Todas mis razones para quererte[completa]

Capítulo 3

Son

—“Son” despierta que vas a llegar tarde al instituto —me dice mi abuelo mientras abro uno de los ojos tratando de despertarme y empezar el día.

Voy a la cocina a desayunar, me preparo mi vaso de leche con galletas.

Cojo mis auriculares para escuchar música, es lo que me salva el resto de horas que no estoy con la play, me encanta.

Llevo toda mi vida viviendo con mi abuelo, mi madre se fue cuando yo era pequeño y nunca la he visto y tampoco he podido hablar nunca con ella, tampoco se como es porque no hay fotos de ella de cuando era mayor, tan solo cuando era una niña pero tampoco me importa, porque lo que hizo es lo más miserable que un padre puede hacer a un hijo. Mi padre falleció en un accidente de tráfico poco meses después de eso y tampoco lo recuerdo mucho pero al menos se que si que estuvo a nuestro lado. Se que suena duro pero he aprendido a convivir con ello.

Salgo de mi casa, voy a llegar tarde el primer día pero tampoco es importante, con saber donde me toca ya es suficiente para el primer día.

Me pongo mi pantalón corto de chándal, hace calor… todavía estamos en verano.

Llego a la puerta, todo el mundo está mirando a que clase tiene que ir, hay una chica en el tablón de último grado. Lleva una coleta y un pantalón vaquero junto a una rebeca. Es muy rara, seguro que es la típica que se queja durante todo el curso por todo y luego saca dieces. 

Se aparta y comienza a subir las escaleras, seguro que ya ha encontrado su clase.

Empiezo a mirar los nombres, encontrarme ahora mismo es como buscar una aguja en un pajar.

Me doy cuenta de que la lista está ordenada por el apellido. Empiezo a buscar el B, está arriba del todo, por eso mismo no conseguía encontrarme.

Me quito los auriculares.

Miro la clase y donde está, empiezo a subir las escaleras, llego hasta el tablón que está justo encima de la puerta, no me cuadra con la clase que ponía debajo. Pero me da igual y entró para dentro. Abro la puerta, todos los alumnos son demasiados pequeños para mi edad, definitivamente a parte de haber llegado tarde me he equivocado de clase y ahora mismo estoy haciendo el ridículo, todo el mundo me está mirando. Me doy la vuelta y salgo sin llamar mucho la atención.

Finalmente opto por ir a la clase que pone en el tablón.

—¡Mierda! —digo en voz alta pero sin ser lo suficientemente alto para que me escuche algún profesor.

La puerta está cerrada. Seguro que ya han empezado y todo el mundo está sentado en sus sitios. Me voy a quedar con el sitio que no quiere nadie.

Abro la puerta lentamente, el profesor está hablando.

—Lo siento, me he ido a la clase que no era —digo agachando la cabeza. A saber lo que está pensando todo el mundo. Miro uno por uno, al final de la clase está mi amor platónico.

Llevo enamorado de ella desde que tengo diez años, y no me he podido olvidar de ella desde entonces, incluso este verano trate de lanzarme pero finalmente no pude.

Tuve que decirle todo lo que sentía en su momento y no morderme la lengua.

Todos los años sus padres y mi abuelo nos mandan de campamento de verano. Así es desde que teníamos siete años. Los primeros años fuimos inseparables pero estos últimos ella ha ido más a sus cosas y me ha dejado de lado.




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