Todo estará bien

Capitulo 56

Lucía un vestido confeccionado con terciopelo negro y de una sola pieza: mangas largas, recatado escote, ceñido de la cintura y, que, discreta, pero provocativamente, terminaba a medio muslo. Lo combinaba con tacones negros, y con un juego de pendientes y collar con incrustaciones de perlas, que Alberto reconoció inmediatamente: habían pertenecido a Leticia. Las Joyas, habían sido un obsequio para conmemorar el día en que esta dio a luz a la que Manuel llamó: la niña más hermosa del mundo.

"y ciertamente, no andaba tan descaminado" pensó Alberto "Si no fuera tan seria y fría; seria perfecta"

Y es que, a pesar de la sencillez con que se había vestido, aquella noche Janneth opacaba incluso a las modelos que se preparaban para desfilar. Lucia literal y arrolladoramente hermosa, aunque desde luego, no era por eso que los reporteros se apelotonaban como tábanos alrededor de ella. A primera hora del día, había aparecido publicado en el espectador (un periodicucho amarillista y cutre) un artículo en primera plana titulado ( con letras grandes y sensacionalistas): "¿Quién es la mujer que ha puesto en Jaqué al Fiscal Fellini y al Juez Mendoza?" abajo, en un subtítulo, se sugería que era: " La fría mujer que tras bambalinas y con puño de hierro  ejercía el poder en Divas" y por último, ocupando casi todo el espacio de la plana, aparecía una foto de Janneth, sin duda sacada de archivo, en la que lucía singularmente bella, pero más seria y grave que un general a punto de dar una orden de fusilamiento. El periodicucho se agotó apenas a media mañana, y al mismo tiempo que los reporteros comenzaron a fastidiar llamando a Divas y pidiendo una entrevista con Janneth, una segunda tirada de periódicos fue puesta en la calle, y las redes sociales explotaron publicando reseñas y anécdotas (algunas veraces, otras no tanto y la mayoría definitivamente falsas) sobre la vida y carrera de Janneth. Fue solo cuestión de horas para que los internautas la convirtieran en tendencia, y para que los fans y los haters se envolvieran en una encarnizada batalla alrededor de sus aparentes virtudes y supuestos defectos. Sin embargo, lo más frustrante para ambos bandos, era que ninguno podía encontrar los perfiles de Janneth en las redes sociales para dedicarle insultos o mensajes de apoyo y aliento; y eso se explicaba:  porque a pesar del medio en que se desenvolvía y de que era bella y adinerada, Janneth no poseía perfiles en redes sociales. El detalle, sin embargo, en lugar de disuadir, exacerbó la imaginación y curiosidad del público, que dio rienda suelta a la invención de teorías que explicaban aspectos que iban desde su soltería y sexualidad hasta su conexión con los asesinos de Úrsula. Nada era más atractivo en la red, que un personaje opaco y misterioso involucrado en eventos opacos y misteriosos.

" y si encima es una mujer bella" pensó Alberto que la observaba a través de una ventana de cristal ahumado desde una de las salas de exhibición para clientes mayoristas ubicada un piso arriba. El evento aún no comenzaba, pero el salón (a pesar de la ausencia de muchos ricos y famosos que aún no confiaban en involucrarse otra vez con Divas) estaba ya casi a tope. Reporteros de revistas especializadas en moda preparaban sus equipos en una tribuna en primera fila especialmente acondicionada para ellos, mientras que los periodistas de farándulas, junto a los presentadores que transmitían o grababan  el evento para diferentes programas de televisión, se movían de un lado a otro solicitando a los invitados más destacados fotografías o un par de palabras para el público que los observaba y para el que también se reseñaba el glamour de las prendas y joyas que los entrevistados lucían esa noche. Los Flashes deslumbraban tanto como las sonrisas actuadas o las alegrías fingidas, sin embargo, desde que se había asomado a observar, Alberto percibió que, disimulada o descaradamente, era Janneth el foco de atención de toda aquella gente y, que esta, no se estaba tomando nada bien su repentina popularidad. En eventos anteriores Janneth había transitado entre la concurrencia como un fantasma, o más bien, como un ejecutivo de segunda categoría. Era la antipática detrás de los balances de la empresa: una mujer linda, de buen gusto, y quizás hasta inteligente, pero totalmente fuera de lugar en un rubro tan mediático y extravagante como el de la alta costura. Por consenso y tradición, (y quizá solo con la excepción de uno que otro banquero) los invitados a los lanzamientos la saludaban por mera cortesía y formalidad, y luego seguían adelante con la duda de si en realidad era hermana de Julia y Eric. Aquella noche, sin embargo, todos parecían interesados en cruzar un par de palabras con ella. Desde donde observaba, Alberto era incapaz de escuchar, pero por la expresión de los rostros de quienes hablaban con ella, podía   imaginarse el tipo de preguntas que le hacían, y las respuestas que esta les daba. Al principio de la noche sin duda comenzó atendiendo a quienes se le acercaban con cortesía y mucho tacto, sin embargo, con el transcurso de la velada se le fue agriando el humor y la paciencia, y Julia había tenido que salir a socorrerla. Ahora, está la sujetaba del brazo con la gentileza y la gracia que distingue a los hermanos menores en aquel tipo de eventos, pero también con una feroz firmeza que le advertía a Janneth que se arrepentiría toda la vida si llegaba a mover, aunque sea una pestaña sin su permiso. Los invitados y reporteros siguieron acercándose con la pretensión de entablar conversaciones casuales de las cuales terminaba haciéndose cargo Julia, mientras Janneth (sintiéndose sin lugar a dudas estúpida) se limitaba a sonreír y a dejarse llevar por su hermana menor.

Alberto se retiró de la ventana y se aproximó al grupo de hombres que conversaban con Manuel y de los que se había separado momentáneamente: era hora de volver a los negocios.




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