Todo estará bien

Capitulo 31

Además de sembrar dudas entre el público, las declaraciones de Julia tuvieron un inmediato efecto de desconcierto entre los aliados de Úrsula y el síntoma más notable de las suspicacias y la desconfianza que comenzó a dividirlos fue el tiempo en que tardaron en responder a las acusaciones que se les hizo desde Divas.

Estratégicamente la rueda de prensa cumplió a cabalidad con su cometido, sin embargo, la ofensiva de Janneth había comenzado algunas horas antes con la publicación matutina del Observador; en la primera plana del periódico, ocupada por una fotografía de Esther que cubría toda la página, se anunciaba un reportaje investigativo que sería publicado en tres partes y que iniciaba con el de aquella mañana. El primer artículo fue titulado "Esther, el nacimiento de una diva" e incluía entrevistas exclusivas que hicieron que a Roni le hirviera la sangre de rabia; el se había pasado años suplicándole a los parientes de Esther por aquellas entrevistas y ahora resultaba que aquella tribu de petulantes imbéciles, se las habían otorgado, seguramente gratuitas, a un reporterillo de quinta de un periodicucho de sexta. Después de leer el ofensivo titular en el quiosco donde compraba los diarios cada mañana, se hizo con un ejemplar del Observador, y camino en dirección a su vehículo avanzando con la cabeza agachada y hojeando en busca del reportaje mientras se orientaba con el instinto adquirido por años de caminar mientras al mismo tiempo leía periódicos. El reportaje lo hizo sentirse agraviado y decidido a cobrarse caro el desaire, sin embargo, al toparse con el nombre de Andrés Salinas como autor de la investigación sintió que el corazón se le detenía en el pecho y la excitación de su ánimo desfalleció.

En el gremio periodístico Andrés Salinas no era un reportero sobresaliente, entre las nuevas generaciones, de hecho, era prácticamente un desconocido. Se decía que era la cabeza detrás del popular postcast de La piedra en el zapato, sin embargo, aquel era un rumor que nadie había logrado confirmar.

Andrés Salinas era un paria y un incordio. Su intachable reputación y fama de incorruptible resentía a sus compañeros de profesión e incomodaba a los políticos de todos los colores e ideologías y a las élites económicas de todos los gremios y sectores, nunca había aprendido a parar cuando se le sugería que lo hiciera, ni a callar cuando se le ordenaba.  Por el bien, la armonía y la seguridad de todos se había consensuado mantenerlo en el exilio, sin embargo, Roni nunca había albergado dudas que era Andrés, desde su destierro, el que continuaba incordiándolos implacablemente a través de la piedra en el zapato, y Roni sabía también, que si aquel hombre se había ganado el desprecio y el temor de tanta gente poderosa no era tanto por su integridad e intransigente activismo contra la corrupción y a favor de prácticas de administración pública más transparentes como por la confiabilidad y eficacia de su extensa red de informantes. Finalmente, Roni llegó a su vehículo y entró en el pero no lo puso en marcha, acomodó el periódico sobre el volante y comenzó a leerlo. El reportaje, que describía con un lenguaje novelesco la presentación en sociedad de Esther Alemán y sus inicios  en el mundo de la alta costura con apenas 17 años, en esencia, no agregaba mucho a lo que ya se había publicado en otros periódicos y revistas, si acaso, uno que otro extracto de entrevistas recientes a socios de Divas, y que por supuesto, y por fortuna, no incluían ni a la madre ni al hermano de esta, al final de la nota, sin embargo, Andrés señala que ese mismo día y como una extensión y complemento del reportaje se estaría transmitiendo una entrevista en vivo ni más ni menos que con el mismísimo Alberto Infante que recién acababa de ser puesto en libertad y que se encontraba envuelto en una gran polémica mediática por su retorno a Divas: la empresa de alta costura cuya marca estaba en popularmente intrínsecamente asociada a la imagen de la diseñadora asesinada. La entrevista prometía ser reveladora y estaba anunciada para ser transmitida a través de la plataforma en la cual subía su contenido audiovisual la piedra en el zapato.

Pará los demás el reportaje y su aviso podían ser inofensivos y frívolos, sin embargo, para Roni que conocía el contexto en que se daban parecía sólo el inicio de una ofensiva a gran escala y en muchos frentes y ahora no sólo se encontraba furioso sino también muy preocupado. No sólo se trataba de que el bastardo de Andrés le hubiera robado la entrevista con Alberto, sino de que para que hubiera accedido finalmente a revelarse como el cerebro de La piedra en el zapato tenían que haberle dado mucho dinero y peor aún tenía que estar respaldado por información muy delicada para que se arriesgaría a hacerlo.

Después de la Lectura y con el corazón aún acelerado por la impresión arrojó el periódico a un lado e inmediatamente le marcó a Úrsula que en aquel momento apenas iba saliendo a la calle y que le contestó con un escueto buenos días.

–¿Porque no me dijo que Andrés Salinas era conocido de los socios de Divas? – Le preguntó sin devolverle el saludo.

–¿Andrés Salinas? No sé quién es ese tipo. – Contestó Úrsula enfadada

–Esto es delicado, muy delicado –Le advirtió Roni con una seguridad y soltura que a Úrsula sólo era capaz de expresarle a través del teléfono– el sujeto acaba de publicar un reportaje sobre Esther en el Observador y a las tres le hará una entrevista en directo a Alberto Infante y créame cuando le digo que este no es un tipo que se deja impresionar por el dinero o la atención pública, no sé porque motivos está haciendo lo que hace, pero es obvio que conoce a esa gente desde ya hace mucho y…




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