Todo es por ti

Capítulo 15: "Mundo mágico"

Sentía el cuerpo pesado, tenía mucho sueño y aunque quería seguir durmiendo, la brisa fría que chocaba mi cuerpo no me lo permitía. No recordaba haberme sentido tan cansada antes.

Sentía mucha incomodidad, mi cama no parecía la de siempre y percibía las mantas invisibles. Desde luego, no estaba en mi cama. Lo descubrí al momento de abrir los ojos. 

—¿Qué…?—Estaba rodeada de hojas, me había quedado dormida sobre un montón de estas, y a mi alrededor el viento hacía bailar a algunas. Advertía un frío terrible, mi ropa apenas me permitía mantener un poco de calor.

—Oye, ¿qué pasa contigo?—Escuché la voz de una chica, que no logré encontrar con la mirada en seguida. Me mantenía enterrada en el montón de hojas, eran miles, quizá millones.

Estiré una mano y observé el cielo mientras jugaba con mis dedos. Se veían diferentes, un poco más gruesos, ligeramente más pálidos.

—¿Puedes oírme?—la voz de nuevo, pero esta vez la vi. La chica se asomó hacia el montón de hojas, yo estaba recostada y la observaba alta desde mi posición. Tenía rizos y el cabello de un color muy claro, un rubio clarísimo y precioso. Sus ojos eran de un asombroso color dorado, verlos era escalofriante y maravilloso.

—Sí…—Su belleza me dejaba muda. Nunca había visto a alguien así antes. Sentí muchos nervios.

—¿Ángel a secas, verdad? Te recuerdo.

—¿Cómo?—La muchacha me tendió su mano y yo la recibí. Era increíblemente suave y curiosamente fuerte. Me sujetó y me levantó sin ningún problema. Entonces quedamos frente a frente. Mediamos prácticamente igual.

—El chico misterioso y sin apellido. Ni si quiera dejabas que los profesores lo mencionaran—me sonrió, parecía amable, yo no entendía nada.

—Ajá…—Ya entonces fue obvio. Estaba tan desconcertada con la belleza de la chica que no estaba siendo consciente de mí; mi voz, mi cuerpo, el lugar… todo era diferente.  Yo era Ángel en ese momento.

—No luces bien, estás muy frío—Ella seguía sujetando mi mano, pero me soltó de pronto para abrigarme con una de sus prendas—. Mi casa está cerca, vamos.

No estaba con mi racionalidad al cien por ciento, mis capacidades eran torpes y necesitaba ayuda. Sólo me dejé llevar por ella, al menos no parecía significar un peligro.

En el camino me fijé más en mi entorno, parecía una pradera enorme, con un clima otoñal. Me preguntaba qué tan cerca estaría la casa de la chica,  porque al menos yo no lograba divisar nada además de árboles y hojas.

—¿Aprendiste bien el hechizo de transporte, Ángel?—No respondí, sólo la miré—Bueno… yo no lo aprendí bien así que de todos modos tendremos que caminar un poco.

—¿Qué hacías aquí?—Me pareció curioso. Si su casa no quedaba tan cerca como ella decía, ¿qué razón tendría para recurrir a un lugar aparentemente tan solitario?

—Me gusta el lugar. Es tranquilo, pensé que nadie más además de mí lo conocía, pero… veo que no es así.

—¿Vale la pena caminar tanto?

—Definitivamente. ¿Qué hay de ti? ¿Eres de por aquí?

—Bastante lejos, creo—dije encogiéndome de hombros—, supongo que entiendo tu punto.

—¿Te apetece correr?—No era una pregunta, pero lo hubiera sido de no ser porque ella comenzó a correr enseguida y yo tuve que seguirle el paso. Era una chica un poco rara, parecía tenerme mucha confianza, aunque apenas nos conocíamos. Bueno… ella sí me conocía al parecer.

—¡Si nos damos prisa será cosa de minutos!—Ella reía, no entendía qué podía resultarle gracioso, pero al menos yo me dejé llevar. Comencé a imaginar que alguien nos perseguía. Trágico, pero divertido y motivante para acelerar el paso.

De pronto empezó a inquietarme la duda.
¿Cuánto tiempo duraría eso?
¿Cuándo dejaría de ser Ángel?

Su nombre era Tasie, o al menos así escuché que la llamaron cuando entramos a su casa, la cual era básicamente una especie de mansión con una enorme piscina en lo que debía ser el patio. Tenía uno que otro árbol, con las hojas bien cuidadas a pesar de la estación. Tan pronto como di un paso en la sala principal me sentí maravillada, nunca antes había estado en una casa tan grande y bonita.

—Tasie, ¿Dónde andabas?—un chico un poco más alto que yo (o Ángel, en su defecto) estaba a unos metros de nosotras. Al igual que mi nueva conocida, el chico tenía los ojos dorados, pero a diferencia de ésta su cabello era negro y tenía una perfecta barba a medio rasurar que le hacía lucir bastante bien—, ¿Él quién es?

—Salí un rato con mi amigo, su nombre es Ángel. Ángel, él es mi hermano Teo.




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