Son
Hoy por la mañana he decidido hacer un plan diferente. Voy a desayunar y mientras lo hago realizo una videollamada para desayunar con Amber. Estoy deseando estar a su lado. Despertarme y darle las buenos días para después hacerle el desayuno. Supongo que en ese momento sería la persona mas feliz del mundo.
Me preparo un tazón de cereales y me siento en la mesa esperando la ansiada llamada. enseguida el skype se enciende y lo abro. Amber y su hermoso rostro iluminan toda la pantalla. se me para el corazón.
—¿Que tal tu día? —pregunta con su bonita voz.
podría cerrar los ojos y escuchar durante horas esa melodía. ese timbre es como un canto de sirena.
—Bien. Contando que me he despertado hace quince minutos bien.
Lo reconozco, no me gusta madrugar. Me puede la cama y las sábanas.
—Aunque he estado toda la noche esperando esta llamada. No veía el momento que llegara.
—Yo igual. Llevo desde las siete despierta y los minutos se me han hecho eternos.
Lea pasa por detrás y se pone a saludar. No me cae mal, al revés puedo decir que me cae bien. Solo espero que su otro compañero no pase también porque entonces sí que me voy a enfadar de verdad. Le pienso lanzar una mirada de esas que te hacen caer al suelo con el primer objeto que halla fuera de su sitio.
—Ayer fui a hablar con el rector de la universidad y me dijo que un cambio de universidad y me dijo que un cambio de universidad podría manchar mi expediente. Yo le dije que eso no me importa y tuvimos ambos una reunión con el rector de la universidad de allí. Ahora solo queda la valoración pero dice mi rector que le he causado buena impresión.
Aún recuerdo lo nervioso que estaba y como me temblaban las piernas.
—¡Eso es genial! estoy contando los días para tenerte en el mismo estado.
Amber se levanta y comienza a dar botes. También observo que se abraza a Lea y ella se queda atónita porque no entiende muy bien lo que está pasando.
—¿Que estamos festejando?
—¡Son ya ha hecho la entrevista con el rector de la universidad de aquí! —dice gritando a los cuatro vientos.
Observo a Lea y me da la sensación de que no entiende nada de lo que está pasando.
Eso es bueno ¿no? —por su pregunta puedo observar enseguida que no.
—Es la mejor noticia que he recibido en la última semana.
—todavía no es oficial —quiero bajar un poco los ánimos porque enseguida nos hacemos ilusiones y he podido aprender que esto puede llegar a decepción.
—¿Que hicistes ayer por la tarde?
Quiero cambiar el tema porque esta me esta empezando a agobiar un poco.
—Estuve con Tommy y nos fuimos a patinar por la costa —en cuanto pronuncia esas cinco letras de esas maldita nombre todo se me revuelve. Me recorre un escalofrío que baja por toda mi espalda.
No me estoy viendo pero seguro que está blanco. No se que contestar. La cabeza me va a mil por hora y tengo ganas de pegarle un puñetazo a algo o salir corriendo, al final opto por lo segundo.
—¿Estás bien? —me pregunta en cuanto ve que ha pasado treinta segundos y aun no he respondido.
—Me estoy empezando a encontrar mal, luego hablamos —le digo mientras cuelgo la llamada.
Sé que no estoy afrontando los problemas como debería y tal vez esto me genere algún que otro problema en el futuro. Pero ahora no puedo. Soy incapaz de hacerlo. Necesito salir y tomar el aire.
—¿porque me lo ha dicho? —digo en voz alta y en el silencio de la cocina.
Si se lo hubiese callado seguramente todo seguiría normal. Pero ha preferido mencionar ese nombre para que yo me vuelva paranoico y comience a delirar y a imaginarme distintos situaciones en las que me engañe con ese chulo entrometido. Se lo que quiere y lo que busca. Pero yo no se lo voy a poner tan fácil. No me voy a retirar de la partida.
Se que Amber sería incapaz de engañarme con nadie pero me duele en el corazón esas palabras que utilizo. A mi me parecía que era una cita de verdad. Y encima ahora me toca aguantar al cabrón de mi jefe y algunos compañeros porque me toca el turno de las comidas.
Horas más tarde
Acabo de terminar el turno. Voy a comer algo para reponer fuerzas y enseguida me iré a mi casa para poder descansar. Maria se sienta a mi lado y me da la ligera impresión de que quiere hablar.
—¿Estás bien?
Desde luego mi intuición nunca me engaña.
—Pues no, no estoy bien pero no creo que a ti te importe mucho.
No pretendo ser borde y más después de todo lo que nos paso aquella noche.
—Permíteme que te lo ponga en duda lo de si me importa o no.
—De todas las personas que hay en este lugar. Tu eres la que tiene más sentido de la razón. Y si te veo mal mi labor como “hermana mayor” —dice mientras exclama con los dedos—. Es la de preguntarte.
—Está bien. Porque tú lo has querido. Mi novia creo que está tonteando con un tipo. Y además de eso lo han metido en su casa.
—Malo. Si te han metido el enemigo en casa no tienes nada que hacer.