Todo estará bien

Capitulo 23

Con el fascinado placer de quién a revuelto un hormiguero atizándolo con una vara, Patrick observaba al personal de Divas corriendo de un lado para otro sin ningún aparente orden o concierto. Se movían tiesos y alarmados, jalando papeles o apresurándose a contestar los teléfonos que sonaban y sonaban con la urgencia que solo podían provocar las declaraciones de guerra o las repentinas y bruscas caídas de precios en las bolsas de valores. El asalto de Úrsula había sido inesperado y contundente, y Patrick, como buen alborotador que era, había dejado sembrada la vara en el corazón del hormiguero y se alejó a una distancia prudente para evitar ser presa del mismo daño que había provocado. El primer día de protestas se mantuvo fuera de la oficina todo el día y para nada le pareció extraño que solo Franklin se hubiera preocupado por localizarlo y ponerlo al tanto de la situación.

El asalto de Úrsula estaba arrastrando muy mala prensa para la empresa y también una avalancha de críticas y malas opiniones de parte del público, aunque la rendición de Manuel no parecía que fuera a darse con la rapidez que había esperado. O por lo menos, eso había llegado a deducir con la escasa información que le había proporcionado el director de auditorías. La perspectiva de una guerra larga lo inquieto, sin embargo, después de evaluar la brevedad del tiempo transcurrido y la poca calidad y cantidad de la información con que contaba concluyó que había adelantado muchos resultados. La idea no lo tranquilizó, pero le ayudó a mantener la sangre fría y la confianza en las cartas con que estaba jugando, la apuesta sobre la mesa era muy alta y no estaba dispuesto a perder, aún contaba con un par de sorpresas ocultas bajo la manga, pero antes de echar mano de ellas decidió sondear personalmente la situación y acercarse con cautela al hormiguero que para su satisfacción y asombro parecía haber quedado más indefenso y confundido de lo que había anticipado.

Durante la mañana de aquel segundo día de protestas se enteró que Julia había salido de la ciudad pero nadie supo decirle a donde había ido ni a qué; Janneth y Manuel no se dejaron ver todo el día, y Julio, a pesar de haber participado en la exclusiva junta de control de crisis convocada por Manuel estaba tan a obscuras como los demás y se limitó a informarle lo que ya le había contado Franklin: que Janneth había quedado a cargo de la gestión de la crisis y que la única orden o más bien diría prohibición que por el momento se le había dado a él y al resto del personal gerencial era que evitarán hacer comentarios con la prensa.

-Sobre lo demás- Le había dicho Julio- solo Dios, y quizás nuestra agraciada gerente de mercadeo sabrán, porque hasta donde tengo entendido ni siquiera mi capitán Don Manuel conoce a ciencia cierta en que anda la señorita Janneth. Valga decir que es ciertamente incómodo que siendo un jefe de seguridad lo dejen a uno al margen de estas cosas. ¿No sé si usted me entiende?

-Creo que a Janneth al final el cargo le ha quedado muy grande- dijo Patrick adornando el comentario con una de sus sonrisas retorcidas.

-Nada que una buena asesoría no pueda corregir. Si la señorita Janneth me hubiera consultado quizá ya habríamos terminado con este asunto. - Se atrevió a sugerir Julio.

-Quizá necesitamos al mando a alguien que valore mejor el talento del personal con que contamos.

- ¿Sabe lo que necesitamos Don Patrick? - Le susurro Julio con aire confidencial- Necesitamos un hombre al mando, no es que yo tenga algo en contra de la señorita Janneth, no. Pero hay puestos en la empresa que no están hechos para mujeres, Don Patrick. ¿No sé si usted me entiende?

-Debería decírselo a Manuel. - Sonrió Patrick burlón.

-Pensaba decírselo esta mañana, pero no he logrado verlo- Dijo Julio con descarada desfachatez- tengo pendiente esa conversación con él. Creo que como empleado de confianza tengo el deber de señalarle este tipo de cosas. La verdad es que no sería la primera vez que asesoro a Don Manuel en temas así de delicados, la señorita Janneth por el contrario es mucho más difícil de dejarse aconsejar.

-La verdad no sé qué haría la empresa sin usted. - Lo adulo Patrick, y Julio que era impermeable por no decir autista al sarcasmo le agradeció envanecido el comentario y luego se despidió señalándole una montaña de tareas importantísimas e impostergables y que lamentablemente solo él podía sacar adelante. Patrick lo dejo marchar y continuó con su tarea de tantear por aquí y por allá hasta que fue haciéndose una idea del grado de incertidumbre del personal y de las posturas a favor y en contra de la contratación de Alberto. Lo complació comprobar que por lo menos entre el personal de mandos medios la balanza comenzaba a inclinarse a su favor.

Calculo que, con otro par de días de presión Manuel al final cedería y pondría en la calle a Alberto. Contaba con que las cosas fueran así porque le habían anticipado a Úrsula un generoso pago para que organizará la protesta y si la expulsión de Alberto no sé daba en el corto plazo temía tener que seguir desembolsando dinero para mantener la gente en la calle y a Úrsula motivada. Parte del acuerdo incluía también mantenerla informada sobre las maniobras de Manuel, sin embargo, en aquel ítem le quedaba a deber y eso lo enardecía, porque no solo lo habían dejado al margen de las tomas de decisiones sino también premeditadamente aislado en un limbo informativo, y de eso no tenía duda en culpar a Janneth.

El tercer día, celebro que Alberto aún no se atreviera a presentarse a trabajar, pero en la misma medida lo malhumoró la ausencia de Julia que aún no le concedía entrevistas ni declaraciones a la prensa. Después de recorrer los pasillos a la caza de noticias y rumores se encerró en la oficina y se pasó media mañana atendiendo a proveedores y clientes mayoristas que solicitaban información sobre el percance de Divas y la manera en que pensaban salir del atolladero en que estaban, sin embargo, lejos de apaciguarlos, Patrick se dedicó a inquietarlos más e inducirlos a que descargarán sus dudas y preocupaciones asediando a Manuel que junto con Lidia y Vanesa, - la asistente de Julia,- se había echado a los hombros la organización del desfile y el lanzamiento de la penúltima colección de Laura, que estaba solo a semanas de distancia.




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