-En un mundo tan perfecto no se conocen líneas de imperfección, tú lo sabes, yo lo sé y todo el mundo lo sabe, y a pesar de eso nunca deje de mirarte aun cuando todos nos veían como una imperfección- recito Mónica, mirando algún punto en la nada mientras soltaba un largo suspiro soñador.
-que cursi- musito por lo bajo Raquel, si no fuera porque estoy a su lado nadie la hubiera escuchado, ella es un grinchi andante y no precisamente de la navidad – siento que me ahogare en azúcar y me vomitara en popo de unicornio- recito de la misma manera que Mónica. Y si, es un cupido negro.
-Deja de interrumpirme, Rares- respondió mirándola mal, por su falta de apoyo, ya nos tenía aburridas de contarnos las frases cursis de su nuevo libro, un cliché ¡ay por Dios que alguien la calle porque si no le coseré la boca!
- Y tu deja de hacer mala cala- me señalo, cansada de intentar explicarnos algo que ni si quiera nos gustaba.
- Miren yo sé que el romance no les va, pero al menos pongan cara de... no se... ¿interesadas? – sus manos se movían inquietas como si con ellas pudiera explicarnos, solo me producía gracia.
-interesada estoy en ese nuevo lugar que abrieron a las afueras del pueblo- Volvió a interrumpir Raquel, ganándose un gruñido, Mónica se volvió a agarrar el cabello como si fuera una loca y yo solo podía reír silenciosamente, si reía en voz alta, la palabra muerte tomaría significado y acción.
-Yo también, dicen que esta alucinante, como era que se llamaba... – por fin comente algo de lo que me había sentado, el lugar no lo habíamos visitado aun, y eso que llevaba una semana desde la inauguración – si no estoy mal se llama Conteiner- dije finalmente, Raquel a mi lado, empezó a teclear algo en su teléfono y que pronto sonó en el mío y en el de Mónica.
LAS CINCO ROSAS
Raquel: el viernes. 7:00 pm. conteiner.
la idea no podía sonar mejor. esta semana es la más aburrida y que mejor que finalizarla con broche de bronce.
El timbre sonó, y todos los estudiantes comenzaron a marcharse a sus respectivas aulas, me gustaría decir que eran lentos como una tortuga, pero las únicas lentas éramos nosotras.
-Levanten esos culos tenemos clase- dijo Raquel pasando sus manos por la falda de la jardinera, intentado borrar las arrugas inexistentes, solo rodé los ojos, porque, aunque era una muchacha "ruda" no se le quitaba lo responsable y presentable, ante todo, cosas de las que carecía yo.
- Joder ni siquiera el primer día de clases, y ya quieres ser la primera en la fila- se puso de pie Mónica, recogiendo su bolso y colgándolo solo de un hombro, girándose a mirarnos empezó a sonreír y luego agregar - ¿chicas y si capamos la primera...-
-Ni siquiera lo pienses- la corte, ya conocía su mirada y esa sonrisa más que nada, podía ser escritora romántica, pero si intentara otro género se le daría muy bien el romance psicópata.
-Pero, tu no quieres entrar o ¿sí? - reclamo Raquel, si una vez dije que era responsable me retracto, hoy no era día de capar, era la primera hora y hacia un frio de infarto, mas con jardinera, aunque las medias llegaban hasta la rodilla, el frio era insoportable.
-Saben que si capamos tendremos problemas, a parte estoy advertida, no puedo echarlo a perder- les recordé lo que me dijo la coordinadora hace dos meses antes de salir a vacaciones, porque si de algo temía era salir expulsada de un colegio, eso sería intachable en mi historial y seguro mamá me mandaría a volar, y no precisamente de rositas.
-Por Dios, ¡helou!, hoy es el primer día, nadie nos va a notar- dijo, era en parte cierto, no tenía más amigos aparte de estas 5 chicas, el resto solo querían popularidad y aprobar las materias, así que no se si fue por como lo dijo o porque realmente no quería entrar a clases, que termine aceptando esta locura, porque lo era, una que me pondría de patitas a la calle, si no me andaba con cuidado.
-Ok, pero solo la primera hora y conste que lo hago porque tengo frio- empecé a caminar, mirando alrededor a alguien conocido, pero ya casi nadie quedaba, todos se querían ir a sus respectivos salones, para los reencuentros, conocer los nuevos alumnos, y como siempre empezar el año de lo mejor, para saber que a final de año no tendrán ni siquiera un color.
Siempre he dicho que estudiar en la jornada de la mañana tiene sus ventajas porque la tarde está libre y desventajas por que hace un frio del demonio, aparte de que da un sueño, que nadie culpa al profesor Suarez por quedarse dormido y es ahí donde entra mi bebe "el café" me encanta la cafeína, más que este amargo, es lo mejor, aunque mi odontóloga me lo prohibió, sigo ingiriéndolo, esta era una de las muchas cosas que tengo prohibidas.
- ¿supieron lo de Martha? - pregunto Raquel, la verdad es que todo el mundo lo sabe.
-Sabes bien que si- conteste, la profesora por fin se había dejado ver, aunque siempre lo negó, yo y toda la institución lo sabían.
-Aun no puedo creerlo, me encantan ¡son mi pareja favorita!, se parecen a las historias románticas- dijo Mónica, caminando sobre la banca como una niña pequeña – del odio al amor, awww- Por Dios habían estado shipeando a los profesores todo el fin de semana, que seguro hasta el colegio Santa Rosa lo sabe, aunque ambos me caen mal, cabe destacar que hacen una bonita pareja, no sé, pero desde que los vi, supe que terminarían juntos.
-si sabes ¿no?, que en nuestro país ese "awww son mi pareja favorita"- hice comillas con mis dedos -significa que le quieres robar la pareja-
-Por Dios, crees que me metería con el hombre de la profesora Martha- se detuvo abrutadamente y se giró a mirarme -estaría loca, no quiero reprobar química- y en cierto modo era verdad, quien se metería con la profesora más difícil del mundo.
Si quieres morir, metete con ella, y veras los siete aros del infierno.
-tal vez si lo hubieras intentado el viernes, no habrías tenido problema- las dos la volteamos a ver sin entender de qué demonios hablaba - el viernes no eran pareja- finalizo resolviendo la duda.