Be.
Martina cree o piensa que no me he dado cuenta que ama demasiado a Tian, quedo atónita desde que lo conoció. Sus ojos no mienten cuando lo ve, aunque no le hable, ni la mire, ella lo observa embobada perdida en su figura.
Ya le he mandado un mensaje para que charlemos, pero no contesta ni siquiera lo ha leído. Después de la fiesta Tian la llevo a su casa, muchas cosas deben haber ocurrido entre ellos.
Sería un bruto si mi hermano aún no se da cuenta de sus sentimientos hacia él. Por eso ya hice un plan, en donde nos encontremos por casualidad, los cuatros. Es decir, yo y Romeo, Tian y Martina en una heladería.
Ya le avisé a Ro cuál es su papel en este juego. Pero antes descanso un rato porque mis ojos son como espinas punzantes por el desvelo.
Luego el insistente celular suena despertándome de un humor de perro. Desbloque la pantalla siendo mi madre la que llama ¿Qué querrá? Me preguntó.
Antes de marcarle, muevo los pies al baño para lavarme la cara, seco mis manos en la toalla y tomo el aparato apretando el número de mamá. Suena una, dos, tres veces apareciendo el buzón de voz. Hago la misma operación de nuevo, nada. No hay repuestas de su parte.
Si necesita algo volverá a llamarme. No tengo muchas ganas de salir, pero ya le comuniqué a Romeo que seremos cupido por un día. Regreso al sanitario para darme una espectacular ducha que renueve mis energías.
En quince minutos salgo envuelta con un toallon, camino en pantuflas al vestidor, viendo las opciones disponibles para usar en un día sumamente caluroso. Busco algo súper cómodo.
Estando lista veo que mi amiga no ha contestado, es obvio que está evitándome y ya sé su motivo. Eso no importa porque la sorpresa que se va a llevar ni en sus mejores sueños se la espera.
Moviendo mis caderas, colocó el bolso en el hombro, gafas de sol y bajando con delicadeza llego al pie de la escalera. Afortunadamente no hay ni un alma en la mansión, avanzo hasta el garaje; saco la alarma antes de montarme en el auto. Conduzco a velocidad normal, el domicilio de Martina es bastante retirado del centro de la ciudad, tarareando la canción "Bichota" de Karol G esquivo autos en la carretera.
Estaciono en la acera de su casa, al salir el calor insoportable me abraza odiándolo cada día más, toco el timbre. El señor Carlos abre la puerta con una enorme sonrisa.
-Don Carlos ¿Cómo está? – soy amable porque también lo es conmigo – Martina ¿se encuentra en casa?
-Bien y ¿usted? – creo yo no ser tan vieja – arriba en su habitación la vas a encontrar. Volvió en la mañana.
Excelente dato siendo un poco indiscreto. Se hace a un lado dejándome pasar, no me acompaña ya sé dónde es su cuarto, escalo rápido. Llego agitada a su puerta quiero girar el pomo, pero esta no abre. Me pongo rabiosa cajeando la puerta hasta que mis manos duelen y se ponen rojas, se encerró con llave cuál será su excusa.
Impaciente espero a que se digne a abrirme todavía tiene las sábanas pegadas en la cara, refregándose los ojos la aparto pasando como relámpago que se va a estrellar. Visualizo un sillón cerca de la ventana y saco el abanico para aventarme. Me imita esperando que diga algo al respeto, pero esta vez no la presionare. Le daré el tiempo suficiente para que tenga confianza en mí y cuente lo que paso.
Su cara pálida, llena de ojeras y bolsas la delatan, aunque su mirar hay un destello de tristeza. Ojalá mi hermano no la haya lastimado porque lo cortare en rodajas si lo ha hecho.
Se sacaría la lotería sí viera con otros ojos a Martina, en cambio le encanta pasar la noche con niñatas de plástico, engreídas y tontas, son casa fortunas de las buenas que no le llegan ni a los talones a mi amiga.
Amablemente le pido que se cambie para ir a tomar un helado, sé que va a negarse.
-Be de verdad no tengo ganas de salir.
-Pues charlemos aquí de lo que sucedió con mi hermano – digo pícaramente.
-Te acepto el helado, dame unos minutos para alistarme.
Buena táctica niña, pero no te escaparas fácilmente de todo lo que quiero saber.
Muevo el abanico hacia un lado y otro observándola cambiarse para salir, demora un poco al peinarse. Ya empezaba a dolerme la cola de estar tanto tiempo sentada así que estiro mis extremidades antes de caminar hacia la puerta.
Descendemos por las escaleras, sus padres están en la sala, le avisa que se va conmigo, pero su madre la fulmina con la mirada.
Es impresionante el calor que hace a fuera que ni se soporta el aire que respiramos, avanzamos al auto y enciendo el motor ya adentro también prendo el aire para refrescarnos.
En el estéreo se reproducen varias canciones una tras otra, ninguna de las dos emitimos palabras. Por su actitud pasaron cosas que a ella le dolieron.
No pretendo indagar ahora mismo respetare su tiempo, sin embargo, voy a conversar seriamente del asunto con mi hermano. Es duro verla así haciéndose la fuerte y amando a una persona que no te corresponde. Yo misma lo viví en carne propia. Amando a un idiota que no lo merecía.
Su mirada va perdida en la ventanilla. Manejo, relajada hasta el punto de encuentro, muerdo los labios para no reírme ahuyentando a la presa. Salimos, Martina va detrás de mí, los ubico con la mirada en la última mesa alejada de la entrada, están de espaldas. Ella imita mis movimientos, abre grande sus ojos al ver a Tian en la mesa dándose la vuelta para huir, sujeto su brazo obligándola a sentarse.
Ni un momento la suelto, Tian no le puede sostener la mirada avergonzado, eso confirma mis sospechas. Todos nos saludamos por cortesía.
Martu se siente sumamente incomoda con su presencia, el chico encargado de tomar los pedidos rompe la tensión por un momento, luego él se va y sus cabezas cabizbajas lo dice todo.
Miró a Tian y lo fulmino con la mirada, hace el amague de retirarse, pero no lo dejamos moverse del lugar. Nuestra salida parece un velorio.