TodavÍa "Te Odio"

CAPITULO 9 "Vendetta"

Estoy enojada.

No pude pegar el ojo en todo el fin de semana, mi cabeza dio vueltas y vueltas en las palabras del menor de los Russell ¿Cómo que un infierno? Eso es imposible, simplemente no cuadra, conozco perfectamente toda la historia de su familia.

-Puta- estrello mi puño en la pared a mi lado, el agua sigue empapándome, no me importa me siento sucia.

El pijama de seda se pega a mi cuerpo como una segunda piel, el frio empieza a hacer de las suyas y, aun así, llevo más de dos horas metida bajo el agua fría. Son pasadas las dos de la mañana, mis padres no han llegado a dormir a casa por lo que todo se encuentra a oscuras menos mi cuarto de baño que está siendo iluminado por una pequeña vela encima del lavamanos, la deje encendida, me aterra encontrarme sola en un lugar a oscuras.

Tú tienes la culpa… tú tienes la culpa…

Vuelve a susurrar la incesante voz en mi cabeza, esta es la que intento congelar, quiero que se apague de una vez por todas.

Yo. No. Tengo. La. Culpa.

Yo solo he sido un peón en el tablero del hermano de Samuel.

La mano duele, pero no tanto como recordarla sentada en la tapa del baño contándome sus aventuras mientras la escuchaba atenta en la tina. Entre nosotras no existían secretos, ella sabía todo de mi como yo sabía todo de ella, pero lo último que paso no pudo contármelo, no sé porque se acojono de contármelo, la hubiera ayudado y juntas lo hubiésemos solucionado, pero no, ella está muerta y yo voy para lo mismo.

Yo no tengo la culpa, pero, aun así, siento que fui una de las responsables de su muerte.

Debí escucharla, debí estar más atenta a las señales que dejaba a su paso, debí preguntarle cómo se sentía y no como estaba.

El vacío en mi pecho se convierte cada vez más grande, ya no siento nada ni quiero sentirlo, solo quiero que deje de doler.

Un escalofrió me atraviesa la espina dorsal al sentirme observada, estoy sola en casa, no hay nadie cerca, pero aun así el miedo me obliga a orillarme contra la esquina de mi ducha y cerrar con seguro la pequeña puerta de cristal, debo estar loca.

Nadie puede entrar a una casa con seguridad.

Es mi mente que se crea escenarios donde una sola persona viene a mi mente, él no puede volver, yo estoy sola en casa, estoy sola, no hay nadie, cálmate, no hay nadie.

El sonido del agua caer sigue llenando el vacío silencioso que no para de hacerme erizar la piel.

Debo estar paranoica, por eso pienso cosas que no son.

¡Dios está aquí! ¡Dios te salve maría, llena eres de gracia el señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, bendito sea el fruto de tu vientre Jesús!

Canto distrayendo mi mente de enfocarse en cosas que ni al caso.

No sé cuántas veces canto lo mismo, pero al final esa sensación de miedo desaparece un poco, dejando la oportunidad de cerrar el grifo y salir de la pequeña capsula de vidrio para correr a encender la luz del baño.

Siempre me hago la valiente, pero termino derrotada.

El aspecto en el espejo es de lo peor, tengo el rímel esparcido por toda mi cara, el cabello pegado a los lados de mi cara y bajo mis ojos unas cuencas negras prueba de los desvelos que provoco el estúpido de Samuel, debo destruirlos a como dé lugar.

Aplico crema para el cabello que aun escurre agua y por ultimo quito mi pijama quedando totalmente desnuda frente al espejo.

Nunca me ha gustado mi cuerpo y no lo hará jamás.

Estoy llena de cicatrices.

En mi vientre, en mis muslos, bajo mis senos.

Soy una malformación andante.

La cicatriz de diez puntos se extiende bajo mi ombligo, la detesto.

La cicatriz de cuatro puntos bajo mi seno derecho, es la culpable de que no pueda utilizar un bikini de brasier.

La cicatriz en la cara interna de mi muslo derecho y otra en mi muslo, son el recordatorio. Los destruiré.

Estoy marcada como el final de él.

¿Por qué yo? Las lágrimas salen sin previo aviso, manchando mis mejillas nuevamente.

Nunca les hice algo para que me hicieran esto, yo solo quería ser feliz, yo quería estar a su lado, no pedía mucho.

¿Por qué me marcaron de esta manera? ¿Por qué me hicieron esto que no quiero ser? ¿Por qué no me mataron junto a Eros?

La luz refleja mi cuerpo a la perfección, soy hermosa, pero, aun así, no siento que sea mi cuerpo. Recuerdo que miraba a aquellas chicas en internet, revistas o en el colegio con cuerpos marcados sin ningún rollito, deseaba ser como ellas, soñaba con tener un cuerpo con el cual los chicos me mirasen y quisieran acercarse a conocerme, añoraba tanto que mi madre dejara de criticarme por el sobrepeso que amaba, porque sí, me amaba tal y como era, me sentía bien, libre, feliz.

Ahora tres años después poseo el cuerpo que tanto añoraba, con el abdomen totalmente plano, las piernas torneadas, mis brazos delgados y por genética una cintura pequeña. Sigo siendo una imperfección, no solo me basta con serla en la vida de mis padres, ahora también la cargo conmigo.

¿Qué hice en mi vida pasada? ¿Qué me hizo merecedora de este infierno?

Dejo que las lágrimas recorran mis mejillas y pasen por mi mentón, el espejo me refleja como aquella primera vez y nunca espere ver tanto dolor en mí, recuerdo que era tan estúpidamente feliz, era feliz en mi soledad, tenía mi propio lugar seguro en medio de libros románticos, música en ingles melancólica, series, comida chatarra, era tan malditamente feliz.

Y ahora no queda nada.

No quedan más que recuerdos de lo que una vez fui, de lo que una vez fuimos juntas.

Salgo del baño, directamente a mi cama y no me importa el frio que embarga mi cuerpo al ser recorrido por las gotas de agua que escurre mi cabello, me siento sucia de igual forma.

Dejo la luz del baño encendida como todas las noches, la última lámpara que tenía la estrelle el sábado al llegar a casa.



#32038 en Novela romántica

En el texto hay: colegios, badboy, badgirl

Editado: 08.05.2022

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