Todo estará bien

Capitulo 22

                                               22

 

Andrés la llevó a comer a una cafetería al aire libre en una placita cerca del edificio donde vivía. Estuvieron muy alegres, por ratos tristes y también muy apenados y precavidos pues no sabían, o más bien, temían, que más hacer con su reencuentro aparte de contarse lo que había sido de sus vidas. Hoy estaban ahí, pero hacia dónde lo llevaría el mañana ahora que volvían verse era algo que los asustaba descubrir. Conversaron como dos colegiales enamorados, sin percatarse del paso del tiempo y de la caída de la noche.

-Yo- Le dijo Julia como recalcando la línea que el destino había interpuesto entre ellos y que no tenía valor de cruzar. - me casé, tengo dos hijos preciosos: dos varones. - Sonrió orgullosa.

-Yo también me casé- Le dijo Andrés suspirando- También tengo dos hijos, un varón y una niña.

- ¿Y por qué no vives con ellos? - Le preguntó Julia con cautela.

-He tenido dificultades- explicó Andrés. - Estamos temporalmente separados con mi esposa. Ella y los niños están viviendo en la casa de mis suegros mientras pasamos la mala racha.

-Lo siento Andrés. No debí haber preguntado.

- ¡he! No pasa nada. Es la historia de mi vida. Siempre existiendo al límite de la nada. - Sonrió con amargura. - Yo regresé al país cuando se decretaron los indultos y las amnistías. Volví a los movimientos con que estaba comprometido. Nos organizamos en un partido legal, pero al parecer la bala en mi pierna solo fue el principio de mis desilusiones: cuando el partido logró ganar sus primeras elecciones fue secuestrado por una mafia de políticos oportunistas que nunca supieron lo que era combatir en las calles o sufrir por las libertades que intentamos conquistar, al final terminaron reproduciendo las mismas costumbres corruptas de la élite contra las que luchamos y poco a poco fueron dejándome a un lado. Me convertí en un estorbo porque nunca me acomodé a sus maniobras turbias y porque siempre estaba presto a denunciándolos cuando abusaban del poder que se les dio. Me acusaron de traicionar el partido, pero realmente fueron ellos los que traicionaron el país. He sobrevivido con malos sueldos de periodista y siempre a condición de cerrar la boca cuando así me lo mandarán. Al final me harté y lo dejé todo. Me puse a trabajar por mi cuenta, abrí un blog y varios canales virtuales y me puse a desenmascarar las movidas turbias del gobierno. Me he forjado una reputación sólida, pero esta apenas me da para comer.

-Yo nunca oí hablar de ti.

- ¿No conoces La Piedra en el Zapato?

- ¿Tú? ¿Tú estás detrás de ese blog?

-Yo mismito. Dependo de donaciones Julia y estás son precarias, pero tampoco es para que eso te ponga triste, soy feliz haciendo lo que hago.

-Ni un paso atrás.

-Ni un paso atrás- sonrió Andrés- Solo espero que un día mis hijos entiendan lo que hago y por qué lo hago. Me dolería mucho lo contrario, mis padres nunca pudieron hacerlo.

-Eres un buen hombre. Claro que lo entenderán.

- ¿Pero tú? ¿Como diste conmigo?

-Janneth me dio tu dirección.

- ¿Janneth?

 

-Ella supo siempre dónde estabas y enterarme me dolió mucho; tanto, como me ha dolido todos estos años no entender porque no volviste por mí. Porque tú si sabías dónde encontrarme y sabías también que iría contigo hasta el fin del mundo.

-Era muy peligroso Julia. Muchos de los que fueron perseguidos después de aquel incidente fueron arrestados y nunca volvió a saberse de ellos. Yo me salvé por un pelo. Salir del país con una pierna lisiada y herida fue una operación arriesgada y difícil y aún fuera del país me persiguieron durante muchos años. Yo no podía exponerte a una vida así. No me hubiera perdonado nunca si hubiera llegado a pasarte algo y además se lo prometí a tu hermana. Le prometí que no te buscaría, pero le pedí que además de protegerte a ti también cuidará a mis otros seres queridos: mis padres y mis hermanos; también a ellos los puse en peligro y Janneth cumplió su palabra y los mantuvo seguros, y si ella había honrado su promesa y yo no podía faltar a la mía. Por mucho que te amará y me estuviera muriendo por dentro, primero estaba tu seguridad.

-Janneth- susurró Julia- Al parecer cuando ella promete que las cosas estarán bien nunca da su palabra en vano, aunque su concepto de estar bien pareciera adquirir siempre connotaciones retorcidas.

-No seas dura con tu hermana Julia. A veces llevar a buen término una situación difícil parece depender de tomar decisiones aún más difíciles, decisiones, ante las que personas como nosotros, vacilamos. Parece que ella nació o las circunstancias la han colocado en encrucijadas que la han obligado a desarrollar esa frialdad de sangre para tomarlas aún a costa de morir un poco por dentro. ¿Te has puesto a pensar alguna vez en la tesitura en que la pusimos? ¿Te has puesto a pensar qué habría pasado si hubiera decidido hacer las cosas de otra manera? Cuando lo he meditado, y lo he hecho por años, no he podido dejar de reconocer que hizo lo correcto para todos. Por dónde lo vea, las cosas hubieran terminado mucho peor si ella hubiera vacilado.  

Julia agacho la cabeza y se quedó silenciosa y pensativa. Era doloroso lo que habían vivido, pero Andrés no estaba reaccionando como ella había esperado, estaba haciéndola sentir pena y vergüenza, porque aquella tarde horrible de hacía tantos años, a pesar de haber venido a apoyarla, Julia, había llamado perra a su hermana, y solo apenas un par de horas antes había vuelto a llamarla igual. En ambas ocasiones Janneth había guardado silencio y eso le dolía más porque en el fondo, muy en el fondo, sabía que Andrés tenía razón y le molestaba que él hubiera arribado a aquellas conclusiones primero cuando era de su hermana de la que estaban hablando; la misma hermana que desde pequeña se había empeñado en mantenerla a salvo de Patrick, de Esther y de todo el jodido mundo si hubiera hecho falta.




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