Todas mis razones para luchar por ti

Capítulo 23

Son

Estoy poniéndome al día con la universidad. Llevo muchos días aprovechando el tiempo con Amber y posponiendo lo inevitable.
Aunque no me apetece, sé que debo hacerlo.
De lo contrario, dentro de unas semanas me voy a agobiar.

Mi madre me saca de mis pensamientos.

—¿Quieres tomar algo? —pregunta, entrando en mi habitación. Su mirada va directa a la cama, sin hacer.

No me riñó cuando era pequeño porque no estaba. No creo que lo haga ahora. Durante años su voz no estuvo ahí. Ni para ofrecer café, ni para decir que estaba orgullosa. Y ahora… ahora parece querer recuperar el tiempo.

—No te preocupes, que la hago yo —respondo, porque he visto que tenía la iniciativa de hacerla ella.

Esta conversación carece de sentido. Pero tampoco pretendo ser maleducado. En el fondo, es una de esas charlas que tendrían que haberse dado hace años.

—Un café estaría bien. Las letras y las líneas se me están cruzando —le contesto por fin a su pregunta—. Pero te acompaño a la cocina.

Necesito salir, aunque sea diez minutos, de estas cuatro paredes. Siento cómo se me cierran encima. Me falta el aire.

Me siento en la cama mientras escucho la cafetera funcionar lentamente.
A estas alturas, ese sonido es música para mis oídos.

—No sé si voy a estar a la altura de todo esto… estudiar, trabajar, y mil cosas más —digo, llevándome las manos a la cabeza.

Tengo la sensación de que en cualquier momento voy a estallar.

—Claro que sí. Tú eres un chico muy fuerte. Estoy muy orgullosa de ti —dice ella. Y se le escapa una lágrima por la mejilla.

Creo que, en el fondo, se avergüenza de lo que pasó hace años.
Pero no quiero hablar del pasado. Si lo hago, puede que se me escape lo de mi abuelo. Y eso… no quiero que pase.

Mi madre se aparta para quitar la cafetera del fuego justo cuando suena el móvil.
Deseo que sea Amber, pero no. No lo es.

Es el grupo del restaurante. Están hablando de salir de fiesta. Todos han dicho que sí, menos yo. No he respondido.

No me apetece. Ni salir de fiesta ni compartir tiempo con gente así. Además, tengo demasiadas cosas en la cabeza.
Decido aplazar la decisión para más tarde.

Me bebo el café de un trago y me marcho a la ducha.
Creo que con el calor del vapor lograré quitarme el estrés. El vapor se pega a mi piel, como si pudiera limpiar algo más que el cansancio.



#15945 en Novela romántica
#3083 en Joven Adulto

En el texto hay: pareja, adolescente, amor

Editado: 05.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.