Martina.
Una semana después.
Ya ha pasado exactamente una semana. Tian se acoplado bastante bien a mi familia, aunque mi padre al principio no quería aceptarlo hasta que nos casemos.
Pero le explique que no va a suceder por el momento. Más tranquilo empezó a tener confianza en nosotros así que ya puede quedarse conmigo, en vez, de volver al hotel a altas horas de la madrugada.
En estos días mi abuela ha empeorado y ya temo el peor final. Siento una opresión en mi corazón, pero estoy feliz de haber compartido sus últimos momentos con ella. Se encuentra internada con pronóstico reservado y no tenemos otra opción que esperar.
He pasado toda la noche en el hospital junto a Tian, que no ha querido irse de mi lado. Siento los ojos hinchados de tanto llorar y pensar que no la veré más.
Fui por un café para Tian que está dormido en la silla. A veces pienso que, si él no estuviera aquí conmigo, yo no sería tan fuerte como lo estoy siendo en estos momentos.
-Tian, Tian, Tian – toco su hombro para despertarlo – Amor despierta.
Su cabello revuelto lo hacen parecer un joven adolescente rebelde, sus ojos apenas se abren y sonríe al verme. Entrelaza su mano con la mía y deposita un beso en mi mejilla.
- ¡Buenos días, princesa! – me encanta oír su voz por las mañanas, aunque no es el mejor lugar para emocionarnos por estar juntos.
- ¿Te encuentras bien? ¿No te duele la nuca o la espalda? – preguntó preocupada por su bien estar.
-Tranquila, estoy bien nada que no se pueda solucionar con un masaje – guiña su ojo haciéndome sonrojar como una adolescente que se enamora por primera vez - ¿Alguna novedad?
-Nada – niego con un movimiento de cabeza – Mamá dijo que en un rato viene para que nosotros podamos ir a descansar.
-Está bien – bebe el café sonriendo - ¿Te sientes bien? – aprieta mi mano buscando mis ojos.
-La verdad, no, pero se siento menos dolor al tenerte aquí conmigo – sus labios rosan los míos – Te amo.
-No tienes ni idea de cuánto me encanta oír esas palabras – sus brazos me pegan más a cuerpo para abrazarme – Te amo, hermosa.
Mamá llega y luce fatal. La incertidumbre de no saber que pasara nos tiene en constante insomnio a todos. Lucia le hará compañía mientras la tía cuida de Santino hasta que ella la remplace.
Acompaño a Tian al hotel para que se bañe y se cambie de ropa.
- ¿Te quedaras conmigo o tienes apuro en irte? – indaga metiendo la llave en la cerradura – No estás tan tranquila como quieres fingir ¿Verdad?
-A ti no te puedo engañar – hice una mueca de tristeza – con ella morirán muchos recuerdos, alegrías y sobre todo sus abrazos que lograban calmarme cuando no podía dormir.
-Es la ley de la vida, Martina. Tus recuerdos no se perderán si tú no la olvidas.
-Jamás podría olvidarla.
-Eso pensé – dice dándome paso para que entre – Ven, vamos a darnos un baño.
Lo mire de reojo conociendo sus intenciones. Aunque él sabe respetar mis momentos en los que quiero, y en, los cuales no. Tian me desvistió de la forma más tierna que haya podido sentir.
Metidos los dos debajo del agua puso un poco de jabón líquido en una esponja pasándola por cada rincón de mi cuerpo. Ya no sentía pudor al estar frente a sus ojos tampoco me escondía como los primeros días.
Bueno, sucedía por estar atormentada y pensar que para él solo le gustaban los cuerpos perfectos. Él me hizo entender que eso no es importante y ya ven, ahora nos estamos duchando junto sin ningún tipo de tapujos.
Su piel roza con la mía creando remolinos de fuegos en la parte baja. Giro sin darle tiempo a reaccionar y lo beso como si se agotara el tiempo que nos queda. Me deja tener el control aferrándome a sus impresionantes músculos bien trabajados, su lengua juega con la mía hasta separarnos por falta de aire.
- ¿Qué sucede, bonita? ¿Por qué tanto arrebato? – su nariz choca con la mía sintiendo su aliento en mi rostro.
-Te necesito y no me digas que no – sonríe acariciando mis mejillas - ¡Por favor! – suplico.
-Para mí es un placer complacerte.
Lo deseo tanto como él a mí, lo puedo ver en su mirada. Con mis piernas entrelazadas a su cintura vuelvo a atrapar sus labios dejándome llevar por el placer de sentir sus toques por cada extremidad de mi cuerpo.
Luego de estar saciada de él, envuelta en una toalla dejo que él se termine de bañar. Camino descalza por el piso con el cabello goteando que deja un rastro de agua por donde me muevo.
Rebusco entre mi ropa el celular por si hay alguna novedad. Tardo en encontrarlo, lo enciendo encontrándome con varias llamadas perdidas de Lucia.
El pánico llega como ráfaga de viento con dedos temblorosos logro devolverle la llamada.
-Lucia – se oían llantos - ¿Dime que ocurre con la abuela?
-Lo siento, Martina… - también está llorando – ella ya falleció.
- ¿Qué? – es lo último que digo dejando caer el aparato y sentarme en estado shock en la cama.
La sonrisa de Tian se borra al ver que no reacciono. Se acerca tomando el celular del suelo para secar mis lágrimas que ni sabía que empezaron a caer.
- ¿Martina? – creo que ya deduce que pasa – Debes cambiarte hay que ir al hospital.
-Ella… ella… - trago saliva antes de hablar – ella ya paso a mejor vida.
Sus brazos me arropan mientras intento procesar la información que me dieron. Sin ganas ni energías me arreglo para ir a su funeral. Ella pidió que no sufriera por su partida, pero no puedo hacer como si nada pasara porque duele.
Duele hasta lo más profundo de cada entraña de mi ser. Tian no dice absolutamente nada solo sujeta mi mano guiándome ya que parezco perdida en el mundo.
El auto se pone en marcha y llegamos en menos de veinte minutos al hospital. Busco por todos lados a mi familia cuando veo a Lucia no aguanto más y desplomándome en sus brazos tengo permitido llorar.