POV: Narradora.
Ambas personas se sentían perdidas. Makena en un mar de lágrimas y Jonah en un valle completamente vacío.
El tiempo transcurría de una manera tortuosa y aunque todo lo que se habían planteado seguía de pie, el primer paso no estaba dado.
La maraña de pensamientos negativos estaba presente y no lograba desenredarse por más que lo intentaban, pero ahí estaba el truco: no darse por vencidos.
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Makena caminaba con su bolsa junto a sus amigos. Al fin había llegado el descanso de la universidad. Terminó muy estresada y no era para menos. Además, el tema de Jonah no abandonaba su cabeza jamás y aunque se haya propuesto hacer algo al respecto, había perdido un poco su confianza.
Estaba arreglada gracias a Ginne, quien decidió junto a Fai que tenían que festejar en el karaoke. Tal vez eso podría animar a su querida amiga.
Y Fai también tenía en cuenta la situación. Todo estaba ideado y esperaba que las cosas marcharan bien.
Aunque fuera uno de sus lugares favoritos, Makena tenía ese aire cabizbajo, pero no quería negarse y arruinar la noche de los demás, por lo que avanzaba con una pequeña sonrisa intentando ser positiva. Eso le quitaría un poco el dolor de cabeza y a la vez aliviaría su corazón.
Apenas llegaron al local, la joven se dio cuenta de que no había demasiada gente como de costumbre y eso la alivió un poco. No estaba de ánimos para esperar su turno por tanto tiempo. Se le había cruzado por la mente empezar con una canción noventera que caía al pelo.
Fai y Ginne sonreían cuando vieron que la chica subía con el micrófono a la tarima después de hablar con el encargado de las pistas. Colocó el aparato en el soporte y asintió hacia el joven para que la música iniciase.
Makena se permitió soltar todos esos sentimientos mientras cantaba. Cerraba los ojos sintiendo la música formar parte de su ser, para luego abrirlos y contemplar a un joven que no le quitaba la mirada.
Sus ojos hicieron conexión inmediata. Esa sensación familiar recorría cada parte de su cuerpo a tal punto de apuntar a la persona y cantar la última parte de la melodía.
"Without you I just can't go on"
"Sin ti no puedo continuar".
Makena finalizó y los aplausos aparecieron de manera inmediata. Sonrió tímidamente y luego buscó con la mirada a esa persona. Se había dado cuenta de lo que había hecho y se sentía extraña. Pronto se retiró del escenario porque alguien más iba a ocuparlo.
Habían apagado las luces a excepción de una: ésta caía justo en un muchacho que daba la espalda al público.
Eso provocó curiosidad entre los presentes y aún más en Makena. Se sentía inquieta desde lo ocurrido anteriormente y la sensación de familiaridad se agudizaba cada segundo que pasaba.
La pista sonó. El público miraba expectante al joven en la tarima.
≋≋≋≋≋
Antes de que empezara a cantar, la profunda voz retumbó en el establecimiento, mandando un mensaje claro a cierta persona.
"Si así te sientes tú, espero que entiendas cómo me siento yo al respecto".
"No podía ser". "Esto era imposible".
Eran las frases que se colaban entre los pensamientos de Makena, quien no pudo evitar reconocer esa voz. Mientras él volteaba con el micrófono en sus manos, su corazón dio un vuelco y las lágrimas se acumulaban sin querer en sus ojos.
El joven cantaba suavemente mientras poco a poco las luces se iban encendiendo, mostrando al fin el dueño de esa voz. Sonaba melancólico y arrepentido, además que la canción expresaba todo su ser.
Makena no despegó su mano de su boca. Estaba impactada. Debía aprovechar para hablar con él antes de que se vaya, pero algo la había detenido: el miedo.
Ginne y Fai observaban la escena. Estaba todo claro y al darse cuenta de las intenciones del joven, decidieron dar un empujón mientras él terminaba su turno.
"Don't walk away"
"No te vayas".
Esa frase había completado la decisión.
Ginne tocó el hombro de su mejor amiga y Fai le sonrió con total confianza. Le indicaron que ellos estarían ahí para cualquier cosa.
La joven, antes de que pudiera articular palabra, fue llamada por esa persona.
Jonah mantenía una expresión neutral, aunque por dentro se moría de nervios. Ese cosquilleo tan conocido le recorría todo el cuerpo y sintió que el corazón latía más fuerte cuando Makena había aceptado su petición.
Había funcionado.
Makena se adelantó un poco sin soltar el agarre de manos que ahora tenían, pues ya sabía donde podían conversar en paz.
Parecía que la escena se repetiría una y otra vez si no fuera por el detalle de que ambos tenían otra actitud. Una con la cual dejarían de lado sus errores y se atreverían a darse otra oportunidad, de volver a sanar.
¿Cómo habían llegado nuevamente a ese punto? No lo sabían, pero sus corazones ansiaban escuchar aquellas palabras que afirmarían que todo iba a estar bien porque iban a quedarse juntos, como siempre debió ser.
Jonah tomó la palabra, no quería esperar demasiado.
— Makena — apenas pronunció el nombre de la joven, extendió sus brazos. Quería sentir que todo esto era real. Quería percibir aquel dulce aroma y la calidez de su cuerpo.
Ella no dudó en corresponder aquel abrazo. Se sentían plenos, sin más distancias ni peros de por medio.
El joven fue quien se separó un poco para contemplar aquellos ojos adornados con pequeñas gotas saladas. Besó sin prisa las mejillas un poco empapadas, para luego volver su atención a los irises almendra.
— Sé que me merezco el mayor de los rechazos por todo lo que hecho y estoy dispuesto a aceptarlo, pero antes de eso, ¿Podrías al menos perdonar a este imbécil? — pidió brevemente. No había hecho un discurso, pero si tenía que sincerarse, iba a hablar hasta que la chica al menos pudiera librar ese peso de su corazón.