Ahí muchas personas que creen en casualidades de la vida o que ya existe un destino escrito para cada uno de nosotros, pero para mí no. Yo soy la que toma las decisiones sobre mi vida, ni mis padres ni nadie afectado a las decisiones que ha tomado a lo largo de ella porque yo soy la dueña de mi destino.
Soy Liliana una joven empresaria de 27 años, mi padre falleció cuando yo tenía 18 desde esa edad me ha echo cargo de la empresa de mi padre. Al principio me costó ganarme el respeto de los trabajadores, pues en la industria automotriz está compuesto por casi solo hombres. La empresa de mi padre está constituida por 10 000 trabajadores los cuales al principio hablaban a mis espaldas, la fresita mocosa eran como varias veces les escuche nombrar me. Sin embargo nunca dije nada solo bajaba la cabeza e iba a llorar en el baño esperando que un día los papeles cambien.
Y hoy me encuentro aquí siendo una de las empresarias más joven de mis país y con una empresa dirigida hacia el éxito y dudo mucho que alguien me baje de ese pedestal.
Me dirijo a tomar el avión privado de la empresa, ya que necesito cerrar un negocio en China.
Mi mano derecha Fransh me acompaña.
Por ende me subo al avión, me coloco los cascos y coloco música, siempre suelo colocar una música que me recuerda a mi papá siempre que es la Nave del olvido, con esa música siento que mi papá está a mi lado cuidándome.
De pronto estoy un poco distraída pensando recuerdos de mi padre pero la voz de Fransh me trae de vuelta a la realidad.
Fransh: Señorita Liliana, señorita Liliana ¿Quiere tomar algo?
Yo: Si Fransh porfa tráeme un jugo de naranja.
Fransh: Enseguida señorita
Luego de 5 minutos Fransh está de regreso con mi jugo, me lo tomo sin embargo luego de unos minutos siento que mi visión se nubla y comienzo a sentir mucho frío. Trato de pararme pero me caigo al piso, susurro Fransh.
Él está parado frente a mi se agacha me toma de la cabeza y me la levanta hacia dirrección a él.
Mientras me dice aquí llego tu hora, zorra creías que te iba a dejar con todo el dinero de tu padre, te equivocas. Deja caer mi cabeza y me patea en las costillas, luego de eso salta en un paracaídas junto al piloto.
Mientras me quedo sin aliento, veo pasar mi vida frente a mis ojos y lo único que veo entre mi visión borrosa es a un hombre alto con un traje negro, parecido a mi padre. Con mi último aliento digo papá y me desmayo.