Cruzaron la puerta. Se acercaron al enorme escritorio de teca y a un gesto de Manuel que contestaba una llamada ambos se sentaron en un par de sillas acojinadas en cuero blanco.
-Si estás muy ocupado volvemos- Le dijo Félix. Manuel les indicó que esperarán y continúo hablando dos largos e incómodos minutos durante los cuales Alberto examinó minuciosamente el despacho; una sala amplia, dominada por un ventanal a espaldas de Manuel pero que esté mantenía con las cortinas perpetuamente corridas. A la derecha empotrado a lo largo de toda la pared había un mueble también de teca birmana con sus anaqueles muy limpios y organizados con sus libros, reconocimientos, trofeos y casi una docena de fotografías exhibidas en elegantes marcos dorados. En la pared izquierda había desplegado un enorme mapa de la ciudad con las tiendas de Divas identificadas con chinchetas rojas y las de la competencia en colores para diferenciarlas unas de otras. A Alberto se le ocurrió que parecía el mapa de un general que diligentemente dirigía una guerra estudiando el movimiento de los adversarios, de las poblaciones y de los flujos de capitales dentro de la ciudad.
“Posiblemente Manuel se vea a si mismo de esa manera” pensó recordando la conversación que recién había tenido con Félix.
En su generalidad el despacho parecía el templo de un hombre muy organizado y que prodigiosa y felizmente había encontrado el equilibrio entre el trabajo y su vida doméstica, muy debajo de las apariencias, sin embargo, Alberto podía perfilar al general prodigioso y solitario al que ya solo le quedaba el placer de ganar guerras y ver a sus enemigos doblegados a su voluntad.
- “Y yo que me acabo de enrolar en su ejército”- pensó con pesadumbre.
-Disculpen la descortesía. - Les dijo Manuel colgando el teléfono- Era el agente inmobiliario de los Ángeles.
- ¿Abriremos puntos de venta en Los Ángeles? - preguntó Alberto escéptico.
-Si todo sale bien, si- Contesto Félix animado.
-Pero a mí me parece que…-Replico Alberto, pero entonces mejor decidió callarse- No, nada, olvídenlo…- Dijo.
-No. Termina lo que ibas a decir- lo exhortó Manuel.
-No. Tal vez lo podemos discutir después. Cuando cuente con más información.
-Eso es ¡o que siempre me gusto de ti Alberto. Tienes una mente perspicaz y aguda para los negocios y nunca te quedas callado cuando una decisión te parece imprudente o equivocada, así sea Dios quien estuviera metiendo la pata. -Manuel se puso de pie y Alberto imitándolo le extendió la mano y se la estrechó con firmeza. -Me has tenido estresado toda la semana, creí que al final te echarlas para atrás.
Alberto se acomodó otra vez en la silla esquivando la mirada inquisitiva de Manuel.
-Pues gracias por la bienvenida-Dijo- La verdad no fue una decisión fácil, pero cuando la tomé lo hice a conciencia.
Manuel asintió comprensivo.
-Y no te arrepentirás- le aseguro Manuel. - Cuenta con todo nuestro apoyo y de pronto también discúlpanos si sientes que te hemos estado presionando un poco. Es sola la inquietud y la incertidumbre mientras nos vamos adaptando a la situación.
-Eso ni lo menciones- intervino Félix- Después de tu llamada nos cayó la de Janneth preocupada por nuestro retraso.
-Me lo imagino. Ella ha sido la más afectada con todo este asunto. Sim embargo hoy en toda la mañana detrás de toda su crisparon me ha parecido reconocer algo de alegría autocontenida. Ella siempre te ha tenido mucho aprecio Alberto; y no vallan a contar que yo lo mencioné pero hasta la ropa que trajo puesta hoy me parece nueva. Creo que desea causarte una buena primera impresión.
Alberto se puso colorado hasta las cejas y Feliz sonrío siguiéndole el juego a Manuel.
-Bueno tampoco es para exagerar- Dijo Alberto
-Pero si no exagero. Bueno. Ya te la encontraras tu y luego me cuentas. Sobre lo demás te aviso que trabajara contigo toda la semana poniéndote al día con las cuentas de la empresa, después de esos primeros siete días te apoyará solo media jornada hasta que considere que ya no te es indispensable. Tú, tómate tu tiempo con ella. Ya yo veré como después la voy preparando para que ocupe mi lugar. Luego, si tienes alguna duda o necesitas expresarme algo, algún comentario, sugerencia o disconformidad recuerda que estoy solo a dos puertas de tu despacho.
-Eso estoy seguro de que no lo voy a olvidar.
-Bueno- dijo Félix consultando su reloj de muñeca. - si no tienes más que agregar Manuel nosotros nos vamos. Hoy tenemos un día bien cargado.
Se despidieron y Manuel quedo solo y pensativo.
¿Habría cometido un error al traer de regreso a Alberto?
Ahora era demasiado tarde para remediarlo.
Solo le quedaba esperar la primera crisis y tener confianza que Janneth estuviera a la altura de superarla sin ocasionarle muchos estropicios a la empresa; porque el retorno de Alberto era imposible sin el brote de dos o tres crisis pero era la primera y su resolución la que marcaría la pauta de las siguientes y si Janneth lograba remontarla con éxito por pírrico que fuera el triunfo él se daría por satisfecho, aunque algunos años después contemplando todo en retrospectiva y desde su apacible retiro Manuel de recriminaría así mismo el haber sido tan ingenuo y arrogante como para haber dado por sentado que la primer crisis se gestaría desde dentro de la empresa y no fuera y tan conservador y confiado como para no haber estimado suficientemente su gravedad; pero luego con satisfacción sonreiría, porque fue durante aquella prueba de fuego que sacudía a Divas como no se había estremecido desde el asesinato de Esther que Manuel comprobaría que Janneth, su hija primogénita, había sido cortado con el mismo molde que Dios utilizó para crearlo a él.
Editado: 14.02.2024