Todo estará bien

Capitulo 42

Pese a la inesperada aparición de Walter y sus ventajosas implicaciones en la guerra que estaban batallando, Janneth no se dio por complacida ni les dio respiro a sus enemigos. Haciendo los ajustes oportunos en el camino, continúo adelante con el plan original; y a media tarde del segundo día de su ofensiva, Andrés, antes de su trasmisión en vivo, subió a sus plataformas un breve documental sobre la vida de Alberto en la prisión. En el video, además de describir las terribles deficiencias del penal y el riguroso horario carcelario al que vivían sometidos los convictos, entrevistó a Nicolás Rodríguez y a una media docena de peligrosos presos que dieron fe de lo buena gente que era Alberto y de la dura vida que le tocó sobrellevar en prisión.

–Nunca tuvo problemas con nadie, ni siquiera con Toro loco, y mira que hay que ser un verdadero santo para no tener problemas con ese cabrón. – Afirmó un recluso con expresión astuta, pero a la vez embrutecida por la ausencia de cultura–. Yo no creo que haya matado a su esposa. Yo maté a la mía ¿sabes?: la apuñalé veinte y tres veces–dijo sin remordimiento y hasta con orgullo–. Hay que tener sangre fría para meterle tantas puñaladas a una esposa ¿sabes?, e incluso, hay que tenerla para pegarle un simple tiro, sin embargo, en el caso de Alberto, déjame decirte, las pistolas y los cuchillos salen sobrando, tiene la altura y la contextura suficiente como para ahorcar a una mujer con una sola mano: como a un pollo. Sin embargo, le falta todo lo demás. Él es un buen tipo, un hombre con un aprecio y un respeto muy alto por las mujeres, incluso pienso que si hubiera estado en mi lugar habría perdonado a la zorra de mi mujer, que dios la tenga en el infierno.

–Es un hombre roto–dijo Nicolás–. Amaba a su esposa y lo culparon de su asesinato. Destruyeron su vida, su mundo y después lo encerraron aquí. Cuando lo conocí casi había enloquecido, pero sobrevivió donde otros habrían sucumbido. Claro que es inocente. Lo supe desde la primera vez que lo vi.

–Los homicidios por celos son particularmente violentos–dijo un preso con la seguridad de un experto en el tema–. No se premeditan, no del todo. En el último momento se vuelven siempre muy emocionales y es por eso que son tan cruentos. En el asesinato de la esposa de Alberto no hubo nada de eso.

–Fue un preso modelo–dijo uno de los centinelas de la prisión –, y uno no podía dejar de sentir pena por él. A veces uno lo sorprendía llorando en silencio y entonces te dabas cuenta que era un hombre con un gran dolor consumiéndolo por dentro. Yo creo que cometieron un error con él. Pienso que encerraron a un hombre inocente.

Entre cada entrevista, Andrés expuso el recorrido hecho en la penitenciaría describiendo los aspectos más crueles de esta y cerro recapitulando sobre las negligencias y desaciertos de los responsables del juicio en que lo condenaron. Después del video, la simpatía por Alberto se incrementó exponencialmente entre el público, y Janneth, pudo medirlo a través de la cantidad de gente que se abalanzó a visitar el blog de Justicia para Alberto y en los miles de comentarios de apoyo que dejaron. El documental fue sin duda asertivo y conmovedor, sin embargo, en opinión de Roni, nunca habría alcanzado el éxito que tuvo de no haberlo antecedido la aparición de Walter y sin la noticia de última hora que lo precedió y que empaló a Mendoza y Fellini con una definitiva estocada final.

La publicación del observador fue el epicentro de un terremoto mediático que hizo tambalearse y tumbó a decenas de carreras. Cada quien hizo lo que pudo para poner a salvo la suya. Las personas detrás de los grupos que apoyaron a Úrsula se declararon engañados y se apuraron a pedirle disculpas públicas a Divas. Con menos rapidez reaccionaron los clientes, aliados, empresarios y proveedores de la empresa de moda; algunos (calculada y precavidamente) tardaron días en manifestarse, mientras con otros, las relaciones quedaron muy dañadas o definitivamente rotas. Un ejemplo del primer caso fueron algunos proveedores de materias primas que se sintieron estafados por la manera en que Alberto y Janneth, valiendo de la incertidumbre del momento, se aprovecharon de ellos, y en el segundo caso; Julia, nunca olvidaría el desaire de los dueños del auditorio donde se tenía planificado lanzar la última colección: estando en el momento álgido de las manifestaciones habían rescindido unilateralmente el contrato de arrendamiento, y a última hora, Divas se encontró sin espacios disponibles para las fechas en que se tenía programado el evento y se tuvo que improvisar un espectáculo menos glamoroso en la pasarela de ensayos de la empresa. Sin embargo, lo más destacado de aquel caótico día, en opinión de la mayoría, fue el cinismo con que los abogados de Mendoza y Fellini quisieron sacudirse el bulto asegurando que al igual que los demás involucrados ellos también habían sido engañados por Úrsula y que los cheques de los que se hablaba en el observador, aunque no se creyera, eran donaciones que debieron repartirse entre todos los grupos participantes, pero que en todo caso, no tenían por fin el servir para financiar las protestas, a las cuales, repetían sin ápice de vergüenza, solo les proporcionaban apoyo moral. La reacción de los directivos de los grupos fue casi inmediata al afirmar que desconocían la existencia de aquel dinero y negando haber recibido un solo centavo. Los comunicados, tanto como las mentiras y las medias verdades volaron de un lado a otro y mantuvieron dividido y confundido al público hasta que luego del breve documental sobre la penitenciaría Andrés puso al aire un audio, donde, Úrsula, en el transcurso de una llamada que le hizo a Janneth, la saludaba llamándola cara de culo y procedía prácticamente a extorsionarla. En el transcurso de la conversación y aguijoneada por las puyas de Janneth, Úrsula se burlaba y se reía asegurando que no podría derrotarla, pues ella, contaba con el apoyo incondicional de Mendoza y Fellini: apoyo moral, político y financiero, y como ejemplo; le citaba lo inútiles que estaban resultando los esfuerzos de los abogados por desalojar a los manifestantes.




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