POV: Narradora.
Makena regresa hecha un desastre. Su huracán estaba a punto de alcanzar su máximo nivel y lo único que pudo hacer fue desahogarse en los brazos de Ginne y Fai.
Sus amigos, totalmente preocupados, evitan preguntarle directamente lo que le ha pasado mientras consuelan a la muchacha que ya no pudo mantener todo lo que guardaba por años. Había ignorado sus sentimientos porque creyó que ese día había llorado lo suficiente como para estar al margen y comenzar otra etapa, pero uno no siempre es fuerte ni mucho menos puede ocultar lo que pasa.
Makena murmuraba entre gimoteos cuánto lo sentía. Se retorcía en llanto conforme pasaba el tiempo sobre los brazos de Fai, quien sobaba su espalda lentamente intentando buscar en su cabeza alguna explicación para que una de sus mejores amigas esté tan devastada.
Ginne le susurraba que todo estaría bien, porque ellos siempre estarían para ella.
— No — musitó Makena antes de sorber su nariz. — No va a estar nada bien porque he perdido al amor de mi vida otra vez — completó la frase y ahora todo sentía sentido.
Ante esto, Ginne suspiró largamente y Fai reforzó el abrazo, esta vez empezando a acariciar el cabello de la muchacha, esperando que se calme al menos lo suficiente para volver a hablar si eso deseaba.
Ahora, ambos muchachos se miraban algo alterados por la situación de su mejor amiga y ahora más que nunca sabían que ella tenía que descargarse.
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Por otro lado, Jonah regresa a su casa, sollozando con mucho recelo por lo acontecido, que sin duda no había terminado para nada bien.
Las lágrimas caían sin que pudiese evitarlo. Se sentía más solo que de costumbre e incluso el vacío que tenía se había convertido en un abismo lleno de pensamientos que únicamente lo hacían enloquecer.
Quería salir corriendo y buscarla, pedirle disculpas y no retirarse hasta que esté completamente seguro de que ella lo perdonara por ser tan estúpido e infantil.
Una segunda oportunidad que esta vez él mismo la había desperdiciado.
Era un completo niñato, de eso no había duda.
Necesitaba desahogarse y quizás también una hablada de su hermana, por lo que en menos de un minuto se encontraba con el celular pegado a su oído, esperando a que ella contestara.
— ¿Aló? ¿Jonah? — la voz femenina retumbó en su cabeza.
— Dessi, acabo de hacer la misma estupidez más grande de mi vida — comentó rápidamente.
Su hermana tardó unos segundos procesando lo que había dicho.
— Jonah — murmuró en primera instancia, con un toque de pena, al notar lo distorsionada que sonaba la voz de su hermano. — Jonah, cuéntamelo todo — pidió sin perder tiempo.
Sabía que él estaba derrotado. Suspiró pensando en cuántas veces le había dicho que la buscara ahora que estaban en la misma ciudad y también recordó que él era un testarudo, porque simple y sencillamente no quería comentarle nada, además había imaginado una historia completa donde Makena estaba feliz de la vida, conociendo a otras personas, mientras él únicamente se aferraba a los recuerdos.
Su hermana sabía que él estaba perdidamente enamorado y que aunque quisiera con toda el alma no sentirse como el más grande idiota, ahora lo era.
"Las segundas oportunidades no se desperdician, Jonah".
"No puedes pedir una tercera si no sabes bien lo que vas a hacer".
"No te estoy pidiendo que te rindas, pero sí que recapacites".
"Te quiero mucho, y como tu hermana, lo único que puedo hacer es escucharte y decirte mi opinión, más no que hacer, porque solo tú sabes que es lo que quieres para ti y tu futuro".
Y esas fueron algunas de las palabras que ella había pronunciado. Se sintió más tranquilo cuando por fin pudo hablar.
Inmediatamente, se puso a meditar. Tal vez y con algo de suerte conseguiría su número y podría corregir algo de su torpeza.
Quedaría conforme si ella decidiera hablarle y perdonarle por lo tonto que fue y más que nada, no le importaría si ella le cerrara la puerta en la cara o le tirara el jugo encima. Se lo merecía.
Aunque también entendería si Makena no quisiera verle ni la sombra. Entonces, ante esa opción, solo le tocaría resignarse y seguir viendo adelante.
Se levantó y más que decidido, alistó todo lo que necesitaba para cumplir con su nuevo objetivo.
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Makena había logrado tranquilizarse. Respiraba profundamente antes de tomar un sorbo de té que su amiga le había ofrecido. Había estado tan nerviosa y deprimida que no se había dado cuenta de que había llorado más de una hora en los brazos de Fai.
Su rostro lucía hinchado y con lágrimas secas en sus mejillas. La cabeza le daba vueltas y no soportaba el hecho de que en su mente estuviera invadida por el rostro de un Jonah completamente misterioso.
— Yo...— dudó un poco antes de poder contarles a las personas que habían estado a su lado todo este tiempo — Antes de mudarme a esta ciudad, estaba en una relación — pausó volviendo a tomar un sorbo de la bebida — él era mayor a mí, pero nos conocíamos desde siempre, porque vivíamos en el mismo barrio, incluso nuestras familias se llevaban bien. Un día, cuando tenía 13 y él 16 conversábamos en el patio de mi casa. Él me comentaba sobre el amor y a veces decía que se iba a quedar como un viejo solitario porque prácticamente a su edad no se sentía a gusto con las típicas parejas. Siempre había sido muy sincero y predicaba que quería asegurarse de elegir a la persona correcta y vivir con ella por siempre. Yo, completamente correspondía a su pensamiento y cuando menos nos lo esperábamos, nosotros ya teníamos sentimientos mutuos. Jonah estaba más que convencido que era el amor de su vida y yo también lo creía, pero luego me di cuenta de que el "por siempre" no podía estar en nuestros planes, porque tiempo después tuvimos que separarnos. Mi idea fue la más estúpida porque había pensado y afirmado que una relación a distancia iba a ser demasiado tóxica para ambos, y que lo mejor sería ir por distintos caminos, aunque todo lo que pasó esa tarde de despedida nos había demostrado que no sería así. Pero yo soy necia y él testarudo, así que aunque se opuso a la idea, no le quedó más remedio que respetar mi decisión — contó con algunas pausas terminando la bebida lentamente.