Todo estará bien

Capitulo 9

Julia, concordó su equipo, peco de modesta al calificarlo apenas de guapísimo.

Era alto, de cintura breve y esbelta, hombros anchos y fuertes. Ahora, vestido con su traje negro y a la medida además de interesante y atlético lucía irresistiblemente deseable. Pero lo que realmente derritió los corazones del personal de Julia fueron sus finos modales y su forma triste y desamparada de sonreír.

“En otro tiempo debió ser una sonrrisa perfecta” pensaron embelesadas y decidieron todas y simultáneamente que no podía ser un asesino.

Al cruzar la puerta del cubículo de mercadeo con Janneth a la par y custodiándolo, Julia fue la primera en salir a su encuentro y sorprenderlo con un abrazo que lo conmocionó con su fuerza y sinceridad y lo apenó porque Julia nunca fue muy cercana a él y no sabía cómo corresponder al afecto que parecía haber venido acumulando durante años a la espera de volver a verlo. Cuando advirtió que tenía oculto el rostro en su pecho para esconder las lágrimas le tomó la cabeza con una de sus manos recias y le acarició el cabello con ternura mientras con la otra la sujetaba de la cintura y observo a Janneth que tiesa como un roble observaba todo sin intenciones de intervenir o echarle una mano para sacarlo de aquella situación tan incómoda.

--Discúlpame, discúlpame. - Balbuceó Julia después de un rato, separándose de él y limpiándose el rostro- bienvenido Alberto, bienvenido, hay discúlpame, pero es que soy tan sentimental y estoy tan contenta de verte otra vez.

-Bueno, yo realmente te agradezco tan cálida bienvenida-dijo, pero ya Julia lo había cogido de la mano y lo arrastraba con ella.

-Pero no te quedes aquí en la entrada- Le dijo sonriendo y llorando al mismo tiempo- Ven, ven te presentaré a mi maravilloso equipo de amazonas.

Las seis mujeres que habían permanecido calladas y a la expectativa y que para malestar de Janneth también estaban vestidas especialmente para la ocasión, fueron estrechando una por una la mano de Alberto y presentándose añadiendo a sus nombres, el puesto y el trabajo que desempeñaban en la empresa, el las escucho con interés, le hizo preguntas puntuales a cada una y les agradeció la bienvenida que apenas comenzaba porque como siempre en relaciones públicas y mercadeo tenían preparado un pastel, bocadillos y refrescos que impacientaron a Janneth porque la sacaba del programa y le acortaba el tiempo para otras actividades. Alberto por el contrario se tomó el festejo con bastante tranquilidad y cortesía. Comió, bebió, charló amigablemente y a Janneth le pareció que hasta se dejó coquetear por las chicas del departamento. Por último, le dio las gracias a Julia que estaba llorando otra vez y tenía el maquillaje corrido y se despidió de las muchachas una por una y salió del cubículo con Janneth disimulando el mal humor y caminando detrás de él. Al cerrar la puerta, sobre Julia cayeron seis pares de mirada maliciosas que deseaban saber más de aquel hermoso hombre al que pobremente había descrito apenas de guapísimo.

 

En recursos humanos la presentación para alivio de Janneth fue más formal y breve.

Julissa, qué había ingresado a la empresa con veinte y tres años y quizás tres después del encarcelamiento de Alberto, en las cuentas de Janneth, lo recibió con mucha simpatía y cordialidad y le presento a su personal también compuesto solo de mujeres que se expresaron con el mismo sentimiento afable y lo despidieron con una agradable sensación de confianza.

En diseño, Leticia, que madrugo para preparar a su personal lo recibió igual que Julia, es decir, con lágrimas, pero sin refrescos ni pasteles. Después de abrazarlo le presento a su equipo, en su mayoría también mujeres, que sonrieron taimadamente impresionadas con su presencia. Las modelos de tallaje incluso le parecieron a Janneth que se pasaron de cínicas al coquetearle tan descaradamente y delante de Lidia

Terminaron al fin el recorrido en la sala de juntas a donde Janneth convocó al personal de supervisores de contaduría, finanzas y auditorias que acudió y lo recibieron con una incertidumbre y desconfianza expresada a través de risas forzadas y un mutismo general muy calculado y precavido que Franklin aprovecho brillantemente para destacarse entre sus temerosos compañeros dándole la bienvenida en nombre de todos y poniéndose servilmente a su disposición para cualquier cosa que necesitase.

Intuyendo que algo no marchaba bien con el personal, Alberto los invito a pasar por su despacho individualmente y cuando estuviera ya totalmente instalado para escuchar sus ideas, dudas e insatisfacciones o discutir cualquier tema que estuviera afectandolos o los hiciera sentir amenazados. La idea por supuesto tenía el propósito de hacerlos sentir tomados en cuenta y Alberto lo expreso con tal honestidad y convicción que Janneth se sorprendió al ver bajar la tensión en el grupo y observar que algunos hasta se animaron a participar mencionando algunas cosas con las que no estaban a gusto y que el prometió discutir con ellos más a fondo y en su momento. Al despacharlos Janneth sonrío satisfecha porque había dejado su reunión para el final asumiendo que Franklin intentaría sabotearla, sin embargo, con destreza y habilidad Alberto contuvo los intentos que hizo Franklin para exhibirse y le dio más espacio para expresarse al personal que le pareció necesitaba más atención. La cosa no había podido salir mejor y Janneth tenía que admitir que  ella misma no lo hubiera manejado tan bien.

-Tengo que felicitarte- Le dijo cuando se quedaron solos- Está última reunión me tenía tan preocupada que después de lo que has hecho siendo pena de mí misma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.