CAPITULO 7 "Prometiste"

Han pasado dos días desde mi encuentro en el baño con Samuel, que por cierto se dio en contra de mi voluntad, su altives a mi presencia me confirma que no le agrado, el que me evite todo el tiempo es prueba de ello, en lo que seguramente estoy encabezando su lista negra.

Al principio no negare que me llego a molestar e incluso a ofender, pero, esto es una clara señal para no alejarme, si no me quiere cerca, más estaré merodeando en su círculo social, y esto solo está empezando y prueba de ellos son las fichas que he movido con tal de hacerlo perder la paciencia y vuelva a mí, porque no me acercare, esperare a que lo haga.

Me gusta ubicarme en las sillas del centro o incluso en los puestos de atrás y como parte del juego que el comenzó y yo decidí jugar, intento molestarlo sentándome cerca, detesto sentarme en los puestos de adelante ya que solo lo hacen los nerds, y cuando digo esto me refiero a que son los más cotizados a la hora de responder dudas del maestro, y eso no va conmigo, y aun así me he hecho con el fin de joderlo con mi presencia, es un buen chico o eso es lo que aparenta pero aun así, le afecta que cruce las piernas o que muerda la goma del lápiz, justo cuando nuestras miradas chocan, la complicidad del momento es palpable en cada cruce que por más que intente evadir no logra evitar, aun así me evita a toda costa, no quiere verme eso si es obvio, en todos los intentos que he hecho para acercarme él se aleja con su novia.  Como si fuese la escoria.

El fin de semana ha llegado y con ello la salida con mis amigas a Conteiner.

Son pasadas las seis de la tarde y aun me tomo el atrevimiento de estar arrecostado en mi cama sin tener el más mínimo ápice de levantarme a arreglarme para nuestra salida.

Como es costumbre nadie más que mi presencia habita mi casa, por lo que ni en pedir permiso me tomare el atrevimiento, seguramente ni se darán cuenta.

Para la mayoría de mis amigos es un sueño realizado tener la casa sola, poder hacer lo que me plazca, traer a chicos si eso me hace feliz, poner la música a todo volumen esperando que la vecina Felicia salga de su casa y se ponga en el intercomunicador avisando que le baje a mi música satánica, que, en sí, no me importa, pero… ¿Quién desea estar solo cuando puede tenerlos a todos? Por eso la mayoría de mi tiempo lo paso con las chicas, o de compras con ellas, todo es indispensable para mí, con ellas estoy a salvo.

Los últimos rayos de luz camuflados con la oscuridad que empieza a ascender se filtran por mi ventana colando el sonido de los autos arrancar al igual que las motocicletas pasar a toda velocidad opacando la paz que reina en la casa.

Los sábados comúnmente son solitarios, mi madre trabaja hasta altas horas de la noche y mi padre a veces llega en la madrugada a casa o simplemente llega al otro día, sin explicaciones o siquiera un saludo a mi parte, mi familia esta fracturada y eso se nota desde que todo exploto en nuestras caras hace tres años.

Mi familia era mi pilar, sobresalía a la hora de hablar de mis padres, tenía tantas expectativas en mi vida como también tantas ganas de crecer y llegar al punto en el que estoy, no tenía idea de lo difícil y desgarrador que sería llegar a este punto, y mucho menos que tuviera que llegar sola, con el agua hasta el cuello y mucho menos con el corazón roto.

Impulso mi cuerpo saliendo de la cómoda cama, para dirigirme al baño y lavar todo rastro de pereza que dejo dormir todo el día.

El closet me espera y tomo lo necesario, la ostentosidad y elegancia son participe de todo lo que uso, aunque suene demasiado excesivo, me encanta sobresalir en medio de joyas caras y atuendos lujosos de marca, por eso no me mido en tomar un vestido largo azul oscuro con flores blancas estampadas en toda la tela, destacando el llamativo escote que deja a la vista mi pecho tapando con discreción mis senos para luego llevar dos finas tiras cruzadas que atraviesan mi espalda desnuda, la falda se corta en dos partes, más específicamente frente a cada pierna, dando ese toque de sensualidad al caminar dejando entrever mis piernas, escojo un collar largo que atraviesa mi escote, los pendientes los dejo a juego con las esclavas de plata en cada mano. Y, por último, elijo tacones negros abiertos, cerrando mi outfit.

No me demoro demasiado en mi cabello, lo peino despacio aplicando laca para que la friz no me juegue una mala pasada, atándolo en una cola alta, ¿Qué sentido tiene tener escote en la espalda si no se puede ver?, aplico corrector bajo mis ojos ocultando las ojeras, sellando con polvo compacto, las sombras las elijo en colores pasteles difuminado con café, delineo mis parpados resaltando el color de mis ojos, sello todo aplicando el gloss para no quedar tan cargada y finalmente aplico el perfume para quedar lista a la espera del Uber.

El señor Rafael es uno de los pocos hombres en los cuales confió ciegamente, es el único que me apoya y escucha cuando no sé a dónde ir o siquiera que hacer a continuación, le tengo tanto aprecio y con el tiempo se ha convertido, en un amigo, confidente, y la figura paterna que nunca he podido tener del todo, es mi familia, es esa pequeña parte en la cual sé que podre arrimarme y no caer en el intento.

No pasa mucho tiempo cuando el motor me indica que llego.

No me toma mucho tiempo cargar con mi bolso blanco al igual que bloquear mi móvil, agarro un poco de dinero en efectivo, no tiene sentido llevar tarjeta cuando lo único que pediré será un batido saludable.

Aseguro la puerta principal y luego guardo las llaves en mi bolso, el frio de la noche ya se hace presente, las farolas de los postes de luz se extienden iluminando la oscuridad de las calles desoladas, camino en dirección a mi único trasporte mientras el sonido de la noche hace zumbar las ramas de los arboles al golpear con furia, lloverá, los vientos se están empezando a tornar violentos y el que no haya decido tomar una chaqueta empieza a hacerme arrepentir.