En su arrebato de ira Janneth no solo considero con seriedad la opción de abandonar Divas, sino que también redactó su renuncia y la dejó sobre la mesita de la sala varios días sin decidirse a romperla o enviársela a Manuel. Durante el tiempo que duró su indecisión se mantuvo totalmente aislada del mundo que la había traicionado: no leía periódicos, evitaba los noticieros y navegar en la web, no contestaba teléfonos y mataba el tiempo ejercitándose como loca, haciendo largas caminatas, cocinando cuando le daba ganas, pero sobretodo viendo películas, escuchando música y leyendo novelas románticas. Sin embargo, el resentimiento y la frustración eran como dos mastines rabiosos que, por más que se esforzaba, no lograba despistar. A veces, cuando estaba más confiada y distraída, la sorprendían con sus ladridos y le quitaban la paz durante el día, y lo que era aún peor, el sueño durante la noche. Sin embargo, aunque ella lo desconocía, no era la única a la que Raquel tenía lidiando con sentimientos encontrados; de hecho: su presencia en Divas había sido incluso más disruptiva que la de Alberto: al principio nadie supo qué pensar sobre su sorpresiva contratación y su asombroso parecido con Esther, y por lo mismo se abstuvieron de hacer comentarios de uno u otro tipo evitando tomar partidos antes de que las jerarquías más altas definieran sus posturas; y de entre los gerentes de más alto nivel, fue la reacción de Patrick la que más inquietud y curiosidad despertó en el personal de la empresa, aunque tal misterio, no duró tanto como el de Janneth, pues fue escarnecidamente expuesto por la única persona en Divas que tenía clara su opinión sobre Raquel y que no tenía remilgos para expresarla: Lorena Palao.
Ocurrió apenas a la mañana siguiente después de la presentación de Raquel y solo unos minutos después de que Julissa le notificará de que sus servicios ya no serían requeridos por la empresa. Con la arrogancia que la caracterizaba y que la había hecho tan famosa, se había puesto de pie sonriendo desdeñosamente, y dejando con las palabras en la boca a Julissa, abandonó la oficina de está dando un portazo y corrió a meterse a la de Patrick, que avanzaba a través de un montón de reportes como un soldado muy herido arrastrándose a lo largo un demencial campo de batalla: tenía claro su objetivo y sabía cómo llegar a él, pero como si fueran bombas, granadas o metralla, cualquier cosa, pero sobre todo sus propios pensamientos, lo distraían y exasperaban. La intrusión de Lorena en su oficina, que no se anunció ni toco la puerta, y a la que a decir verdad había estado esperando media mañana, no lo sorprendió, pero empeoro el mal genio que se traía, o más justo sería decir que lo enfoco, pues muy en el fondo y aunque jamás lo reconocería, había estado esperando a Lorena para descargar sobre ella toda la frustración que lo consumía.
–¿No te han enseñado a tocar la puerta? ¿Qué quieres? - Gruñó cortante y, advertida que la tarea no sería fácil, Lorena se dirigió a la lujosa silla frente al suntuoso escritorio que la separaba de Patrick, y con estudiada y seductora sumisión, se sentó y le expuso en cuatro palabras, y retorciendo descaradamente la verdad, su versión de lo que estaban haciendo con ella: una injusticia.
–Acaban de correrme, Patrick.
–Nadie te ha corrido–contestó Patrick sin levantar la vista de los papeles que revisaba–, tu renunciaste. Recursos humanos solo anticipó la fecha de tu salida y te pagarán lo que te corresponda. Por eso no tienes que preocuparte.
–¿Y tú vas a permitir eso? – Le reclamo sorprendida y con tono ofendido.
–¿Permitir que? Tu renunciaste–le reprocho Patrick–. ¿Qué esperas que haga?
–Pero es que yo no quiero irme.
–Tuviste semanas para retirar tu renuncia.
–Pero es que dada mi relevancia en la empresa yo esperaba que la consideraran y me llamaran para llegar a un acuerdo.
–¿Un acuerdo? ¿Un acuerdo con mejores condiciones salariales? ¿Deberás te creíste que podías extorsionar a Manuel de esa manera? Bienvenida a la realidad cariño. No puedes traicionar a Divas y luego esperar que Manuel lo pase por alto solo porque crees que eres relevante para la empresa.
–¿Como que solo porque me creo relevante? – espeto ofendida y quitándose la máscara de humilde sumisión– Soy más que relevante, Patrick: soy la imagen de la empresa, no pueden deshacerse de mí, así como así.
–Pues tú pusiste la renuncia, así como así; Manuel y sus secuaces la consideraron y juzgaron que ya no eras necesaria para Divas. Ya no eres la imagen de nada Lorena: muerto el rey viva el rey.
–¿Y tú vas a permitir que me echen? Así nada más. Como un perro.
–Lorena, ¿en qué planeta vives? Manuel trajo al asesino de mi hermana a trabajar a la empresa, corrió a mi madre de la junta directiva, me quitó la dirección del departamento de compras, ¿es que no te has dado cuenta? Ya no tengo la influencia que tenía antes. Debiste haberme consultado antes de poner tu maldita renuncia.
De pronto, y como si de una revelación se hubiera tratado, Lorena pareció comprender la situación en la que se encontraba y lo poco que Patrick podía hacer para ayudarle, sin embargo, el reconocimiento no implica aceptación y mucho menos resignación; su orgullo herido reclamaba venganza y en aquel momento se prometió que la tendría a cualquier costo.
–Será como ustedes quieran entonces– dijo–, pero esta me la van a pagar. Haré tal escándalo al salir de aquí, Patrick, que todo lo que la tal Úrsula les ha hecho les parecerá apenas un chiste.
Editado: 14.02.2024