Todas mis razones para luchar por ti

Capítulo 24

Amber

Acabo de salir del trabajo y voy a aprovechar para ir a entrenar. Quiero apuntarme a la maratón que se celebra en dos meses aquí en San Francisco pero sé que me falta un poco para estar lista al cien por cien.

El trayecto hasta el club deportivo se me ha hecho más largo de lo que me gustaría. Había bastante tráfico y me he llegado a desesperar. Pero he aprovechado para llamar a Son y que me contase todas las novedades y yo le he contado lo mucho que le echo de menos.

El tiempo sin él se pasa demasiado lento. Es como si no callese la sustancia por el reloj de arena.

Y al contrario cuando estoy con él me da la impresión que ese mismo reloj fuera un colador lleno de agujero.

Me entristece pensar en ello pero sé que todo este esfuerzo al final tendrá su recompensa. Aparco en el primer hueco que encuentro y me dirijo mentalizándome que esta tarde va a ser una buena tarde.

Pero todas mis esperanzas se desvanecen cuando me encuentro con unos ojos azules que se cruzan en mi camino.

—Creo que te debo algo —comienza la conversación sin llegar a saludarme.

—¿El que? —pregunto sorprendida.

Saca de su bolsillo un papel envuelto en mil partes. Arrugado y casi tratado sin cuidado.

Me lo ofrece y en cuanto lo abro recuerdo aquel papel que me regalo cuando me dio el cactus. Casi lo pase por alto porque pensaba que era uno de sus estupideces.

—Le he traído para que la conozcas —dice señalando con el rostro a un lado y cuando giro mi cara observo a una niña con el mismo pelo rubio de Tommy y cuando nos mira compruebo que tienes los mismos ojos que él. Está claro que se trata de su sobrina.

—Mi hermana se ha tenido que ir todo el fin de semana por trabajo y me ha pedido que la cuide. Bueno al menos eso dice ella creo que en realidad se ha ido con su marido de “minivacaciones” —dice poniendo comillas en esta última palabra.

—¿Pero tú sabes cuidar de ella? Si creo que no sabes cuidar de ti mismo.

—Por eso te he llamado a ti. Como eres experta en cuidar a niños creo que me puedes ayudar y así de paso cumplo con mi promesa.

Enseguida la mala contestación me vuelve en forma de bumerán.

Este tío es el rey de la bordería. No se porque ni tan siquiera me estoy replanteando aceptar su propuesta si yo iba a hacer ejercicio.

Después de unos segundos de riguroso silencio me decanto por decirle que sí aunque en el fondo se que me voy a arrepentir en cuanto salga por la puerta.

Nos acercamos y no se muy bien cómo entablar conversación con esta niña de unos cuatro años que está pintando un unicornio en un folio.

Todo esto es muy raro para mi y me llego a replantear muchas cosas. Para empezar mi subconsciente me genera la pregunta de si en algún momento quiero tener hijos. Hace unos meses tenía claro que si quería pero después de tener esa charla con Son me di cuenta que en ese sentido era bastante incompatible con él. Y al final me di cuenta de que si estaba con él nunca lo tendría.

Pero…¿que pasa si yo en algún momento de mi vida quiero tener si o si?¿Podría tenerlo estando con Son?¿Sería capaz de convencerlo?

Todas estas preguntas me hacen entrar en un bucle del que no soy capaz de salir durante horas.

—Hola ¿Cómo te llamas? —me pregunta con una voz muy dulce y yo me quedo atónita.

Es una voz muy contraria a la de su tío que se áspera y por momentos ronca. Depende del momento del día también.

—Me llamo Amber —le contesto mientras embozo una sonrisa.

—Yo me llamo Sandra ¿te gusta pintar? —pregunta poniendo una sonrisa de oreja a oreja. Es tan adorable

—Sí claro —miento.

Yo soy la típica persona que para dibujar a un perro lo dibuja de lado y le pongo los cuatro patas en el mismo lado.

Se me da fatal. De pequeña aprovechaba dibujo porque creo que le caía bien a los profesores.

—Cuando quieras vienes a mi casa y dibujamos juntas.

Esta niña es tan adorable que parece que la hayan sacado de un anuncio.

Ella se ha quedado con toda la amabilidad de su tío que permanece callado con las manos metidas en los bolsillos.

—¿Nos vamos? —Mr simpatía decide romper este lindo momento.

—¿A dónde?

Yo no me esperaba este momento. en la vida hubiese imaginado una situación igual.

—Eso dejamelo a mi.

No se si fiarme de él o salir huyendo corriendo de aquí. Por un momento la segunda opción gana fuerza pero en cuanto dice que vamos al centro comercial al ver cosas la idea tan locas ya no me lo parece tanto. Tiene que tener algún hermano gemelo escondido y se van cambiando dependiendo del día porque este no es el Tommy al que conocí abruptamente hace ya unos meses. No ha dejado de hablar muy animadamente con su sobrina. Estoy conociendo una parte de la que pensaba que carecía.

Después de un trayecto en coche no muy largo llegamos al centro comercial y comenzamos a recorrer cada una de las tiendas haciendo hincapié en las tiendas de juguetes de niños.

Sandra le ha puesto ojitos porque en una de las tiendas se ha encontrado una barbie y ella se lo ha pedido poniendo morros.



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En el texto hay: pareja, adolescente, amor

Editado: 05.11.2025

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