderlo.

—Yo sé que lo amas pero no merece la pena. Podías haber muerto y yo no me lo hubiese perdonado.

—Pero no lo he hecho. ¿No te consuela eso?

Mi madre se queda pensativa un rato. Mi padre se da cuenta de la tensión que estamos generando y decide interrumpir.

—Tienes una sorpresa. Ha salido hace diez minutos y tenía que estar aquí ya.

—¿Que sorpresa?

De repente Mery entra a la habitación con un barrigón enorme y un globo en el que pone “madre primeriza”.

—Lo siento. En la tienda de abajo solo tenían globos de este estilo. Se que me pega mas a mi que a ti pero quería tener un detalle contigo y no he tenido mucho tiempo.

—Con tu presencia es más que suficiente —le digo mientras intento recomponerme para darle un abrazo como pueda.

No creo que esté aquí. Comienzo a pellizcarle y en cuanto se queja me doy cuenta que es real

—¿Cómo estás? —pregunta preocupada.

—Bien. Creo que este domingo puedo ir a la carrera.

—Si este Domingo te haces una maratón avisame para llamar al récord Guinness de recuperación más temprana.

—Si que voy a hacerme una maratón. Pero de películas de Netflix ambos dos.

Es lo que más deseo. Son y yo con un bol gigante de palomitas y en el sofá y ojalá esté lloviendo.

Tatiana entra en la habitación con café en mano.

—¿Sabes si se ha despertado? —pregunto porque me imagino que antes de venir aquí seguro que ha pasado por su habitación. Pero ella niega rotundamente. Suspira y la ansiedad comienza a aparecer.

El doctor entra por la puerta y comienza a desalojar a la gente.

—¿Cómo estás? —pregunta mientras se pone unos guantes.

—Dolorida. Pero mejor de lo que me imaginaba.

—Me alegro. Vamos a ver como llevas la herida —dice apartando el apósito. Observa el color y llega a la conclusión de que está bien.

Yo me aparto el pelo que desde hace unos minutos me molesta. Después cambia el apósito y lo vuelve a tapar.

—¿Cuando se despertara Son?

—No lo sabemos. Estamos esperando que su cuerpo no rechace tu riñón. Si es así y todo va bien en unas horas debería estar despierto. Pero tranquila que seguro que despierta.

Mientras lo dice se marcha de la habitación y mi madre entra como si tuviese un resorte en el culo.

—¿Que te ha dicho el doctor?

—Que todo está bien —respondo mientras me recoloco el pijama del hospital que más feo no lo podia haber.

No se que mas contarle. Me preocupa bastante el estado de Son. El no saber nada y no poder verlo me preocupa.

Seguro que Tatiana está en el sofá de enfrente observando sin quitarle el ojo. Sin hacerle pregunta de porque has hecho esto o lo otro.

Se que no lo hace a malas. Pero me siento mal que intente controlar todo lo que hago o dejo de hacer. Yo me he querido operar para donarlo. Lo hago porque quiero y no tengo que justificar nada. Pero aun así lo intenta.

Mi padre es más precavido y no se mete aunque en el fondo piensan igual. Por eso están juntos y llevan toda la vida así.

—Necesito ir al baño —digo mientras intento colocarme.

—¿Está loca? El médico ha dicho que no puedes levantarte.

—Me da igual lo que haya dicho el médico. Voy a levantarme.

Y sin esperar a que proteste lo hago. Me llevo la bolsita de suero conmigo pero soy capaz de moverme. Con mucho dolor pero consigo hacerlo. En cuanto estoy dos minutos de pie las piernas me empiezan a temblar y necesito enseguida ir a tumbarme. Cuando lo hago mi cuerpo descansa del todo.

—¿Necesitas algo hija? —mi madre siempre atenta pregunta.

—Quiero cambiarme este pijama. Se me ve el culo cuando me levanto. Nunca me han gustado los pijamas de los hospitales. Me parece lo más hortera que puede existir en el planeta tierra.

—Tranquila. Me lo había imaginado —dice echando la mano al bolso y sacando de él un pijama perfectamente doblado.

Podré quejarme pero siempre hace que me sienta mejor de lo que estoy.

Después de estar hablando un rato con ellos les pido que me dejen un rato sola. Me esta empezando a entrar el sueño. Creo que todo lo que me está pasando es demasiado agotador.



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En el texto hay: pareja, adolescente, amor

Editado: 03.09.2025

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