Janneth visitaba la casa de Félix y Lidia muy ocasionalmente, y aún más ocasionalmente, se miraba en la necesidad de salir al patio de atrás. Las veces que lo hacía, al ver la piscina, siempre le venía a la mente la pelea de Esther y Julia y la conversación que había tenido muchos años después con su incomprendida hermana menor. De una manera sin duda infantil, Janneth seguía considerando la casa de Félix y Lidia un lugar encantado, después de todo, en su infancia, antes de la muerte de Leticia, había sido una especie de parque mágico al que soñaba volver casa semana para escapar de la rigurosidad de la vida con sus padres, y luego, cuando está murió: en el refugio en el que al menos un par de horas podía olvidar el tormento de vivir bajo la estricta protección de Laura y el acoso de sus antipáticos primos. La piscina, sin embargo, había sido el rincón más encantado de la casa. cuando Janneth la observaba era siempre con nostalgia y reverencia, había amontonados muchos recuerdos felices alrededor de ella y ni por asomo se le cruzó por la mente que Alberto pudiera estarla esperando metido en ella la tarde en que prometió ir a verlo para ponerlo al tanto de la situación de la empresa.
Al salir al patio de atrás y acercarse a Alberto la sobrecogió una sensación de irrealidad. De pronto, habían acudido en tropel a su memoria una estampida de recuerdos de textura casi física: incluso al aire que respiraba pareció arrastrar aromas de otros tiempos y por un breve segundo se visualizó metida en el agua, chapoteando y gritándole a sus hermanos, a sus primos y por supuesto a Alberto: a un Alberto tímido, que sentía pena del vello que comenzaba a cubrirle algunas partes del cuerpo y que se metía al agua siempre vestido con una calzoneta hasta la rodilla, un Alberto muy diferente al que en aquel momento salía de la piscina cubierto solo con un ajustado bikini y exhibiendo una viril musculatura qué el agua que le escurría por la piel ayudaba a acentuar.
Janneth, qué se acercó vestida con una falda negra hasta la rodilla y un chaleco también negro sobre una blusa blanca se quedó de una pieza, intimidada y sin aliento. A falta de otros pasatiempos, parecía que en la cárcel Alberto había dedicado mucho tiempo a su cuerpo, levantando pesas quizás, porque todo en el lucia más sólido, más duro y más grande, pensó Janneth sonrojándose y retirando la mirada de la entrepierna de este, era evidente que en la cárcel, en los baños colectivos también había superado la pena de lucir su cuerpo desnudo, turbada por aquellos pensamientos lascivos Janneth siguió avanzando mientras trataba de disimular su estado de ánimo, para su alivio Alberto se acercó a una mesita de metal a una orilla de la piscina y cogió de encima de ella una toalla y se la enrollo alrededor de la cintura.
-Hola Janneth- La saludó- ¿Te sientes bien? ¿Te pasa algo?
-No nada- contestó aún más colorada, se sentía una imbécil, llevaba trabajando con modelos toda la vida, estaba acostumbrada a ver hombres desnudos, ¿Por qué tenía que perturbarla tanto Alberto?
- ¿Quieres que te pida algo para el calor? Te vez como muy agitada.
-No, así está bien, no te preocupes.
-Como tú quieras- Dijo él y se sentó en una de las sillas alrededor de la mesa. - Ven siéntate- Janneth se acercó y se sentó frente a él semi aturdida.
- ¿Estás segura de que estás bien?
-Si, es solo un poco de cansancio- mintió.
-Yo pensaba salir esta tarde, sin embargo, mi papá insistió en que te esperará. También he estado bastante tenso y pedalear mi bicicleta y nadar me relajan. La próxima vez deberías traerte un traje de baño, así nadamos y nos relajamos juntos, te haría bien- De colorada Janneth paso a coloradísima. Se imaginó metida en un traje de baño, dentro de aquella piscina, otra vez, y sola con…
“¿Qué diablos pensaba Alberto? ¿Estaba volviéndose loco?” - Pensó
-Eso de ponerte colorada me gusta, pero también me inquieta- Le dijo Alberto- No puedo discernir que emociones te ponen así. Lo siento, de veras. Se me olvidaba que hace mucho renunciaste al placer de nadar en esta piscina. Discúlpame si te incomodé o te hice recordar algo.
-No te preocupes, no importa- Dijo ella cortante. - Supongo que Cesar ya te puso al tanto sobre lo que ocurre en la empresa.
-Cesar no. Mi papá. Cesar me ha dicho que le diste instrucciones de no revelarme nada y ha cumplido al pie de la letra con tu mandato. Muy leal el tal Cesar, ojalá fuera así de bueno con todo los demás.
-Es competente, no te prejuicies con él. Es nuevo en la empresa y aún está pasando por esa difícil etapa de decidir con quién se alinea dentro de ella. Tiende a ser muy precavido porque sabe que su trabajo va en juego. Ahorita que lo vi adentro me dijo que sólo falta un par de horas para dejar instalado todo.
-Eso viene diciéndome desde la mañana mientras se traga litro tras litro de gaseosas.
-Solo hace eso cuando se pone muy nervioso. Tú debes ponerlo bajo una gran presión.
-A lo mejor teme que le pegué un tiro- Dijo, pero al ver la expresión de Janneth se arrepintió del comentario y cambio rápidamente el tema- ¿Viste a mi papá?
-No. Me recibió Alexis. Dijo que Félix está durmiendo junto a Lidia y le pedí que no lo molestará. Toda esta situación debe mantenerlos agotados.
-La verdad no sé hasta dónde podrán soportarlo. Esto se pondrá, peor Janneth, la noticia ya está en los telenoticieros y no paran de retransmitirla. ¿No crees que lo mejor sería que renunciara?
Editado: 14.02.2024