Tian.
Luego de hablar con Púrpura me siento más relajado, pero tengo dudas si ese es su nombre. Me río al pensar en ella, no he olvidado su perfume.
Antes de conversar con el señor John Ceballos voy directo al baño. Demoro como unos quinces minutos en ducharme. El agua corre por mi cuerpo generando una sensación de alivio. Seco con cuidado cada parte.
Los golpes en la puerta no tardan en hacerse presente, no van a entrar porque le puse llave. Ya debe haber vuelto mi padre y quiere que baje para que hablemos.
-Hijo abre la puerta – suplica mi madre desde el otro lado.
Rápidamente me colocó una remera para cubrir mi torso desnudo, al abrir la puerta encuentro los rostros de Be y de mamá. Se ven afligidas, preocupadas y tristes, lo están antes de tiempo.
Cuando les comunique mi decisión no me verán por varios días. No pretendo darle sufrimiento a ninguna de las dos. Pero prefiero ser valiente y no arrepentirme en unos años.
Las dejó pasar sé que van a insistir en una situación que ya no tiene remedio.
- ¿Qué quieren? Aún no me he cambiado - los ojos hinchados de mi madre me generan un profundo dolor.
-Papá ya ha regresado – habla mi hermana – quiere hablar con todos en el estudio.
-Está bien, en un momento bajo.
El silencio se hace entre los tres, yo espero a que salgan para cambiarme y terminar de una vez con esto.
Be me abraza repentinamente dejando algunas lágrimas en mi ropa, mamá no puede contenerse al vernos así que también se une a nosotros.
Tengo que ser fuerte para no permitirme llorar teniendo en brazos a las dos personas que más amo en el mundo. Mi hermana conoce mi carácter que sabe que no voy a aceptar nada de lo que él quiera.
Las obligo a que me dejen solo de una vez. Ya listo bajo a la sala, no hay nadie, entonces camino al estudio. Antes de presionar el picaporte para entrar suspiro un par de veces dando inicio a una batalla ridícula.
Papá sentado en el trono del rey detrás del escritorio, mamá y Be en las sillas al frente de él. Su mirada es intimidante en su posición parece un hombre de hierro. Quisiera que la charla fuera de los dos solos y que no se involucren como rehenes a las mujeres que dice querer.
Cuando voy entrando mamá agacha la mirada, es muy común de ella. John bebe de su whisky más caro que tiene en su estante detrás suyo.
-Bien aquí me tienes ¿De qué quieres hablar? – él absorbe el humo de su habano para expulsarlo lentamente.
-Se paciente hijo mío – esas palabras causan irritación en mi – falta una persona para dar inicio a esta sencilla reunión.
Hace varios días Be me comento que papá estaba arreglando un casamiento para su único hijo. Era de esperarse de sus intenciones porque le dije que no quería casarme por el momento. Pronto lo hará con Be también no le cayó nada bien volver de viaje y ver que su hija organizo una fiesta para su novio que la engañaba con otra, eso lo hizo enfurecer tuve que intervenir para que no le pase nada malo a ella.
Todo el mundo cree que mi padre es un sol de persona, pero no es así solo tiene una máscara que se quita al llegar a casa. En los últimos años empeoro, no se soportaba ni él.
Su actitud dejaba mucho que desear, contracte un detective porque todo parecía muy sospechoso sobre todo los viajes imprevistos. Tiene una amante con mucho cuidado se lo dije a mi madre, pero lo que me lleve fue una bofetada, definitivamente no ha creído nada de nada. Deje de insistir en el tema, ella se niega a ver la realidad que la golpea todos los días.
Sacudo la cabeza volviendo a la conversación en el estudio, el timbre suena y Be me pregunta con la mirada ¿Quién es?
- ¿Quién falta papá? – interroga Be.
-Ya lo veras – contesta sonriente.
La empleada abre la puerta para que ingrese una mujer de piernas largas, rubia, ojos azules vestida de blanco. Sus labios pintados de rojo que no ocultan sus dientes perfectos. Es Emma Oregón, una vieja amiga de la infancia y ex compañera de la universidad. Podría decir que no lo esperaba, aunque lamento decirles que ya lo presentía, de la nada regreso de Inglaterra invitándome a cenar. Sus intenciones no eran buenas y lo acabo de comprobar.
Be la quiere tragar con la mirada, la abraza efusivamente, ellas se llevan bien. Él se encuentra fuera de lugar soy yo. Quiere que me case sabiendo que tendría chances de asociarse con su padre en un futuro debido a una unión entre ambos. No es ningún tonto.
Ni la miró a la cara tampoco la saludo, preferiría que me hubiera contado de sus verdaderas intenciones cuando tuvo la oportunidad y no que venga con un haz bajo la manga en doble intenciones.
Su padre es un poderoso empresario petrolero, Marcus Oregón, dueño de una empresa en Rusia maneja a su antojo a las personas, mi padre siempre quiso entrar en ese negocio hasta ahora que pretende usarme a mí para lograr su objetivo.
-Ya que estamos todos – ella se sienta en el otro extremo del sillón – voy a comunicarles la gran noticia para las dos familias.
Ni lo miró mientras habla solo busco los ojos de mamá. Me pierdo el monólogo de mi señor padre en algún instante. Apoyo el codo en el escritorio colocando la mano debajo de la quijada y el pulgar en los labios.
-Yo y el señor Marcus, el padre de Emma hemos decidido que nuestros hijos se van a casar en común acuerdo entre las dos partes – su sonrisa derrocha alegría y satisfacción.
Si pensaba que la noticia iba a ser bien recibida se equivocó en este punto. La seriedad en mi cara no se lo esperaba, todos sonríen menos yo.
- ¿Qué opinas Tian? – me habla Emma.
-Te voy a decir que opino – con las manos en los bolsillos me levanto – a mí nadie me ha pedido mi opinión o consentimiento para un acontecimiento como este.
Eleve un poco mi tono de voz que los asuste a todas. Emma pierde su falsa sonrisa de un momento a otro, pensaba que aceptaría sin pensarlo, obvio que no voy a decir que sí.