Martina.
Todo ha sido un desastre desde esa maldita noche, me niego a volver a reproducir sus palabras que desgarran mi alma. Todo duele hasta me cuesta respirar. El aire comienza a faltarme estoy a punto de abrir la puerta y las lágrimas no cesan, necesito tranquilizarme porque no quiero dar explicaciones a nadie, ni mucho menos a mis padres, no lo entenderían.
Trago un nudo que se formó en la garganta, seco con la manga de la campera que tengo puesta mis ojos y suspiro para tranquilizarme. Ingreso, pero hay un silencio sepulcral, estiro el cuello revisando que no haya moros en la costa y rápidamente subo las escaleras como huyendo de la tormenta.
Cuando menos me doy cuenta entro a mi habitación, encontrando a Lucia sentada cruzando sus piernas, silbando plácidamente.
- ¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendida de su presencia en mi cuarto.
-Porque te llevaste mi vestido sin ninguna autorización mía – el tono molesto que emplea, es que está muy enojada conmigo. - ¿Por qué?
-Te deje una nota avisando que tomaría tu vestido prestado – fuerzo una sonrisa con todo el dolor de mi alma.
-Debiste avisarme o pedirme prestado las cosas antes de tomarlas.
- ¡Lo siento! – exclamo – no lo volveré a hacer.
Blanquea los ojos levantándose y planchando su vestido, me corro para que pase desapareciendo de mi vista, yo suelto el aire retenido. Pensé que la pelea iba a ser más dura, nunca se da por vencida.
Aviento la cartera sobre la silla con el mayor odio que pueda tener tirándome boca abajo en la cama, agarro una almohada con los brazos dejando salir el llanto que no es leve sino fuerte y muy doloroso.
Las lágrimas abren una herida profunda difícil de ocultar, sanar y olvidar quien las provoco. Duele, duele tanto perdiendo todo animo de seguir adelante. Solo es la sensación del momento después dolerá menos, pero los recuerdos van a atormentarme para siempre.
Esas malditas palabras que salieron de su boca son la causante de mi desgracia. Y para colmo yo resistía delante de él creyendo ser fuerte, una y otra vez me mentía a mí misma.
Mis ojos, oídos y un corazón necio guardaban una esperanza totalmente tonta, solo quería una mínima posibilidad, sin embargo, de tanto esperar esa esperanza desapareció de golpe. Ahora tengo un corazón roto, el alma deshecha y mis ojos no paran de soltar lágrimas.
¡Por favor ya basta! Deja de llorar por alguien que no te corresponde.
Mi otro yo habla dándome aliento porque ella sin mí no existe. Hoy debo desahogarme, mañana será un nuevo día por eso me permito sacar todo el dolor acumulado que tengo dentro de mí.
El celular empieza a sonar, no hay ganas de hablar con nadie, mis energías las he perdido en algún lado, donde no lo sé.
Meto la cabeza debajo de la almohada, la habitación esta oscura solo entra un poco de luz a través de la cortina entre abierta. El aparato no ha dejado de sonar, quiero estrellarlo contra la pared. Obligadamente elevo medio cuerpo para ver la pantalla y apagarlo, son notificaciones de Facebook, más bien mensajes también llamadas perdidas de Be.
Ella no va a dejar de molestarme, es muy perseverante cuando quiere saber algo. Las ganas de hablar con ella se esfumaron desde que volví, vendrá a buscarme de un momento a otro, espero que no sea hoy. Mi estado es deplorable, angustiante y agotada de salir herida siempre.
Quizás no soy la persona adecuada para él o quizás no merezca su amor. Hoy pienso demasiadas tonteras, últimamente.
Los pies hacen el intento de moverse, pero mi cuerpo se resiste a ir algún lugar solo quiere dormir, dormir y dormir. Ojalá así olvidara lo que paso o estoy inmersa en una pesadilla que no puedo despertar, la depresión me hace delirar demasiado.
Pego el rostro abrazada a la almohada, cierro los ojos para tratar de dormir, aunque inmediatamente sus ojos color de mar aparecen con una perfecta sonrisa, sacudo la cabeza abriéndolos de golpe. Así nunca me lo sacare de la cabeza.
Para distraerme debo caminar hasta el escritorio, prendo la computadora porque la curiosidad comienza a matarme. Los mensajes son de una mujer que no tengo en la lista de amigos.
Ingreso al perfil de Púrpura, no hay nada. Es mejor que elimine este perfil falso trae recuerdos de algo que no será jamás nunca en la vida. Pero no voy a tomar una decisión precipitada es mejor pensarlo unos días.
Entro en mi verdadero perfil, los mensajes empiezan a llenar la casilla con tanta insistencia. ¿Quién rayos es Emma Oregón? Presiono para dar una mirada a su perfil cuando veo su foto, mi mandíbula se cae al suelo de la sorpresa. Es la misma chica que saludo a Tian en la discoteca.
Veo sus aterradores mensajes descolocándome por completo. ¿Qué le pasa a esta mujer? No he hecho nada malo para merecer sus insultos y amenazas. El último mensaje llama mi atención leyéndolo varias veces.
Emma Oregón: Tian y yo nos vamos a casar muy pronto espero que puedas entender que estamos muy enamorados. Y no voy a permitir que tú interfieras en nuestras vidas. Besos.
¿A esta loca que le sucede? Perdió varios tornillos al salir de la panza de su madre, seguramente. Será cierto ¿Qué se van a casar? La única persona que puede resolver esa duda es Be.
¡Ya deja de torturarte con una idea ridícula!
Si es ridícula, pero al menos quiero saber si es verdad o no. La duda atacaría a lo poco que queda de mí. Muerdo mis uñas debatiendo conmigo misma si debo preguntarle a su hermana o dejar todo como esta.
Muchas cosas no son claras, qué más da, ellos se deben amar mucho como para decidir casarse. Otro pedazo cae de mi corazón. Será duro reconstruirlo.
Desde mañana juntare los pedazos para volver a reconstruirlo de cero. No es sano estar tanto tiempo lamiendo mis heridas y no hacer nada al respeto. Cierro la página, dirigiéndome al baño.
Una ducha helada puede que calme mis nervios. El agua deslizándose por todo el cuerpo tapa las lágrimas que salen confundiéndose con el color transparente. Unos instantes tiro para atrás la cabeza, los chorros de la lluvia golpean mi cara cayendo al piso y perdiéndose en la alcantarilla.