Día 3
Nessa:
Hunter que se encontraba en medio Palmer y mío, en donde se suponía que Yeisy estaría. Fue el único se percató de que alguien se acercaba hacia la mesa. Dejó de prestar atención a lo que le escribían al número de Yeisy. Yo también me había dado cuenta de la persona que se acerca hacía nosotros, por eso me adelanté a tomar mis cosas de una manera calmada, no era momento de alterarme. Mis manos no me ayudaban demasiado, tampoco mi respiración acortada, las manos temblorosas, y la respiración acortada. Así que me obligué a forzar una sonrisa cuando el mellizo me miró con extrañeza. Acomodé un poco mi blusa antes de pararme por mi propia cuenta, antes de que alguien lo hiciera.
—No sabía que vendrías... —fue lo primero que dije al verlo, parado frente a mí, con su cabello un poco húmedo, me hizo pensar en que se había dado una ducha en casa.
—Lo sé, cariño —él hizo un gesto con la cabeza saludando a todos. Entrelazó con delicadeza su brazo con mío y sonrió a los demás y luego a mí, para tratar de pretender que todo se encuentra bien—. Solo que vine porque tenemos algo urgente —no esperó más y comenzó a ayudar a ayudarme con mis cosas. No me dio tiempo de despedirme de una manera adecuada o de por lo menos disculparme por la interrupción, así que me encargué que lo supieran por mi mirada. Creo que no todos se dieron cuenta de ese detalle que les di. Los demás se despidieron de nosotros, algunos moviendo la mano, otros con la cabeza y ninguno sabía muy bien la prisa o quién era él. Era lógico después de todo—. Apresúrate, Nessa —soltó mi brazo de manera brusca, irritado por algo. Quitó su sonrisa y la cambió por una mirada matadora que me dedicó un poco después.
—¿Qué pasa? —le pregunté con un poco de duda en mi andar, dudaba en seguirlo — ¿Sabes? Estaba en algo importante. Mi amiga... —intenté hacerle saber, antes de que empeorara mi día.
—No me importa —me interrumpió acercándose a la puerta de su auto azul mate. —. Sube. —Ordenó sin mirarme. No es nada bueno que esté de esta manera.
—Ya me cansé de las órdenes, Elian. —No me muevo en lo absoluto.
—Que buen chiste, no me hagas reír —fingió reír con una voz tranquila y baja, concentrado en abrir la puerta del piloto —. Sube, amor.
—No.
—¿No? —enarcó una ceja, curioso de mi rebeldía. Nunca había actuado así con él. Dejó de acomodar los asientos y se paró fuera del auto, mirándome cómo siempre lo hacía. Me demostraba cuánto desprecio me tenía.
—No —afirmé, poniendo la barbilla más alta. No quería que me viera un poco más vulnerable que siempre.
—¿Me estás retando? —preguntó sin creerlo. Y yo solo pude quedarme quieta, sin decir nada. No era necesario hablar para saber que mi respuesta era un «sí». Quizás me arrepentí sabiendo lo que sus palabras significaban—. Okey —no protestó, se tranquilizó y me miró mientras se acercaba. Seguí sin moverme de mi lugar, solo seguí quieta en mi lugar, mirando cada movimiento. Elian se puso enfrente de mí antes de tomarme por los codos con sus manos, haciendo presión, estirando mis brazos hacía abajo, y a la vez tirando al frente, guiándome al coche. No me quedó de otra que caminar a su paso. Él abrió la puerta del copiloto y casi me aventó para sentarme en el asiento. Su presión en mis brazos comenzaba a doler, a ser insoportable para mí, ya tenía suficiente con el dolor de la culpa y no pude evitar sentirme mal por todo y llorar. Y creo que él se dio cuenta de mi estado, tal vez por las marcas que sus manos habían dejado en mis brazos, las marcas de sus uñas impregnadas en mi piel. Tal vez me equivoqué con Elian...él ignoró esto por completo y rodeó el auto hasta subir del lado que le correspondía. —. Perdón. Sabes que a veces no controlo mi fuerza — una expresión de compasión hacia mí, esperando a mí respuesta. Elian miraba como me tallaba los brazos — Mira... mejor vamos a hablar de algo. ¿Cómo te fue con tus amigos?
—Horrible. Gracias por preguntar —contesté, limpiando sus lágrimas, con las emociones encontradas.
—Gracias por su sinceridad —rodó los ojos al compás de su movimiento con las manos sobre el volante. Miró hacía atrás cuidando de no chocar al salir de su lugar.
—¿Querías que fuera falsa? —pregunté con incredulidad, mirando por la ventana. No me apetecía mirar hacia su lado.
—Falsa ya eres.
No pude decir nada, me sentí mal, más que antes. Un vuelco casi me parte el corazón. Apreté los labios, agachando la cabeza. No necesitaba toda esa mierda en mi mente de nuevo. Casi todos los días tenía que soportar algunos comentarios cómo estos, a veces me gustaría huir de él, de casa y hacer otra nueva vida.
—Qué sentimental—bufó.
—¿Por qué me dices estás cosas? —durante un tiempo largo me estuve preguntando cada detalle en mi cabeza, intentando comprender a Elian.
—¿Y por qué no? —soltó una pequeña risa— Tú y yo vamos a hablar en la casa. Vamos a cenar y después hablaremos...espero que no te moleste —sabía que tipo de charla tendríamos, y no era de mi gusto. Reprimí una mueca mientras resbalaba la espalda del respaldo del asiento, quedando mal sentada —. Voy a hacer que nos estrellemos si no te sientas bien y si no te pones el cinturón —advirtió algo irritado. De mala manera, sin despegar la mirada al camino, tuve que acomodarme.
Algunos de mis lugares favoritos habían quedado atrás y eso significaba que casi llegábamos a casa. Lo conocía bastante como para saber algunas posibles reacciones de su parte y ninguna respuesta que le diera haría que se pusiera de buen humor.
No le presté demasiada atención en ese momento, era como si quisiera evitar que se enfadara más. Pero restar importancia a Elian también traía consecuencias, y así fue como Elian abrió su puerta intentando ser amable y caballeroso con ella, justo cuando llegamos al estacionamiento de la residencia. Aceptar su gesto era lo único que podía hacer, así que me apresuré a salir del auto y dudando di algunos pasos a la puerta de su casa. Las miradas de ambos se cruzaron unos momentos.