Todo Cambio

9

Ryan

 

En el momento en que Peyton entro a la sala de reuniones quise arrancarles los ojos a todos esos idiotas, no tenían ni un poco de decencia. No disimulaban que se la comían con la mirada esos desgraciados. Tenía muchas ganas de partirles la cara que por a no ser por Peyton, que le respondía fría y cortante. Porque si no, los hubiera torturado de una y mil formas posibles por mirar a quien no deben. Joder malditos celos.

Mierda.

Suspire, hoy todos iríamos a las carreras y podía liberar tensión con adrenalina. Después de dejar a Peyton en su mansión, me dijo que me adelante, que después ella iba. Tenía que cambiarse de ropa y ponerse esos piercis en su rostro. En fin, ya estaba llegando con mi hermano Jake, él también iba, pero en su auto claro está. Llegamos al mismo tiempo y fuimos donde los hermanos de Preston. Estábamos esperando que llegara, pero no lo hacía, se estaba demorando más de lo normal.

Fruncí el ceño mientras leía el mensaje de ella, que recién me había llegado. Que se tardaría un poco más ya que pasaría por donde Matilde antes de llegar acá. Bufe

–Que gusto encontrarlos a todos reunidos –dijo una voz raposa a mis espaldas. Me giré y me encontré con el maldito bastardo. Andrés

– ¿Que mierda haces aquí? –brame – Es nuestro territorio –lo mire cabreado. Era irónico que se llamara casi igual que Andrew.

–Pues ya sabes, lo mismo de siempre. Quise hacerle una sorpresa a la diabla –comenzó a decir mientras miraba a todos lados –Pero veo que no está –fingió tristeza. Me reí sin gracia conteniéndome de romperle todos los huesos

–Andrés largo de aquí sino quieres que te mate –prácticamente le escupí seco

–Yo no diría eso si fuera tu –dijo con una sonrisa arrogante. En ese instante de la nada aparecieron más de treinta hombres apuntándonos a todos. Toda nuestra gente se quedó en silencio. Nadie se movía, maldición esto no podía pasar.

–Te has metido en la boca de lobo –hable con una sonrisa burlona

–No lo creas, solo voy a hacerle un regalito a la Diabla de mi parte –dijo mientras apuntaba con su arma a los hermanaos menores de Peyton. Bruno y Scott.

 

Saque mi arma rápidamente y cuando iba a tirar del gatillo para dispárale a sangre fría unos hombres me tenían rodeado a igual e igual que ellos también me apuntaron.

–¿Últimas palabras chicos? –Pregunto con una sonrisa lobulosa acercándose a ellos.

–Vete al infierno –dijo Bruno con desprecio mientras Scott le escupía en el rostro sin perder su sonrisa burlona

–Estúpidos –dijo furioso. Iba a tirar del gatillo, pero una voz lo dejo helado y blanco como un papel. Sonreí, había tardado un poco.

–Yo que tu no haría eso –hablo una voz tranquila haciéndose paso entre la gente mientras ladeaba la cabeza y lo apuntaba con un arma. La mire. Peyton estaba cabreada y mucho, pero sabía ocultarlo muy bien.

– ¿Qué haces aquí? –pregunto tratando de soñar calmado, pero se notaba que estaba aterrorizado. Cuando iba a volver hablar, ella sacó otra arma. Disparo a todos los hombres que nos tenían apuntados de un momento a otro. No duro ni un minuto y todos ya estaban tirados muertos en el pavimento.

–Primer regla –dijo Peyton hacia él con una sonrisa escalofriante

–Nadie se mete con tu familia –respondió con inercia. Él ya estaba comenzando a tartamudear.

–Porque es tu sentencia de muerte –termino de decir ella. Sus ojos estaban más oscuros de lo normal, parecía estar en un trance. Mierda, sus ojos se volvieron negro.

Está recordando lo que paso.

Todos sus hermanos se dieron cuenta de eso, se veían preocupados y la gente que nos rodeaba estaba aterrorizada. Algunos de ellos habían sido testigo de lo que había pasado y pasaron la voz de lo que había sucedido. De la nada ella volvió a sacar una de sus armas apuntando donde estaba Tyler y los gemelos. Disparo hacia ellos y luego hacia mí. Pensé que nos iba a matar, pero de la nada caen dos hombres atrás de mí de igual manera de ellos. Silbe vacilante, tiene una jodida puntería perfecta

–Para que jamás te vuelvas a meter con mi familia –escupió Peyton mientras le dispara directo en la cabeza y caía rendido al suelo muerto. Todos se quedaron en silencio. –Saquen toda esta basura y manden donde era su territorio –comenzó a decir –Con una nota mía, que diga que voy a mandar a volar la cabeza de cualquiera si vuelven meterse con mi jodida familia. No hay segundas oportunidades, quedan advertidos –escupió fría mientras se daba la vuelta y se subía a su auto sin esperarnos. Encendió el auto y acelero rápidamente perdiéndose en la oscuridad de la noche.




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