Hacia el final de su segundo periodo académico, cuando Manuel y Janneth se enteraron de lo que había hecho, matriculándose en una universidad pública, y comenzaron a presionarla para que se cambiara a una de más prestigio y categoría; una más acorde con su clase, hubiera dicho Laura, Julia, se opuso con una terquedad tan desacostumbrada, que ella misma fue incapaz de reconocerse, y fue consciente, también por primera vez, de los drásticos cambios que estaba experimentando al lado de Andrés.
Afortunadamente para Julia, tanto como para Andrés, la escaramuza coincidió con las vísperas del lanzamiento de la próxima colección de Divas y con el recrudecimiento de la hostilidad entre Laura y Patrick con el resto de los socios de la empresa, y Manuel y Janneth se vieron tan absorbidos y rebasados por los problemas que poco a poco se fueron olvidando de ella y posponiendo para un mejor momento la misión de obligarla a moverse de universidad. Obviamente, si hubieran conocido de la existencia de Andrés y del peligroso camino por el que estaba conduciendo a Julia, no solo hubieran sido más energéticos con sus demandas y sus intentos de hacerla entrar en razón sino también más directos en sus métodos para conseguir hacerla obedecer, al fin de cuentas, considerando la posición privilegiada de Julia, su conducta y las decisiones que tomó en aquella etapa tan conflictiva de su juventud solo podía comprenderse si se le atribuían a una persona que hubiera perdido el juicio, aunque para ser justos, también tenía que reconocerse que le habían sobrado motivos para descarriarse de la forma en que lo hizo. Después de todo, Julia había estado lidiando sola con la culpabilidad que le producía la situación de Alberto y en medio de aquella sensación de desdicha, también había sido abandonada a su suerte para que tomara decisiones fundamentales para su futuro en un momento en que lo que más deseaba con ansiedad era eludir esas responsabilidades y el futuro que implicaba. Cuando decidido ingresar a una universidad pública lo hizo precisamente con la intención de escapar del escrutinio de su círculo social. Caminaba por aquellos días como una bomba a punto de estallar y, cuando al fin lo hizo, Andrés se le cruzo en el camino y se enamoró de ella sin tener idea, al principio, que Julia encarnaba todas las cosas contra las que él luchaba.
Si Julia había nacido rica y privilegiada, Andrés lo había hecho en la más sórdida pobreza.
De niño había conocido tanto las privaciones como el trabajo duro y se había salvado de los riesgos y peligros que implicaban las calles y el marginamiento solo gracias al temor y el respeto que le inspiraba la severidad de su padre y a la ternura y el optimismo con que lo animaba su madre. Ambos lo formaron al abrigo de sus valores religiosos y conservadores y a pesar de su escasa ilustración tuvieron el buen juicio de comprender que solo con una buena educación podían garantizarle un mejor futuro, a él, que era el mayor, y a sus otros tres hijos, sin embargo, de los cuatro, fue Andrés el que resultó menos renuente al estudio y el que mejor supo aprovechar el sacrificio que sus padres hicieron.
Se graduó con honores en primaria y luego continuó su secundaria intercalando, como lo había hecho siempre, estudio y trabajo. Respaldado por las buenas notas consiguió una beca y al finalizar la secundaria ingresó en una institución de formación docente en donde además de su título de maestro adquirió sus convicciones políticas y su conciencia de clase.
Por su inteligencia y habilidades de liderazgo fue reclutado casi inmediatamente por las asociaciones de estudiantes y gracias a los contactos y amistades que fue cultivando se aseguró también un modesto ingreso, laborando a medio tiempo en colegios privados, con el que al fin pudo disfrutar de un poco de independencia.
Fue durante aquel período de formación magisterial que se permitió el lujo de disfrutar de dos o tres noviazgos antes de percatarse que no podía dividir ni su tiempo ni su dinero entre la necesidad de sacar adelante a sus hermanos y sus padres y su intento de formar una familia propia. Así como sus padres se habían sacrificado para formarlo a él, Andrés decidió dedicar un tiempo de sacrificio propio para concluir el trabajo que habían empezado aquellos formando a sus tres hermanos. Para cuándo al fin terminó su carrera docente y gracias otra vez a las recomendaciones de los contactos conseguidos en las asociaciones que frecuentaba, obtuvo un trabajo mejor pagado en la administración pública, para entones sus hermanos menores también habían mejorado mucho su situación económica y entonces pudo permitirse el ingreso a la universidad, pero no continuó especializándose en docencia, sino que eligió matricularse en periodismo. Siempre aprovechando el apoyo de los grupos políticos en que participaba consiguió financiar parte de su carrera con medias becas, y dentro de ellos, continuo también alimentando su radicalismo que se nutría más de un rencor y resentimiento profundo hacia las clases altas, que de un serio reflexionar sobre que le enseñaban y lo que aprendía. Tenía una gratitud y fe ciega en la gente que le había abierto los ojos y despertando su conciencia de clase y los primeros en sufrir con su epifanía política, fueron, como era de esperarse, sus padres; con desilusión estos reprobaron y condenaron la forma en que traicionó las creencias y los valores que le habían inculcado. La reconciliación fue imposible, ellos lo acusaron de ponerse en peligro al adoptar doctrinas endemoniadas y materialistas y él a ellos de resignarse a vivir bajo el yugo de una clase opresora que les vendía la condición de pobres como una bendición otorgada por el cielo y de la cual además deberían sentirse orgullosos; al final, Andrés abandonó su hogar paterno y se marchó a vivir con tres compañeros de universidad, a través de sus otros hermanos mantuvo el apoyo financiero a la familia, primero porque lo consideraba una obligación y una responsabilidad de la que no podía deshacerse cobardemente aprovechando las diferencias y las ofensas que habían intercambiado con sus padres y segundo porque era una manera de hacer menos doloroso es distanciamiento.
Editado: 14.02.2024