Todo estará bien

Capitulo 5

Sin interrumpir la redacción del memorando que, elaborada en su laptop, Manuel observó a Janneth entrar en la sala de juntas y buscar para sentarse la silla más cercana a la puerta y más alejada de él, sin embargo, con un gesto de la mano y sin dejar de observar la pantalla del computador le indicó que se acercara y se sentara en la silla al lado derecho de él; Janneth suspiro en silencio y resignada siguió las instrucciones de su padre.

Los siguientes en pasar fueron Lidia, Félix y Julissa que saludaron a Janneth con besos en las mejillas, a Manuel, Félix y Lidia lo saludaron informalmente y Julissa por el contrario lo hizo con mucha compostura y un poco de timidez y nervios, pero Manuel la ayudó a relajarse dándole la bienvenida  con mucha cortesía e invitándola junto a Lidia y Félix a sentarse en las sillas a su lado izquierdo y frente a Jannette; cuando los tres estuvieron acomodados el regreso a su laptop y consultó en la pantalla la hora, faltaban veinte para las cuatro, los gerentes estaban llegando predeciblemente y de acuerdo a la importancia que cada uno le atribuía al tiempo y a la puntualidad. Estaban convocados todos a las cuatro en punto de la tarde, en la misma sala donde apenas en la mañana se había decidido la suerte de Alberto. 

El cuarto en cruzar la puerta fue César: un hombre con la cintura del ancho de un tonel que saludo a los presentes muy formalmente y un poco intimidado. Prefirió sentarse cerca de la puerta y separado de los demás en lugar de hacer un intento por socializar. Gerenciaba el área de sistemas y solo tenía dos meses y medio en el puesto lo que explicaba su aspecto asustadizo y su esfuerzo por presentarse a tiempo porque se notaba bastante agitado y le sudaba copiosamente la frente a pesar del acondicionamiento del aire; apenas un par de segundos después de que César cerrará la puerta, entró Julio: un hombre bajito y con aire presuntuoso que se pasaba la mayor parte del tiempo tratando de lucir amenazador para ser tomado en serio en su cargo de gerente de seguridad. Saludo con simpatía a César, con zalamería a Janneth, a la que cortejo por su deslumbrante belleza, y con mucha moderación y respeto a Félix y Lidia; a Julissa se atrevió a pedirle la mano para besársela por encima de la mesa y felicitarla por su promoción lo que hizo que Manuel levantará una ceja cuantificando la rapidez con que se había esparcido la información, entonces Julio, para cerrar su teatral entrada, se paró en firme y le hizo un saludo militar a Manuel que lo observó sin comprender cómo podía ser tan bueno en su oficio aquel saltimbanqui. Le dio instrucciones de descanso y el hombrecito sonriendo se acomodó al lado de Janneth; de la charola en el centro de la mesa Julio levanto la cafetera y se sirvió una tacita de café con cuatro cucharadas de azúcar; ya roto el hielo y más en confianza, César, cogió la garrafa de agua helada y se sirvió un vaso para refrescarse, porque realmente, había tenido que correr para cruzar la ciudad y llegar a tiempo a la convocatoria de último momento que Julio comenzaba a animar glorificando primero a Dios por darles vida y a aquella bondadosa infusión como lo era el café y sin la cual la humanidad no podría seguir adelante;  y luego de darle unos sorbos a su taza, se preparó para contar una de las inagotables anécdotas sobre su pintoresca vida; en aquella oportunidad, el tema, fue una novia de juventud con las piernas chuecas y fea como una cucaracha volando a media cocina, pero que había logrado ganarle el corazón solo con la forma de prepararle el café; estaba a medio relato, cuando entró Patrick saludando secamente y con aquella su medio sonrisa torcida y burlona; se dirigió a la silla en la otra cabecera de la mesa y se instaló ahí como si de ocupar una posición militar se tratara, pasada la interrupción, Julio, que iba por su segunda taza de café se preparó para continuar su relato cuando entraron Pablo y Jaime de mantenimiento y producción qué tenían la costumbre de aparecer siempre juntos en cualquier convocatoria y por lo general discutiendo siempre `por algo,  ambos saludaron muy sonrientes y se sentaron entre Julio y César, se sirvieron café y continuaron debatiendo sobre el bajo rendimiento de la selección nacional de fútbol y, Julio, que era apasionado al deporte, se olvidó de la novia de piernas chuecas y se preparó una tercera taza de café antes de invitarse el solo, a participar en el debate  de Pablo y Jaime, César, se integró después interviniendo tibiamente y manteniendo un perfil bajo, faltando tres minutos para las cuatro se presentó Erick y se agregó al debate que poco a poco iba acalorándose y finalmente a las cuatro y ocho minutos, entró Julia, tarde como siempre y disculpándose. Estando ya todos reunidos y sentados alrededor de la mesa, Manuel cerro su laptop y les pidió atención e inmediatamente se silenciaron y voltearon a verlo.

--Bien, ya estamos sobre la hora gracias a los que llegaron tarde- dijo.  Julia se arremolinó incómoda en su silla mientras disimuladamente los otros la observaban. -Así que mejor comencemos. - Y entonces paso a darles la bienvenida, a saludarlos y, a darles instrucciones y advertencias sobre la información que iba a compartirles y la manera en que esperaba la fueran bajando al personal para evitar chismes, rumores y malentendidos; y para asegurar bien la tarea, les notifico sobre el memorándum, que más bien era un manual con las indicaciones de cómo organizar los equipos de trabajo y la forma en que se les transmitiría la información. Cuando estuvo seguro que toda aquella parte la habían entendido, paso a describirles los movimientos que estarían dándose en los siguientes días y semanas en la empresa: el retiro de Laura en primer lugar no fue una sorpresa para nadie porque el asunto ya era de dominio general, pero al personal debía dejársele bien claro que su renuncia había sido voluntaria y por motivos muy personales y dejando implícita para todos ellos la prohibición de extenderse en más explicaciones sobre el tema con nadie. El punto quedó bien claro y nadie hizo preguntas, pero de pronto comenzaron a sentirse incómodos porque era de la madre de Patrick de la que hablaban y él estaba ahí, presente y observando con repudio como metían bajo la alfombra las verdaderas razones del retiro de Laura. El regreso de Lidia a diseño y la promoción de Julissa en recursos humanos tampoco fue una novedad aunque ameritó una ronda de aplausos y bienvenidas a solicitud de Julio que no se cansaba de expresar la alegría que sentía al integrar una mujer tan dulce y bella al equipo, luego de los aplausos, Manuel les participó la decisión de la Junta directiva, tomada en la mañana, de incorporar a Alberto a la cabeza del departamento financiero, pero la noticia tampoco tomo desprevenido a nadie, aunque acentuó el desconcierto y el malestar general cuando Manuel aclaro que aquel reintegro no obedecía a ningún tipo de reclamación por parte de Alberto o su familia, si no por el contrario, era la empresa la que considero justo y oportuno invitarlo a retornar y él había aceptado, y aquel punto en particular, machaco varias veces Manuel, tenía que quedarle bien claro a todo mundo,  y para garantizar si lo comprendían o no Manuel abrió un paréntesis de preguntas, pero habían tantas medias verdades deslizadas en aquel discurso que nadie se atrevió a hacer preguntas, estaba claro lo que Manuel intentaba ocultar y que los necesitaba a todos como cómplices y a su lado, era pues la hora de tomar partido, en un extremo de la mesa, dominando con maña y habilidad la situación, estaba Manuel que apoyaba el regreso de Alberto y, en el otro extremo, cada vez más enfadado,  aislado e impotente, Patrick, que, lo deploraba  y observaba con furia vengativa como se conspiraba contra él; entonces,  Manuel les soltó la verdadera bomba del día al anunciar la preparación de Janneth para ponerse al frente de la empresa en los próximos años.




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