- ¿Te has vuelto estúpida? - Le gritó Janneth.
- ¡No me grites! - Le contestó Julia también a gritos. Tenía los ojos hinchados de llorar y estaba sentada a la par de Andrés que se quejaba de dolor y se desangraba pese al rudimentario torniquete que le había aplicado con un pedazo de cobija.
-Te llamé para que me ayudarás no para que me estés gritando y amonestado. Se está muriendo Janneth, es que no te has dado cuenta.
-Por el amor de Dios Julia- siguió gritando Janneth- A este sujeto lo busca la policía por toda la ciudad. ¿Sabes lo que te pasará si te atrapan con él? ¿Sabes lo que le pasará a papá, a la familia y a la empresa? ¿En qué demonios estabas pensando?
-Ayúdame Janneth- suplicó Julia- Todo el tiempo estás regañándome y diciéndome que hacer, solo por esta vez, deja de gritarme y ayúdame. No volveré a pedirte nada en la vida, me matricularé en la universidad que tú quieras, haré lo que me pidas, pero ayúdanos.
Janneth la observó con una mezcla de rabia, asombro y culpa. Julia seguía llorando recostada sobre Andrés y de pronto parecía incapaz de gritar más, era solo gimoteos y angustia, además, de una total desconocida para Janneth. Aquella no era la Julia que creían a salvo de las adversidades de la vida y desconectada de los problemas que abrumaban a los demás.
"Nos equivocamos" pensó Janneth "Al final, todo esto ha sido culpa nuestra"
-Julia-, vete a casa- Le dijo tendiéndole la llave del auto que tenía estacionado afuera. - Límpiate el rostro, cámbiate de ropa, procura controlar los nervios y conduce con cuidado, y recuerda, a papá ninguna palabra de esto.
- ¿Que vas a hacer? - preguntó Julia, esperanzada.
-Veré que puedo hacer por tu amigo, pero a cambio, me vas a prometer que no volverás a verlo nunca más.
-No. No me puedes pedir eso. - exclamó Julia espantada.
-No te lo estoy pidiendo Julia, te lo exijo. Tú decides: te vas a casa y yo me hago cargo de este desastre del que no volveremos a hablar nunca, o llamo a la policía y entrego yo misma a este tipo. Mi deber es poner a salvo a la familia y a la empresa, Julia. No pueden involucrarnos en esto y si me toca exponerte como una víctima de las manipulaciones de esta gente lo haré. Piénsalo, por qué ya tenemos bastante con el escándalo de Alberto como para también hacer público un escándalo contigo.
-No Janneth. Tú no puedes pedirme eso.
-Tu no volverás a ver a este sujeto Julia. Sea que lo ayude o lo entregue a la policía no volverás a verlo.
-Si lo entregan lo matarán.
-En todo caso será tu responsabilidad. Tú decides. - Julia, se puso de pie, se inclinó sobre la cama y abrazó a Andrés.
-No puedo dejarte. Quiero morirme contigo- Le dijo sollozando.
-Vete- Le susurró Andrés- Tu hermana tiene razón. Si te pasará algo yo no descansaría en paz ni en este mundo ni en ningún otro. Vete Julia- Ella lo abrazó más fuerte y lo besó varías veces ante la mirada incrédula y llena de asombro de Janneth que no había captado hasta ese momento la profundidad de la relación de su hermana con aquel sujeto. Julia se puso de pie y con el corazón lastimado por la angustia caminó hacía la salida del cuartucho.
-No dejes que se muera- Le susurró a Janneth.
-Todo estará bien- Le prometió Janneth- Yo me haré cargo.
-Eres una maldita perra- Le susurró antes de salir, pero Janneth no le replicó, y como acordaron, nunca volvieron a hablar sobre el tema, hasta el día en que Úrsula atacó Divas.
Después de que Julia expusiera la naturaleza de las amenazas que se cernían sobre Alberto y de qué Julio identificará a la responsable de las protestas frente a Divas, Janneth supo y comprendió inmediatamente lo que tenía que hacer; si en algún momento tuvo una duda, está no contó con tiempo para germinar en su mente: fue arrasada por la rabia que alimentaba su determinación y junto con ella arrastró también a Julia sacándola a gritos de la oficina de Manuel. La hizo subir a su Mercedes y cruzó la ciudad conduciendo con la temeridad típica de ella, pero multiplicado por cien, en el camino, primero hacía la casa de Julia para que preparara una maleta y luego hacía el aeropuerto, Janneth le expuso lo que iban a hacer y Julia la escuchó con una escalada de emociones que comenzó con la intriga para avanzar hacia la sorpresa y luego hacía la rabia, el desconcierto, el odio y la tristeza, hasta culminar en un estado de shock paralizante.
-No puedes estar pidiéndome esto- Le dijo Julia y de pronto se sintió como reflejada en un dejavu y el corazón le sangró.
-Si no fuera necesario no te lo pediría, pero la suerte de Alberto depende de ello- Se justificó Janneth.
- ¿Y cómo demonios sabes dónde encontrar a Andrés?
-Te prometí que todo estaría bien, te dije que lo pondría a salvo y eso hice. Luego que le salvarán la pierna lo saqué del país y hace algunos años cuando la situación cambió el regreso y yo no le he quitado un ojo de encima. Siempre confíe en tu palabra, pero tenía mis reservas con él, así que nunca deje de vigilarlo.
-Tú lo has vigilado todo este tiempo, todo este tiempo has conocido donde estaba y nunca me dijiste nada. - Protestó Julia.
Editado: 14.02.2024