Todo comenzó en Minnesota

≋ Duele tanto

POV: Makena

Jonah y yo. Éramos los únicos en ese momento. Me sentía llena de dudas, pero lo mejor había sido seguirle la corriente ese tiempo.

Lo que cayó como dagas en mi mente fue saber que había pensado en mí, pero aclaró que no estaba mal con su soledad.

Realmente me estaba demostrando lo contrario a lo que dije hace años, y al parecer mantenía firme su declaración.

Aun así no quería rendirme, sentía esa chispa que había permanecido intacta aunque no era alimentada.

Estábamos a unos centímetros de volverlo a ser todo ... Y sí, estábamos.

¿Por qué?

Aunque nuestros labios estaban a unos centímetros de juntarse, Jonah retiró los suyos, negando completamente.

Y tenía razón... ¿Cómo podríamos recuperar nuestro lazo ante todo lo que habíamos dicho?

Me sentía cada segundo más culpable y detestaba a mi yo del pasado.

Pese a que esa fe estaba guardada en algún rincón, yo la había dado por muerta al suponer que nuestros caminos no iban a cruzarse, pero estaba equivocada y no tenía idea de cómo enmendarlo.

Después de todo, habíamos sido nada durante estos dos años.

Con los ojos cerrados, di unos pasos atrás. Estaba más que aterrada por su reacción y el dolor no dejaba de incrementarse en mi corazón.

¿Y cómo no me iba a doler? Si sentí que mi corazón estaba rompiéndose ya no en miles, sino en millones de fragmentos.

Me hería demasiado tener que fingir una sonrisa mientras las lágrimas traicioneras recorrían mis mejillas, sin que yo pudiera hacer nada. Había aguantado suficiente como para reprimirme nuevamente.

Jonah solo me miraba. Su semblante era un completo acertijo. No quería que sintiera lástima por mí ni mucho menos por él.

Era mi jodido error y ya no podía corregirlo.

Como pude, sequé las lágrimas con la manga de mi suéter, mientras respiraba profundamente. Necesitaba calmarme y no quería que esto se transformara en una rabieta. Ya teníamos la suficiente edad como para hacer esos berrinches en la calle, además de que era un asunto demasiado personal y delicado.

Solté el aire que había retenido y poniendo mi mente en blanco, me llevé una mano al pecho. Volví a dirigirme hacia los ojos de él.

"Mi querido Jonah, no sabes cuánto te amo".

Fue en lo que me centré mientras veía esos profundos azulejos.

— Señor Roth, le pido disculpas por todo lo que ha pasado, realmente no fue mi intención que se incomodara — hice una pausa repasando bien lo que iba a decir — Espero que todo mejore para usted y mis palabras hayan logrado darle aliento, usted es un hombre maravilloso — finalicé un segundo antes de que mi voz se quebrara.

Aclaré un poco mi garganta y volví a tomar una bocanada de aire.

— Ahora, si no le molesta, me retiraré, espero y tenga buena noche — fue lo último. Aparté mi mirada dándome cuenta de que él estaba estático, escuchando cada cosa que yo decía.

— No se preocupe señorita Wilk y gracias por todo, le deseo lo mismo — respondió de repente con esa voz profunda que tenía. Escondí lo sorprendida que me había dejado y guardé este momento en mi memoria. Era seguro que sería el último.

Con delicadeza, alejé mi mano de la suya y sonreí ladinamente. Creo que había aclarado firmemente lo que sentía, y esperaba que haya recibido el mensaje.

Caminé con algo de prisa hasta donde el bus se estacionaba. Con suerte logré subirme a tiempo y sentarme junto a la ventana.

Aún lo podía ver. El corazón en este momento me iba tan rápido que nuevamente me encontré con gotas saladas deslizándose en mis mejillas. Estaba sonriendo completamente. Se veía tan apuesto con ese traje ejecutivo y aquel detalle me había robado el aliento.

Imité su gesto y de inmediato el bus volvió a su normal paso, alejándose cada vez más de aquel lugar.

Lo que había comenzado en Minnesota se había terminado allí también. Se quedó atrás en la misma ciudad y no sé si también yacían fragmentos de ambos corazones.

 

 

POV: Jonah

Y ahí va.

Mi mente no deja de repetir que fue lo mejor. Si de por sí tenía una gran carga, ahora me sentía derrumbado en el suelo.

Seguía parado en el sitio aun cuando el bus ya había desaparecido de mi vista.

Quería arrancarme el cabello y gritar desesperadamente que vuelva a mí.

Eres un idiota... Ahora no tendrás otra oportunidad

Era lo que mi consciencia dictaba una y otra vez. Ni me molesté en alejar esas ideas.

El porqué estaba más allá de mis cabales.

Estaba completamente decepcionado y quejarse no era una opción por la estupidez que he cometido.

Sin querer pensarlo profundamente, me había dado cuenta de que aquel sentimiento no se había marchitado ni un poco y mucho menos cambiado.

¿Será correcto estar lejos de la persona que amas a pesar de todas las condiciones?

Detestaba acordarme una y otra vez de las palabras del pasado. Me sentía tan confundido que ni siquiera tenía apetito, así que lo último que hice antes de dormir fue darme una corta ducha en agua fría.

Darle vueltas al asunto hacía que todo se enmarañara más.

Suspiré frustrado un montón de veces y cuando menos me di cuenta mis ojos ardían por resistir las lágrimas que se acumulaban.

Y sí, así de fuerte me afectaba el asunto.

Lo último en lo que pensé fue en sus ojos llenos de lágrimas viendo los míos.

Maldición.




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