Be.
Después de encontrarme en la universidad a mi amiga quede triste al saber que se va. Todavía sigo en shock.
Sé que ama demasiado a su abuela y que no dejaría sola a su familia así que opto por irse con ellos. Al menos hasta que ella se recupere. Sin embargo, presiento que, Martina no fue sincera del todo.
Soy una persona muy persisten así que no me quedare con la duda. Averiguare que le pasa, usa de excusa a su abuela, aunque el idiota de Tian la lastimo mucho quiero que participe de una mini fiesta de despedida.
No puede irse sin compartir con sus amigos. No somos muchos, pero siempre estaremos unidos. Es lo que quiero creer.
- ¿Me estas escuchando, Be? – pregunta Romeo bebiendo su licuado.
-No perdón, amor. Estaba pensando en Martina – le contare el chisme para que vaya corriendo a decirle al imbécil de su amigo – Ella regresa a Puerto Iguazú, allí crecieron y su abuelita todavía vive ahí. Esta muy enferma y puede que sean sus últimos días así que acompañara a su familia para despedirla.
- ¿Pero se quedará o volverá? – indaga poniendo atención a mi repuesta.
-Creo que ya no. Está tramitando su pase para el sitio a donde vivirá – no oculta su sorpresa – haremos una fiesta para despedirla ¿te gusta mi idea?
-Sí, pero sabes que puedes ir a visitarla ¿Verdad?
-Claro, aunque no es como tenerla cerca – mis ánimos decaen de solo pensarlo – sentiré que algo me falta sin su presencia.
- ¡Y yo que estoy de adorno! – exclama haciéndose el ofendido.
-Tu eres increíble – él besa mi mano – sin embargo, ella es la amiga con la cual siempre puedo hablar de cualquier cosa. Siempre estuvo en mis peores momentos, ojalá siga siendo así.
- ¿Para que existen los celulares? – trata de animarme con sus palabras y sonriendo a la vez – Cuando la necesites puedes llamarla o enviarle mensajes así se mantendrán comunicadas.
-Concuerdo contigo.
Terminamos de almorzar, él se retira porque debe revisar unos papeles en el despacho y yo levanto la mesa. La comida se me atoró en el estómago provocándome arcadas. Las reprimo porque no son tan fuertes, respirando hondo me dirijo a la cocina, depositando en el fregadero los trates.
De prisa subo a mi habitación. Realmente tengo el estómago revuelto que dando el portazo ingreso en el baño devolviendo todo en el retrete.
Siento la boca pastosa y el cuerpo cansado.
-Esa ensalada me cayó como el culo – susurro sujetándome del retrete.
Quitando los pelos que se pegaron en mi boca voy recuperando la compostura. Lavo mis dientes para quitarme ese horrible sabor también en la cara.
Romeo se fue para pedirle que me lleve al hospital, aunque no sea nada malo me siento terriblemente mal.
Camino agarrándome de las paredes para no caerme. Sentándome sobre el colchón siento un leve mareo que pasa rápidamente. Busco en los cajones algún medicamento que calme la amargura de mi boca.
Con agua trago la pastilla para luego recostarme y dormir algunos minutos antes de ir a casa de Martina. Cierro los ojos sintiéndome mejor a cada instante que pasa.
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A la hora despierto por un molesto ruido del celular. Frunzo el ceño porque me causa migraña, bastante irritada bajo los pies al suelo y así contestar la llamada.
Cuando miro la pantalla hay tres llamadas perdidas de Lucas y mensajes de Romeo. Le devuelvo la llamada porque corto antes de agarrar el aparato.
- ¿Por qué llamas, Lucas? – preguntó llevando una mano a la cabeza ya que siento que me va explotar.
-Estoy esperándote para que vayamos a casa de Martina – su voz chillona me pone los nervios de punta – quedamos en ir ayudarla ¿Lo recuerdas, Be?
-Nunca lo olvide solamente me quede dormida – defiendo mi retraso – Dentro de una hora estaré por ahí.
-Está bien, pero apúrate – parece enojado, aunque yo no le hecho nada.
Ni siquiera me permite que le conteste dejándome con la palabra en la boca. Por querer apurarme choco con el respaldo del sofá cuando quiero abrir la ventana.
No le doy importancia yendo al baño. Disfruto del agua fría quitándome la suciedad de mi cuerpo. Envuelta en una toalla salgo para vestirme e irme porque Lucas me buscara con un escuadrón de policías sino llego a tiempo como prometí.
Respondo los mensajes de Romeo para no olvidarme. En el vestidor saco un jens para ponerme y una remera sencilla que sea lo más cómodo posible, ya que es posible que nos ensuciemos al cargar cajas.
Cepillo mi pelo húmedo recogiéndolo en una coleta alta para que no moleste, con las yemas de los dedos unto crema para esparcirla por mi rostro. También perfume y algo de manteca de cacao en mis labios.
En una mochila meto mis pertenencias personales o las que yo quiero llevar. Toqui entra pechando la puerta, mueve su cola al verme y sentándose suelta unos ladridos que me asustan.
- ¡Toqui, deja de ladrar! – exclamo mirándome en el espejo.
Con todas mis cosas y llaves del auto desciendo las escaleras seguida por Toqui. Cuando abro para ir al auto, él sale primero que yo y me lleva ventaja porque lo quería dejar adentro.
Justo a la par del vehículo se para esperando que lo haga subir. En verdad, no lo puedo dejar así, lo llevo conmigo.
Colocándome en el asiento del conductor enciendo el motor, utilizo el cinturón de seguridad Toqui también lo hace. Bajo la ventanilla para que pueda sacar su cabeza mientras voy conduciendo.
Son las tres de la tarde. Lucas debe estar enojadísimo conmigo, pero se le pasara cuanto me vea.
En menos de lo que él se imagina estoy estacionando frente a la casa de Martina. Quito el cinturón de seguridad de ambos y bajo para abrirle la puerta de Toqui.
- ¡Toqui ya puedes salir!
Debo sujetarlo con mi mano porque no trae su correa puesta. Otro vehículo se estaciona delante del mío. Lucas baja con una mochila en su hombro llevando gafas de sol.