Amber
Estoy terminando de arreglarme. Han pasado ya dos días del concierto y todavía me tiemblan las piernas. Tengo que ir al instituto ya que ayer no fui. Llegamos tardísimo y ayer ninguno de los dos fuimos personas para poder levantarnos y poder ir. Me siento mal por no ir porque un día perdido es un esfuerzo extra que tengo que hacer para ponerme al día.
Espero que los profesores no me hagan justificar las faltas porque no sé cómo lo voy hacer. Por suerte mis padres se marcharṕn antes y no se enteraron.
Termino poniéndome el delineador y salgo para la cocina para hacerme el desayuno. Mi madre se ha marchado ya a trabajar. Estoy esperando a Son que le he avisado esta mañana para desayunar juntos.
Me pongo el chándal más cómodo que tengo en el armario. Uno que ya tiene unos cuantos inviernos. Llega Son con cara de cansado, él tampoco fue pero estuvo prácticamente toda la mañana de ayer sin detenerse.
—He preparado tostadas Francesas —realmente no las he preparado yo sino mi madre pero espero que Son no tenga mucho ojo para eso.
—Madre mia que buena pinta tienen —añade ,mientras se frota las manos y se relame las comisuras de la boca.
Nos ponemos un par cada uno y comenzamos a comernos las a un ritmo rápido ya que no da tiempo a más. La hora se nos echa encima.
Salimos fuera, hace bastante frío, más de lo habitual. Son se frota un poco las manos y castañetea.
Ha nevado también esta noche, los copos cubren la mayoría de los coches.
Llegamos a la clase, está todo demasiado tranquilo, me llama especialmente la atención que Sophia y Hecyor se hallan sentados separados. Creo que han discutido, sería el momento perfecto para meterme con ellos pero no lo voy hacer. Yo estoy por encima de todo eso aunque se lo tengo que devolver a Hector pero no le voy a dar esa satisfacción. Si queda algo de humanidad en él tendrá cargo de conciencia. Al final la vida se lo devolverá.
Son me mira y también mira a la misma posición y muestra una leve sonrisa. Está pensando lo mismo que yo.
Presto toda la atención que puedo para coger de nuevo el ritmo, hay un par de conceptos que no entiendo se lo tendre que preguntar al terminar.
Salimos al recreo y nos sentamos en nuestro lugar para comer. Me da un beso, es raro que él haga eso delante de tanta gente pero es bastante imprevisible.
—¿Quieres venir a mi casa a comer?
Mis abuelos se han marchado a comer con unos amigos.
Son Best me quiere cocinar, eso tengo que verlo yo.
—Venga, así veo tus dotes culinarios.
Salimos del instituto y Son me lleva hasta el supermercado que nos pilla de camino. Pasa por las calles y me parece curioso porque cada día pasa por un sitio totalmente distinto. Nunca va por el mismo lugar.
Creo que es un resumen de nuestra relación. A mi sin embargo me gusta siempre pasar por las mismas calles.
Es una definición porque Son es un caos que no sabes por donde te puede salir y yo necesito tener todo bajo control y llevar un patrón.
No me gusta nada este supermercado. Están las cosas colocadas fatal.
El pan por ejemplo está separado en distintos sitios. El pasillo de la carne está mezclado con el de los productos de limpieza. Es terrible pero es el que nos pilla de paso.
Son coge en este último pasillo una bandeja de alitas y se va a otro para coger salsa barbacoa.
—¿Me vas a preparar alitas con barbacoa?
—¿Cómo lo has sabido?
—Es tan obvio… —respondo señalando lo que ha cogido.
Nos dirigimos a pagar al cajero no tiene muchas ganas de trabajar. Algo me lo dice, quizás que va pasando los productos a cuenta gotas y se le está formando una cola más larga que el concierto o que no dice ni los buenos días. Es la alegría del condado.
Terminamos de pagar después de envejecer treinta años por lo menos y nos vamos a casa. Menos mal que está cerca porque la fecha de caducidad es de dudosa procedencia y no creo que esto tarde mucho más tiempo con buen aspecto.
Son abre la puerta, es la primera vez que entro en su casa. Es una mezcla entre antiguo y nuevo pero supongo que es lo que tiene vivir con alguien mayor. Son continua el pasillo para dentro, todo está muy oscuro.
—Esta es mi habitación.
Es la primera que hay en toda la casa. Tiene una cama grande llena de muñecos de videojuegos, lo sé porque alguno me suena de la feria. Tiene varios posters colgados en la pared y la verdad es que está más recogido de lo que yo pensaba.
Pero si te fijas detenidamente hay bastante polvo por encima de las paredes y de los muebles.
Yo me siento en la cama mientras me sigue mostrando cosas que ha conseguido. No quiero sonar borde pero me rugen las tripas.
—¿Comemos? —tengo que ser directa o será Son a quien termine chupando y mordiendo.
—Sí, claro.
Son me lleva hasta la cocina. Está cargada pero a su vez está muy colocada. Parece que su abuelo lo tiene todo ordenado.
—Está muy chula la cocina.
—Gracias —Son acepta el cumplido con una sonrisa y mientras aprovecha para ir colocando las alitas con barbacoa.