Martina.
Después de lo que paso en la fiesta lo tengo más presente, en mi nariz quedo penetrado su olor, también la sensación de su mano cuando recorrió una de mis mejillas. A veces creo que alucino demasiado, un futuro entre él y yo no es posible, sumándole a eso que no conoce mi verdadera identidad.
Dejo en manos de dios mi posible futuro, y salgo de la ducha envuelta en una toalla que rodea mi cuerpo, veo el reloj dándome cuenta que si no me apuro voy a llegar tardísimo a clases.
Cuando termino de cambiarme, el teléfono suena, es Be. Para qué será que me llama, ella seguro quiere saber porque no fui a la universidad. Desconecto el Bluetooth tomando la llamada.
-Hola Be - contestó, pero se escuchan ruidos al otro lado.
- ¿Cómo estás? ¿Fuiste a la universidad? – hace muchas preguntas.
-No ¿Por qué? Ya estoy por salir para ingresar a la segunda clase ¿y vos?
-Tampoco fui. ¿Te paso a buscar? – me ahorro el boleto en el autobús.
-Si claro, gracias.
No responde por lo que cuelgo poniendo el aparato en el escritorio, revuelvo mi armario hasta encontrar el bolso azul, saco de unos de los cajones la carpeta en donde tomo apuntes. Peino rápido el pelo en una coleta alta tomando las cosas ya lista bajo deprisa las escaleras. Mis ojos buscan a mamá, pero no hay nadie en la sala, un auto toca bocina que no me da tiempo a desayunar ni beber café. Es lo que pasa por levantarme tan tarde.
Da igual comprare algo en la cafetería, corro hacia el auto blanco estacionado al frente. No es el vehículo de Be, me acerco cautelosamente hasta que alguien baja la ventanilla.
-Dale sube - dice mi amiga que lleva puesto lente de sol.
¿Quién será el conductor? Me pregunto mentalmente abriendo la puerta trasera, introduzco una pierna, luego la otra. Adivinen quien es nuestro chofer de hoy, Tian, nunca creí que Be traería a su hermano como chofer.
- ¿Adivina qué? - se pone de costado para verme a los ojos - Mi amado hermano se ofreció a llevarnos.
-Qué bien - es lo único que alcanzo a articular.
Él también usa lentes negros, la radio suena de fondo y con sus dedos tamborilea en el volante. Su cabellera esta desordenada, su camisa blanca doblada a la mitad de los brazos y silbando como si nada pasara.
Mis nervios me obligan a morderme las uñas, no puedo ver que expresión tiene porque sus lentes lo cubren, Be canta una canción que pasan en la emisora "amor prohibido" de Selena Quintanilla. Él no habla solo conduce es lo que me incomoda.
Bajamos en la entrada con dos minutos de retraso, veo perderse el auto en la esquina, mi amiga tira de mi brazo para que entremos. El profesor ya está dando clases cuando Be da varios golpecitos pidiendo permiso para ingresar.
Nos fulmina con la mirada, pero se apiada de nosotras y nos deja pasar. Escucho como habla ni siquiera he tomado nota de todo lo que dijo. Mis neuronas han muerto intentando concentrarse. Lo que ocupa lugar en mi mente es ¿Por qué Tian ni siquiera me saludo? Es algo sumamente triste.
Es fácil saberlo, él no te conoce.
Habla mi conciencia y tiene razón, no hay motivos para estar deprimida. Tampoco nunca sabrá quién es purpura será lo mejor. Debo olvidarlo cuanto antes sino me volveré loca.
Luego de cuarenta minutos de parloteo del profe termina la clase, nos dirigimos a la cafetería ya era hora, mis tripas libran una batalla en mi estómago por quien se come primero. Tomo una charola, esperando mi turno a ser atendida.
Ya con mi pedido en manos nos sentamos en una mesa en el centro, es bastante amplio el lugar por lo que hay varios lugares disponibles. Lo primero que hago es beber el café, es un alivio al ya no sentir crujir mi estómago.
- ¿Por qué el día de la fiesta te fuiste sin despedirte? – pregunta Be bebiendo sorbos pequeños de su taza.
-Porque ya era tarde, y además estaba sola - contestó dejando el café en la mesa, - sabes que no me gusta quedarme sola en un lugar donde no conozco a nadie.
-Ya lo sé - su mirada está centrada en su ensalada de frutas - me perdí cuando mis padres llegaron estaban furiosos conmigo.
- ¿Por lo de la fiesta? – preguntó, pero debí imaginármelo ya que presencié esa escena, claro que en otras circunstancias.
Ella asiente, el silencio invade nuestro espacio, aunque creo que no es solo eso. Hay algo más que la preocupa. También es ahí que recuerdo lo de su novio, lo que vi en la cocina y no me animó a contárselo.
Intentare averiguar qué le pasa sin herirla con lo que vaya a decirle.
-Be ¿te pasa algo más? – levanta su cabeza mirándome fijamente.
-Si paso algo, pero no sé cómo contarlo - estiro mis manos tomando las de ella - Jesús me engaña con otra.
-Ya lo sabía - pero "eres tonta Martina" me regaño yo misma - no es que lo se hace tiempo no. Lo vi con una chica besándose el día de la fiesta.
-Mi hermano estaba en lo cierto - dice apenas en un susurro evitando llorar.
Le acerco un pañuelo descartable para que se seque sus lágrimas, hoy estoy sensible ya que también lloro junto a mi amiga. La charla se extiende un poco que no nos damos cuenta que faltamos a la última clase, así que lo único que hacemos es retirarnos a casa. A Be la llevo su padre y a mi pues me toco volver en el autobús, no me quejo es mi realidad.
Hoy es día laborable por lo que tengo que trabajar. Estando en casa no hay ningún ruido, pero uno viene de la cocina es mamá picando verduras. Le doy un beso en la cabeza y paso a tomar agua. El aroma que sale de las ollas es delicioso, que me da hambre. Mamá solo sonríe cosa que es típica en ella.
En mi habitación suena la canción "peaches" de Justin Bieber a todo volumen mientras ordeno, estoy tan concentrada en la melodía que no me percate que me esperaban para almorzar. Desciendo rápidamente las escaleras que casi me caigo, ya todos están en la mesa solo faltaba yo.
La conversación es muy entretenida, siempre he dicho que la familia es lo mejor que dios me ha dado. Sonrió ante las ocurrencias de mi padre, tan cariñoso, amable y divertido. Hacemos sobremesa tomando café, el único que no participa es mi sobrino. Ayudo a Lucia a lavar los platos entre bromas, sin embargo, la curiosidad me gano como siempre.