Martina.
La luz me impide abrir los ojos por lo que tengo que hacer sombra con mis manos para ver donde estoy. ¿Qué es este lugar? Todo es blanco, llevo puesta una bata de hospital y no hay nadie. Justo se abre la puerta entrando Tian, ¿Qué hace él aquí? Son preguntas sin explicación, no recuerdo mucho porque me duele la cabeza.
¡Auch! otra puntada más.
-No te levantes - estoy alucinando o soñando que alguien me pellizque si es lo contrario.
Claro que no estas soñando, boba.
- ¿Te duele la cabeza? – pregunta el médico – Debe de ser por el golpe, te quedaras unas horas más en observación.
Deja la receta de los analgésicos que debo tomar, se retira y no sé si le preguntó qué paso o no. Se siente la incomodidad, no parece un hombre intimidante.
- ¿Qué me sucedió? – se da la vuelta para contestar.
-Te desmayaste.
-Gracias, ya puedes irte. Yo me arreglare sola no se preocupe - sostengo con una mano la cabeza como si así pasará el dolor.
-Me quedare hasta que te den el alta - ojalá no se fuera nunca.
Cuando trato de permanecer alejada de él, él viene a mí, el destino está siendo cruel conmigo y mi corazón débil ante la tentación.
Su teléfono suena, sale a hablar afuera y quiero ir al baño. Bajo muy despacio un pie, luego el otro me agarro de la cama para caminar, pero un mareo aparece haciendo que casi me caiga de narices. Digo casi porque mi príncipe llega justo a tiempo agarrándome del brazo impidiendo que me dé un golpazo.
- ¿A dónde vas? – sus ojos azules se encuentran con los míos.
-Quiero ir al baño - de verdad quería ir.
No, querías que él te acompañe.
-Bien, te voy a acompañar.
Me pilla de la cintura pasando su brazo debajo del mío y el otro por arriba de su cabeza. Es ahí que me impregna su olor a menta tan delicioso.
Y si te desmayas de nuevo ¿Para qué te alce en sus brazos?
Dice mi otro yo, no sería mala idea, aunque me abstengo de seguir las locuras de mi voz. Él se queda esperando en la puerta. Ahora siento los efectos del golpe, apoyo mis manos en la pared para llegar al inodoro.
Después de unos breves minutos salgo, él me ofrece su mano, la tomo para agarrarme de nuevo. De nuevo subo a la cama, me ayuda colocando las piernas arriba.
- ¿Cómo es tu nombre? – en serio no me recuerda. Eso me hace desviar la mirada hacia otro lado.
No quiero que vea mi cara de tristeza, trago grueso y le contestó su pésima pregunta.
-Martina - se sonríe.
Madre tierra trágame y evítame sufrir por una persona que no me reconoce, ni por ser la amiga de su hermana. Ojalá todo fuera diferente.
Evito llorar en su presencia, aunque una lágrima rueda por mi cara secándola con la yema de los dedos. Él se pasea de un lado hacia otro con las manos en la cintura.
-Ya te puedes ir, de verdad – insisto con la idea.
-No, ya te dije que te esperaré para llevarte a tú casa.
Que tortura, en serio ¿Se preocupa por mí? Es una ilusión demasiado alta para un corazón enamorado.
Si como digas. ¡Te mueres por él!
Siempre tú interrumpiendo mis pensamientos, ya vete, desaparece de mi aturdida cabeza.
-De seguro voy a perder el trabajo. Seré despedida por ser torpe - digo captando su atención.
-Yo hablaré con tu jefe, no te preocupes - que generoso es.
- ¿Pasa algo? Lo digo porque estas muy inquieto.
-Si pasa algo, no es de importancia.
-De verdad te puedes ir, yo me iré en un taxi - mejor dicho, me voy a ir en autobús.
-Yo te dije que te voy a llevar. Voy a hacer unas llamadas en seguida vuelvo.
El dolor de cabeza seso un poco, intentare dormir. Apenas cierro los ojos se hace presente Tian en mi mente. Cada minuto que paso a su lado es un infierno, pierdo fácilmente la cordura.
Reviso el celular por si tengo mensajes de mi familia. Al parecer no se enteraron de mi percance, mucho mejor así.
El doctor hace acto de presencia nuevamente para darme el alta, "mi salvador" también entra. Firma unos papeles para que me dejen ir.
Yo lo tomo del brazo caminando a la salida del hospital, espero un momento, él va por su automóvil y luego nos vamos. El silencio nos envuelve.
A él se le nota que está preocupado, algo le sucede, pero como no soy nadie para saber mejor no indago en lo que no me incumbe.
De fondo suena una canción triste que me estruja el alma, quisiera abrazarlo, acariciarlo y besarlo. Me siento tan miserable por amar a quién no me corresponde.
Pide la dirección, se la doy y llegamos mucho antes de lo que esperaba. Desabrocho el cinturón dándole las gracias por ser tan atento conmigo, quiero bajar para terminar con mi remordimiento de amarlo, pero una puntada en mi cien me hace tambalear, él me sujeta impidiendo que aterrice en la vereda.
No sé en qué momento estuvo a la par mía. Ahora lo miró de cerca, su mirada es triste, siento que él no está bien.
Se lo agradezco por salvarme nuevamente, me acompaña hasta la puerta. Lo que es sumamente raro es que no habla, solo asiente con su cráneo, como robot.
Se gira volviendo al auto desapareciendo ante mi atenta mirada.
Quejándome de los dolores ingreso, ya es un poco tarde, encuentro a papá mirando televisión en uno de los sillones. Al ver mi estado corre a ayudarme con expresión interrogativa de que te paso.
Omito muchas cosas del "pequeño" accidente que sufrí para no causarles problemas, llegó al sillón y agarrándome la cadera me recuesto. El dolor es bastante fuerte que repercute en todo mi cuerpo.
Papá se acerca con un vaso de agua, también me alcanza la medicina, espero que eso calme un poco el dolor.
De espalda hacia la televisión intento dormir nuevamente. Ya no sé cuántas veces he dormido en el día parezco un oso perezoso. Sonrió por esa idea.
-Tian ¿Qué haces aquí? - Le preguntó, pero no responde está parado al borde de una baranda llorando. Se escucha el sonido del mar.