Tian.
Después de la visita que le hice a Martina creo que es la mejor decisión que voy a tomar, pero primero debo hablarle con la verdad.
Sé que ella está muy preocupada por la salud de su abuela y no es el momento para tocar el tema de Púrpura, confió en que pronto me dirá lo que pasa si es que mis sospechas son ciertas.
Emma está siendo un dolor de cabeza, su insistencia por hablar conmigo no me deja en paz. Solo trato de darles largas al asunto, en estos momentos ella ya debe estar esperándome para charlar.
Dejo el auto en el aparcamiento por el parabrisas la veo ubicada cerca de la ventana, con pocas ganas desciendo, aprieto el botón de la alarma y avanzo hasta el interior del lugar. Emma parece entretenida con su celular o se hace la tonta porque levanta su cabeza mostrando una sonrisa de suficiencia.
-Al fin viniste – toma de su taza un sordo – ya empezaba a molestarme por tú tardanza.
-Deja de quejarte que eres la menos indicada para reprocharme algo – un joven se acerca a anotar mi pedido.
-Ya podemos hablar ¿de lo que nos incumbe o no? – cruza sus brazos y ese aire de ser la mejor, odio – porque me hiciste esperar tanto días para decirme ¿Que no te vas a casar conmigo o qué?
-Estas en lo cierto – el joven deja en la mesa la taza y se retira – pero lo haremos a mi manera ¿De acuerdo?
- ¡Como el señor quiera! – sabe que no tiene otra opción – sin embargo, quiero una súper fiesta para celebrarlo.
-Sí, no me opongo – para que vean tú cara de humillada en el altar, seguramente me vas a odiar más después de lo que haga.
-La boda será en un mes – es demasiado tiempo, aunque tengo que solucionar las cosas con Martina – Entre nosotros no habrá ninguna muestra de cariño, ni mucho menos tendremos relaciones sexuales – se borra por completo su sonrisa – será un matrimonio de apariencias y si es necesario firmaremos un contrato.
-No estás hablando en serio ¿verdad? – se oye molesta.
-Muy en serio, eres tú la que me amenaza y confabula con mi padre para enredarme en tus mentiras. Lo que dije es lo que te ofrezco, tú decides si aceptas o no.
-Lo voy a aceptar ya que no tengo más opciones – mi padre estará satisfecho con saber que si me casare por el momento – solo que vivamos en mi casa ¿Quieres?
-Lo pensare y te comunico mi respuesta.
-Tian – se estira sobre la mesa - ¿Qué hay con Martina? ¿Ya sabe que te vas a casar conmigo?
-A qué viene tú pregunta – el café sabe un poco amargo como me gusta, aunque el que Martina me dio ayer fue mucho mejor.
-Martina ya sabe que estamos organizando nuestra boda – peleo conmigo mismo para no matarla – yo se lo dije.
-Emma no te metas en donde no te llaman porque no te gustara mi reacción y terminare con este maldito acuerdo – apretó los dientes con tanta rabia.
-No es para que te enojes simplemente le estoy evitando un sufrimiento mayor.
- ¡YA! – grito llevándome las miradas de todos los presentes – con ella no te metas.
-No te alteres – es hora de irme porque explotare con solo una palabra que diga de ella - ¿A dónde vas?
-A mi casa – alza sus cosas y la veo moverse coquetamente hacia la salida. Dejo el dinero y la propina al mozo haciendo lo mismo que ella.
Estoy en la vereda viéndola parada al lado de mi automóvil. No pretenderá que la lleve porque efectivamente no lo haré.
- ¿Qué haces? – retiro mis gafas de la camisa para ponérmelas.
-Esperando que me lleves – esta mujer es una piedra en el zapato ya no veo la hora de deshacerme de ella.
-Eso no lo haré – cambia su postura cruzándose de brazos – pídele a tú chofer que pase por ti.
-Que poco caballero resultaste ser Tian – sí lo estoy siendo. Su queja tiene mucho efecto en mí, aunque igual me negare a llevarla.
-Contigo no tengo que fingir Emma – la dejo ahí y subo en el coche.
-Te vas a verla ¿cierto? – grita dando golpes en la ventanilla.
Sin embargo, no es suficiente para detenerme así que entro a la carretera de inmediato, antes que se tire delante del capot. Es realmente insoportable, pero me da miedo que le haga daño a Martina. Sí lo sabe porque no dijo nada, la única persona que puede sacarme la duda es Be. Me detengo en el semáforo, busco en el bolsillo de mis pantalones el celular, marco a mi hermana para saber dónde se encuentra.
-Be ¿en dónde andas? – parece dormida todavía porque solo oigo monosílabos – necesito hablar contigo ¿sí?
-En serio vas a hacerme levantar, hermano – aún está durmiendo.
-Sí hermanita porque quiero saber una cosa y solo tú puedes decirme la verdad.
-Bien, pero tráeme café y unas medias lunas.
-Como desee mi reina – se escucha una pequeña risa – te encuentras en la casa de Romeo ¿verdad?
-Sí, besos no vemos en un rato.
Cuelga la llamada, me desvió del camino para ir a una cafetería y comprar lo que me ha pedido Be. A ella le encanta el café suave con un toque de canela, en cambio a mi es esencial que sea amargo y apenas un chorrito de leche. La dueña de la cafetería "Cristo Rey" me recibe el pedido trayéndolo en veinte minutos, este es el mejor sitio para beber café.
Luego dejo el lugar regresando al coche que espera con las balizas encendidas. Tengo una mezcla de humor, por un lado, no puedo dejar de pensar en ella y por otro, lo que dijo Emma me tiene aturdido y muy molesto, no creo que se haya atrevido a tanto.
Manejo en una desolada ciudad porque es muy temprano para ser un jueves oliendo a fin de semana. El cumple de Be ya no tarda en llegar, por la situación que atraviesa su amiga es muy posible que no podremos celebrar como queremos.
No tardó en llegar a casa de mi amigo, ahora cuñado, como siempre Toqui sale a darme la bienvenida salta sobre de mí y empieza a lamerme la cara, es muy cariñoso también su pelaje muy suave al acariciarlo.
Una soñolienta Be se para en la puerta refregándose los ojos y el cabello desarreglado. Toqui se mete a la casa y vuelve con la pelota en su boca, amaneció con ganas de jugar. Así que revoleo en el aire su juguete atrapándola sin ninguna dificultad sin dejar de mover su cola.