Todo comenzó con una solicitud de Amistad!!! (borrador)

Capítulo n°34: "Días de puro amargura".

Martina.

Después de lo que me dijo Tian he pensado en miles de posibilidades para alejarme para siempre de él.

Necesito sacarlo por completo de mi vida, además debo eliminar toda clase de ilusión que albergaba mi corazón. Si alguna vez creía que algo cambiaria entre nosotros, hoy más que nunca lo veo imposible.

Su boda ya está cerca y eso me tiene bastante mal, triste que ni ánimos de ver a mis amigos tengo. Mis padres regresan el miércoles porque esperan la notificación del juicio. Eso me da un poco de miedo, ya que, si ellos ganan, nosotros perderemos la casa en la que vivimos.

También pienso seriamente despedirme de Púrpura, Tian insiste en querer conocernos en persona. Es lo que da vueltas en mi cabeza, aunque Lucia dice que él merece conocer mis motivos por lo que invente una cuenta falsa. Pero eso me da mucho miedo porque las cosas pueden empeorar.

Por otro lado, Nicolás ha estado invitándome a salir y yo solo le doy largas para que se canse de insistir. Sin embargo, es todo lo contrario. Viene muy seguido por aquí que invento cualquier excusa para no recibirlo.

Mi hermana piensa que lo mejor es hablarle con la verdad sin estar ocultándome todo el tiempo. Puede que tenga razón, pero mi corazón ya ama a alguien que será difícil olvidarlo, peor siendo su hermana mi mejor amiga.

Lucia quiere que le dé una oportunidad para tratar de salir del encierro en el que estoy últimamente. Me resisto, aunque no puedo permanecer para siempre encerrada.

Por estar tan dispersa, sumida en otra dimensión reprobé un trabajo importantísimo para mi carrera de abogada. La concentración se fue desde el cumpleaños de Be, sus palabras salidas de su boca me causan un dolor insostenible. He tratado de ocuparme en otras cosas para tratar de bloquear su voz reproduciéndose en mi mente, pero es muy complicado, ya que me lastimo de la peor manera cuando creía que ya todo estaba mejorando entre nosotros.

Hoy es martes, y como es de costumbre después de volver de clases tengo que esperar el autobús. No he visto ni a Lucas, ni a Be tampoco me han llamado. Yo menos lo quiero hacer, me siento totalmente cansada emocionalmente que ni ganas de caminar hay.

Mis ojos no paran de llorar con solo oír una canción, es tan frustrante sentirte así porque no encuentras una solución para el dolor que estas experimentando en estos momentos.

Antes de poner un pie en los tres escalones que tiene el vehículo, escucho que alguien grita mi nombre.

- ¡Martina! – primero giro para el lado izquierdo, luego para el derecho viendo una figura conocida que se acerca.

Le cedo mi lugar a la siguiente persona, espero que Nicolás llegue. El chico bastante fornido, cabello castaño claro y ojos color miel viene corriendo, me río por sus trancos largos como un canguro.

-Hola Nicolás – me hago a una orilla y él se detiene para tomar todo el aire que le es posible para normalizar su respiración - ¿Cómo estás? ¿Por qué corres? Estas muy agitado.

-Bien, bien. Porque pensé que no te alcanzaría – se agarra poniendo en sus rodillas las manos para tomar oxigeno - ¿quieres ir a tomar un helado conmigo?

-Bueno, vamos – debo forzar una sonrisa - ¿En qué andas?

-En mi auto, esta estacionado en la acera – señala el lugar donde se encuentra, en dirección donde termina el edificio de la universidad.

-Yo te sigo – asiente sacando la llave de su bolsillo – Y Lucas ¿lo has visto?

-Para serte sincero, desde que tiene ese noviecito ni la cara le vemos – saca un cigarrillo y un encendedor – No te molesta el humo ¿o sí?

-No para nada.

Al llegar a su auto, un poco modesto, abre la puerta para que entre. No me imaginaba que tuviera esos modales de ser un caballero, cosa que ya no se ve en pleno siglo XXI. Asombrada intento enganchar el cinturón de seguridad mientras él sube con el cigarro apagado entre sus labios. Enciende el motor luego de asegurarse que nadie viniera, nos metemos en el tedioso trafico ya que es mediodía.

Muchos van apurados al segundo trabajo que les permite vivir, obvio no es mi situación, pero si la realidad de varias personas que conozco. Yo debo estar agradecida con mis padres porque sin ellos no podría estudiar.

Sin cruzar palabra nos adentramos a la avenida, lamentablemente hay un choque entre dos autos impidiendo que avancemos. Es lo que sucede a diario en esta ciudad, nadie tiene cuidado a la hora de cruzar, ni que hablar de los peatones que se pasean por donde más les conviene. Las motocicletas se meten entre los autos provocando accidentes que se pueden evitar.

-Creo que salir de este ástaco nos llevara un rato – Nicolás parece sereno, en cambio yo quiero patearle el trasero a cualquiera que se cruce conmigo.

- ¡La misma mierda de siempre! – bufo.

-Bien, puedo entender que todo esto te irrite, pero ¿por qué te sientes pésima? – intentaba disimular mi mal humor, aunque ya se dio cuenta. Yo también odio sentirme de esa forma.

Definitivamente los días de amargura parecen nunca terminar, odio sentirme mal y que otros vean con una simple mirada que estoy sufriendo por dentro. Me da mucha impotencia no poder controlar mi vocabulario, mis sentimientos y lágrimas.

-No pasa nada – frena detrás de un coche que avanza a paso de tortuga – fue mala idea venir al centro de la ciudad por un helado ¿Verdad? – ahora intento remediar mi desastroso mal genio, que me acompaña hace varios días.

-A mí me parece que tú no querías venir y que aceptaste por pura cortesía ¿estoy en lo cierto? – enarca una ceja sin quitar sus ojos del auto que tiene al frente.

-Perdón, pero no han sido mis mejores días – al fin liberan la ruta, el tránsito empieza a ordenarse – pensaba que si aceptaba sería un buen plan, aunque estoy creyendo todo lo contrario.

-Ya lo veo – quita las balizas cuando ya todo se normaliza – solo será un helado, Martina. No veo cual sea el impedimento.




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