Martina.
Estancada me sentía respeto a mi carrera. Ya no creería que sucediera lo que está a punto de pasar. Después de un año que ha pasado, el cual han cambiado muchas cosas en mi vida. Ya no hay miedo de ser yo misma con todos mis defectos.
Lo que más me alteraba era no cumplir con mi meta. Pero gracias a Tian lo estoy logrando. Él ha sido la persona que ha insistido para que no baje los brazos cuando ya estaba a punto de tirar la toalla.
Mis padres vinieron de puerto Iguazú para acompañarme en este paso tan importante que voy a dar. Y Tian se saldrá con la suya porque ese era el trato casarnos luego de mi graduación.
-Estoy más cerca de convertirnos en marido y mujer – susurra besándome el cuello mientras me arreglo – Pensé que estaba lejos ese día.
-No cantes victoria aun todavía no me otorgaron el titulo – objeto seriamente y él frunce su entrecejo, suelto una risa al ver su cara de disgusto – Ya solo intentaba bromear, aunque me estoy muriendo de los nervios.
-Tranquila todo saldrá bien – giro quedando frente a frente – Ten confianza en ti misma.
-Lo intento.
Deposita un beso en mi frente yéndose al baño. Temblando voy repasando en mi mente todo lo estudiado, espero no olvidar nada.
Desciendo por las escaleras encontrándome con mis padres listo para irnos. Como ya saben Tian ha comprado una casa, sin embargo, también es mía por el aporte que hice. Aunque fue pequeña mi contribución.
-Nos vemos en la facultad – dice el mensaje de Be, que adjunta una foto de Beltrán en un pequeño traje y luce sumamente adorable.
Le mando muchos emoji de corazones. Beltrán ya tiene casi cuatro meses, es una belleza de niño y sus carcajadas son lo mejor.
- ¿Ya están listos? – pregunta Lucia sacándome de mis cavilaciones.
-Ya baja Tian y nos vamos.
Asiente caminando del brazo de mi padre a la salida para esperar en el auto. A los segundos viene mi novio que luce tan espectacular como siempre. Un traje negro con corbata azul haciendo juego con sus ojos. Embobada lo miro hasta tener frente a mis ojos que no pueden más de amor.
- ¿Qué? – interroga enarcando una ceja.
-Nada – sonrió pícaramente – Creo que muchas mujeres querrán quedarse contigo en la universidad.
-No quiero a nadie más que tu – y atrapando mis labios, saborea mi boca y yo la suya a mente, juega mordisqueando el labio inferior separándose muy sonriente – Vámonos porque llegaremos tarde.
-Sí sino te llevaría ahora mismo a cama – esa insinuación provoca un leve calor en mis mejillas, seguramente tienen el color del tomate.
Tomados de la mano salimos en busca de su vehículo. Abre la puerta para que suba y él en el asiento del conductor. Al vernos salir nos siguen los demás.
Juego con mis dedos en mi regazo. Los nervios aumentan a medida que nos acercamos a la universidad. Respiro repetida veces intentando mantener la calma, siento la mano de Tian sostener la mía volteo a verlo con esa sonrisa tan característica en él. Que nada le preocupa ni nada teme. Quiere que me tranquilice, pero no puedo.
-Deja de pensar tanto y concéntrate en lo que vas a decir ¿sí?
-No lo estoy consiguiendo y eso me da miedo – digo con voz temblorosa.
Cuando mis ojos visualizan el edificio me voy dando cuenta que mi sueño está a punto de cumplirse. Tanto esfuerzo está valiendo la pena después de todo.
Tian aparca cerca de la entrada para no ingresar al estacionamiento porque hay demasiados autos. Costará salir cuando todo termine.
-Bien. Hoy tiene que ser – suelto un resoplido ante sus palabras - ¡Tranquila cariño!
- ¿Y me va mal? – indago mirando sus brillos ojos.
-Igual nos casaremos – revira largando una risa que no puedo evitar compartir – En serio, necesitas mantener alejado todo pensamiento negativo de tu cabecita loca – besa mi frente.
Junto todo el valor posible para bajar y enfrentar lo que tantos años busque. Es diciembre el aire caliente ya se respira en la ciudad. Claramente empiezo a sudar no sé si es por el calor o los nervios, más seguro es la segunda opción.
Mi familia también nos acompaña, pero por un momento había olvidado su presencia concentrada en lo que pasara.
- ¡Martina mucha suerte! – exclama Mamá emocionada – Toda saldrá bien, ten fe en dios.
-Gracias mamá – y estoy al borde del llanto.
-Hija, mi hermosa niña será toda una profesional – papá sueltas algunas lágrimas que me hacen recordar porque quise ser abogada - ¡Estoy muy orgulloso de ti!
-Para mí eres un ejemplo a seguir Martina – Lucia me besa y abraza – Siempre serás el orgullo de nuestra familia ¿sí?
Be no aparece por ningún lado y ya no puedo demorarme más porque en cualquier momento será mi turno.
- ¿Vieron a Be? – les pregunto.
-No, deben venir en camino – habla Tian – No te preocupes ya llegaran.
-Si lo sé.
Tiro un beso al aire en señal de agradecimiento. Ingreso al interior, sus vidrios traslucidos me devuelven el reflejo de mis piernas al andar y la cara de pánico es fatal. Nunca había sentido tanto miedo en mi vida como este día tan particular.
Espero junto a un manojo de compañeros. Algunos repasan, otros lucen tan relajados y seguros mientras yo me apoyo en la pared queriendo salir corriendo.
En cuarto lugar, entro. Tengo al frente en un tribunal tres profesores de las prestigiosos que pueda tener la universidad. Ellos fijan sus ojos en los míos y yo no puede sostener su mirada porque es mucha presión.
La Licenciada Débora Varela Salvatierra empieza con las preguntas. Es alguien que suele ser muy directa así que no tiene rodeos a la hora de preguntar. Es rubia de ojos saltones negros y piel canela.
Los minutos pasan creciendo en mi la incertidumbre. Sus rostros inexpresivos al responder las preguntas me hacen dudar de lo que dije.