– Dos años atrás –
Peyton
Estaba en una de las bodegas, donde saben estar los cinco aquí. Éramos los dueños de esto, nosotros construimos este imperio. Cada vez que venía me gustaba verlos a todos atemorizados con mi presencia, los entendía. Yo era la Diabla, la más temible de todos. Y sobre todo lo que había ocurrido recién hace dos años, me volví sin corazón, sin tener temor a nadie. No me importaba nada, solo me preocupaba que a mis hermanos no les pasara nada. En este momento estaba drogándome a más no poder junto a Matt que estaba a lado mío.
Él es uno de mis mejores hombres y, sobre todo, es como un hermano mío. Él es un familiar cercano de Dominic, mi padre. Matt siempre me cuidaba cada vez que el salía del país por motivos de la empresa. Siempre era así desde que ocurrió aquella masacre, no me dejaban ni a sol ni a sombra. Aunque no quisiera porque era una estupidez. Es decir, ya me deshice de él. Ya no puede jodernos la vida. Era solo pasado
De la nada comienza a sonar mi móvil como loco haciéndome brincar del susto. Lo cogí rápidamente para saber quién era el responsable de aquello. Mierda, era Thomas. Era un hombre que trabajaba para mí. Me informaba que los rusos estaban aquí. Mire con el ceño fruncido la pantalla del móvil ¿No me había desecho de todos esos hijos de puta?
Mierda.
– ¡Nos van atacar! –grité a Matt, salí rápidamente de ahí sin poder evitar tambalearme mientras iba donde están ellos, los cinco. Derek, Luke, John, Allec, Andrew.
No los veía en ninguna parte. Me estaba empezando a desesperar
– ¿Qué diablos te pasa? –pregunto a mis espaldas Allec. Me sobresalte, el me miro con el ceño fruncido – ¿No piensas hablar? –pregunto nuevamente al ver que no respondí nada. Mierda la droga me dejo medio atontada, sacudí mi cabeza.
– ¡Maldición que nos vienen a atacar los malditos rusos! –exclame. El me miro con los ojos como platos.
–Nosotros acabamos con ellos, eso es imposible –dijo alerta –No estás hablando mierda por la mierda que te metiste –lo mire mal y le tire mi móvil para que leyera el mensaje que me había enviado Thomas. Allec me miro mientras sacaba su móvil también
–Código rojo –grito a quien fuera que estuviera llamando – ¡Repito código rojo! –escuche gritos a mis espaldas. Me giré y me encontré con Derek, Luke, John y Andrew. Suspire, se me estaba bajando toda la mierda que me había metido. –¿Qué paso Peyton? –pregunto Derek llegando a mi lado – ¿Por qué tanto escándalo? –frunció el ceño.
–Los rusos están aquí, en nuestro territorio –dije entre dientes –Pensé que había eliminados a todas esas basuras –mascullé. Todos al igual que Allec, comenzaron a llamar por sus jodidos móviles. Yo también hizo lo mismo, llame a Tyler, pero no me contestaba. Maldición este no era el momento para hacerse el importante y no cogerme el puto móvil. Mierda ahora no sabré donde demonios están.
–Vamos, tenemos que buscar nuestras armas –dijo Andrew, todos asentimos. Fuimos rápidamente a las bodegas principales donde eran nuestras oficinas. Dentro de ellas teníamos una habitación secreta llena de armas de todo tipo.
Salimos con todos los hombres que se encontraban ahí, los otros estaban en camino para las carreras. Fuimos donde se realizaban las carreras clandestinas, pero en el trayecto vimos como más de dos furgonetas negras iban para allá. Les dispare en las llantas para que su detuvieran. Cuando pararon, bajamos del coche del que estábamos no sin antes ir bien armados.
–Veo que la Diabla nos hizo un recibimiento especial igual que sus fieles compañeros –dijo cínicamente un sujeto cuando nos vio a los seis. Era el nuevo jefe de estos bastardos. Le sonreí con malicia.
–Igual que le hice a su jefe hace dos años –dije cínica mientras le disparaba en el hombro izquierdo. Los hombres que estaban a sus espaldas me quisieron dispara, pero el sujeto que herí les hiso una seña mientras esbozaba una sonrisa
¿Qué diablos?
–Yo si fuera tú me ocuparía por tu gente, sobre todos por tus hermanos –comento maliciosamente. Mire las furgonetas, estaban tres de cinco. Mierda. Mire a los demás, ellos asintieron entendiendo mi mirada. Corrí rápidamente a coche y pisé el acelerador rogando que no les hayan hecho daño.
Entre rápidamente en la zona de las carreras. Pude observar que estaban las dos furgonetas que se habían escapado, para ser dos no había más de ochenta bastardos aquí. Todo el lugar lo tenían rodeado. Al parecer todo lo tenían planeado ¿Así que querían pasarse de listos? Yo les ensañare a no volver a desafiarnos en su puta vida.
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Editado: 11.04.2019