Día 365
DESCONOCIDO 1:
Corrió.
Si.
Eso acaba de ocurrir.
La chica que tanto buscamos huye en dirección contraria de donde estamos. Por supuesto que la seguiremos, no será tarea difícil cuando la conozco a detalle: es ruidosa al caminar o al correr, da igual que haga, siempre hará ruido cuando está asustada.
Está desorientada, es una ventaja para mí, para nosotros.
Que la suerte la acompañe.
Una rafaga de viento invade el bosque haciendo que las hojas de cada árbol se muevan, aumenta en cuestión de segundos y provoca que algunas ramas caigan sobre las hojas secas que cubren al suelo polvoriento.
El sol pronto se ocultará, tal vez en una hora y poco más, cuando eso ocurra todo será más difícil. Esto no debe extenderse a más, en cualquier momento podría llegar la policía a ver el pequeño—y gran— accidente causado por algo desconocido, apenas hace media hora.
Observo como su cabellera bicolor pasa entre unos árboles a lo lejos. No la alcanzaré yo, pero si mi querido amigo que justamente se ha adelantado de una manera tan sigilosa y calculadora. No tuve que decir que estaba cerca de él.
Él comienza a correr a donde ella está a punto de llegar, no dudó en correr al árbol cortado. Cuando veo esto en mi rostro se forma una leve sonrisa de satisfacción.
—¡Va hacia ti! —Mi otro amigo, pelirrojo y estupido, termina gritando al ver como el cabello pelirrojo se mueve con ferocidad entre los árboles. Lo único que hace es que la chica se detenga a pocos metros de llegar a nuestro amigo, mirando desesperadamente a todas partes en busca de peligro y claro que lo encuentra al instante.
Desde aquí puedes ver cómo retrocede unos cuantos pasos, da media vuelta y corre cuando él avanza.
DESCONOCIDO 2:
Podría atraparla y retenerla como queremos, solamente que hay un detalle: me gusta que todo sea más complicado, solo un poco. Por eso es que he dejado que tome más ventaja, por eso no me he apresurado.
Todo esto será trabajo para el mellizo.
DESCONOCIDO 3:
Creo que lo ha hecho a propósito, me la ha dejado por que sí. En cualquier otro momento no me importaría hacerlo por él. Justo en este momento desearía no hacerlo, no con ella.
Desearía que ella fuera solo una desconocida más en todo este plan…
La conozco.
La conocemos.
No puedo ver a los demás desde aquí, pero estoy muy seguro que me van a sentenciar una mirada asesina si se me escapa. Soy el único hasta acá, el único oculto entre los árboles, en espera a que los pasos ruidosos se acerquen más a mi zona.
Uno..,dos..,tres…
Salgo de mi escondite listo para abalanzarme sobre su cuerpo en cuanto pase. Detallo su rostro pálido del susto, o tal vez por su falta de inhalador, no lo sé.
Toco mis bolsillos de mis jeans, esperando tocar esa figura en particular que ella necesita. Aunque, ¿la necesitamos matar o sería más fácil esperar a que la naturaleza de su condición surja efecto? Siendo sincero me sentiría menos culpable con la segunda probabilidad. Viendo su aspecto, no pasará demasiado tiempo para que eso ocurra.
Miro sus piernas temblorosas, estoy seguro que si se detiene por un momento,ya no podrá seguir. Su movimiento ya no es lineal, es más bien un zig-zag y a juzgar por el tiempo que llevo aquí a su vista, creo que está mucho más desorientada porque no se ha percatado de mi presencia.
De un momento a otro cae de boca contra el suelo, suelta un chillido de dolor. Desvío mi mirada a donde ellos están y…¿acaso él está dando brinquitos de alegría?
Mientras tanto ella se apresura a mover sus brazos para ponerse de pie cuando logra darse cuenta que estoy muy cerca de ella. Su adrenalina debe de estar como loca justo ahora, la palidez se le ha ido de su piel.
DESCONOCIDA 1:
Hay un impulso de mirar atrás justo antes de ponerme de pie y es entonces cuando veo a aquel chico del inicio.
«Pelinegro. Ojos verdes. Alto. Cabello lacio. Peligro»
Luego vuelvo mi vista a este chico que está mucho más cerca. El detalle es que no me da tanto aire a peligro.
DESCONOCIDO 4:
—¿Y…? —Espeta, arqueando una ceja. Es entonces cuando recuerdo lo que he visto en el autobús cuando todos salieron.
—Murió. —Lo interrumpo y aseguro con simpleza, tratando de disimular el nudo de culpa que se ha formado en mi garganta. No hace falta a que diga su nombre.
—¿La viste morir? —Pregunta, desconfiado de mi respuesta. Lo entiendo, también desconfiaría de mi respuesta.
—La vi muerta solamente. —Respondo cruzando los brazos con amargura, rodando los ojos justo como él suele hacerlo. No puedo delatarla.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?
—No respiraba y ya. Se acabó. No es un problema. —Respondo de nuevo como si nada de ella me importara.
—Es demasiado lista, no lo olvides. Ya nos ha engañado. No es un problema volverlo a hacer —mi otro amigo nos recuerda, poniendo una mueca de desagrado en su rostro —. Pero si dices que está muerta, lo está —levanta los hombros, restándole importancia—. Aquí el problema es ¿en dónde están esos dos? Ya tardó mucho en atraparla —vuelve a ver a alrededor buscando algún rastro de él. Su mirada se detuvo al ver la cabellera rubia de nuestro amigo—. Ahí está...
Dirijo mi mirada a donde está fijada la de él. A lo lejos, el mellizo frunce el ceño mientras que nuestra chica empuña la mano, asustada, mirándolo por un corto instante. No lo piensa dos veces y actúa dándole un puñetazo en la nariz al otro rubio, que al recibir el impacto sostiene con sus manos la parte afectada y adolorida.
Mi boca se abre en una leve “o” al ver esto.
Ella se mantiene de pie, mirándolo. Pareciera que está congelada.
DESCONOCIDO 3:
—No recordaba que fueras tan agresiva, eh... —Comienzo a decir, esperando lograr distraerla.
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Editado: 05.09.2025