Martina.
Prácticamente pasaron dos meses desde nuestro regreso a Buenos Aires. Todo volvió a su habitual cause menos Be, que últimamente tiene crisis existenciales porque el vestido no le entra.
Su panza ha crecido bastante. Dentro de unos días va a cumplir 6 meses. Hoy la acompañare para saber el sexo del bebé. Queremos que sea una sorpresa para Romeo y Tian.
-Be puedes apurarte llegaremos tarde a la cita con el doctor – insisto que se dé prisa porque ya lleva media hora dentro de su vestidor probase la prenda número diez, si diez.
-Ya voy, es que nada me queda bien – se justifica haciendo puchero – Creo que el vestido de novia no va caber en mi cuerpo.
- ¿Por qué lo dices? – veo su cara de decepción en el espejo – ¡Estas embarazada por eso te ves más robusta!
- ¡Querrás decir gorda! – insiste con lo mismo.
-Ya no digas eso y vámonos – se dejó un vestido, que, si bien no la hace parecer flaca tampoco gorda, es normal aumentar de peso cuando llevas un niño dentro.
Fue lo que dijo Blanca, su madre, pero Be no se resigna a dejar por la paz el tema.
Tian nos llevara y después se ira a su trabajo. Yo he vuelto a retomar mi carrera universitaria, aunque algunas materias las perdí por lo que las tendré que cursar el año que viene. Mientras tanto cuido del dolor de cabeza que es mi amiga.
- ¿Estarán bien si mi? – pregunta bromeando Tian, guiñándome un ojo.
-Siempre lo estamos – le responde Be sacándole la lengua.
-Te llamo luego – digo depositando un beso en sus labios.
Sonriendo se despide y nos encaminamos al interior del consultorio médico de la doctora Alicia Mansilla. Esperamos en recepción a que nos toque nuestro turno.
Be muerde desesperadamente sus uñas de los nervios. Tiene ansiedad por saber que será la criatura que crece dentro de sus entrañas. Veinte minutos después la doctora nos señala que ya podemos ingresar.
Sujeto su brazo avanzando por las baldosas blancas hasta sentarnos frente al escritorio. La señora no tan mayor nos sonríe colocándose los anteojos para leer el expediente de controles de Be.
-Be hoy sabremos el sexo de tu bebé ¿Estas emocionada? – dice anotando algo en el carnet.
-Sí y un poco asustada también – yo diría que esta aterrada aun no asimila que será mamá.
-Entonces, que esperamos para empezar – se pone de pie yendo a una camilla y la invita a subir – Ayúdame a subirle el vestido – me pide a mí.
Subimos el vestido entre las dos dejándolo hasta cerca de sus pechos. Be suspira al sentir el gel sobre su vientre. Alicia, la doctora, acerca un aparato con pantalla para que pueda ver mientras mueve el ecógrafo en diferentes direcciones.
Yo estoy embobada mirando la pantalla porque ya está formado el feto. Unas lágrimas amenazan con salir de la emoción. ¿Cómo algo tan pequeño puede generar dudas en una madre? ¿Qué no siente amor por él?
Sin embargo, nada tiene que ver con lo que yo pienso. Tampoco comprendo porque no estoy en su lugar.
En el silencio de cuatro paredes se puede escuchar los latidos del corazón del pequeño. Be llora y la mujer sonríe señalando cada parte de su diminuto cuerpo.
- ¿Ya están preparadas para saber qué será? – pregunta y nosotras asentimos.
Primero tomo su mano porque ya no podemos más de la curiosidad.
-Es un hermoso…. – el suspenso nos mata - ¡Varón! – exclama con mucha alegría.
Sonreímos con los ojos humedecidos. Felicito a la madre y tomamos la copia de la ecografía para mostrarle al padre, que seguramente debe estar ansioso por saber que es un niño. Peleaban por elegir los nombres ahora ya tendrán que definirlo en serio.
Be no quería subir a la balanza electrónica por miedo a saber su peso, pero no tuvo otra opción más que hacerlo. Yo me reía porque batallaba con ella misma por no mirar donde se detenía la aguja.
Después del exhaustivo control y de que todo vaya según su ritmo, tomamos un taxi para regresar a casa. Con Lucas acordamos hacer una mini fiesta para revelar el sexo del bebé.
Solo sería una fiesta simple para que Romeo se enterara y bueno, por supuesto, su hermano. Que también esperaba ansioso por su llegada.
En dos días seria la boda así que teníamos muchos motivos para celebrar.
Encontramos la sala totalmente decorada de globos blancos y celeste. En una caja metimos globos azules, Romeo debe abrirla para conocer el sexo, el cartel dice bienvenido bebé con la letra B y no podía faltar comida y bebidas para brindar.
Cuando todo estaba listo le envié un mensaje a Tian para que trajera a su cuñado y termináramos con la ansiedad.
Blanca, mi suegra, llego con varios obsequios para su primer nieto. Se le notaba que estaba muy emocionada porque lloraban juntas madre e hija. Lucas y su novio no podían ocultar sus lágrimas.
Me sentía rodeada de emociones fuerte, pero a la vez llena de paz. Extrañaba a mis padres horrores, ni que hablar a Lucia y Santino. Todo eso se acumuló dentro mío y no pude evitar llorar hasta que unos brazos me envolvieron por la cintura, abrazándome.
- ¿Qué ocurre, hermosa? – interrogo besándome la mejilla desde atrás.
-Nada solo es la emoción del momento – dije entre sollozos y secándome los ojos.
-Pues si quieres podemos tener uno ¿Si quieres? – susurra en mi oído provocándome que me sonroje – Mírale el lado bueno crecerán juntos.
-Eso no es negociables, Tian – sonríe tomándome de la mano – tu y yo tenemos un acuerdo. Nada de hijos hasta que me gradué.
-Bien, haz de cuenta que no dije nada – y eso es lo que planeo hacer si nada interfiere en mis planes.
Me encantaría tener un hijo, pero en un futuro lejano. No quiero morir en el intento y en la imprudencia como mi amiga.
Romeo está desesperado por abrir la caja. Be trata de retenerlo, sin embargo, no puede.
-Uno, dos y tres – quita la tapa con los ojos cerrados y abrirlos salta de la alegría.