Pocos minutos después de haber comenzado la película ambos lamentaron que el sofá fuera tan grande. Se habían sentado cada uno en cada esquina y la distancia que los separaba era como un recordatorio del tamaño de la traición y la pérdida de confianza que mediaba entre ellos. Miraban la película en silencio, tal como Janneth había exigido; y de vez en cuando se lanzaban el uno al otro miradas escrutadoras y disimuladas mientras sacaban de los bols que se habían servido palomitas que comían con fingida desgana.
–¿Dónde la conociste? –preguntó por fin Janneth.
–¿Qué? – exclamó Alberto fingiendo no haber escuchado ni estar más pendiente de ella que del frustrado Rick, que, en la pantalla, descubría que Ilsa no llegaría a la estación y que sin explicación alguna lo había abandonado. Era la primera vez la veía vestida tan informal: una licra gris, un top negro, y eso era todo y más que suficiente para distraerlo.
–A Raquel Reis. ¿Dónde la conociste?
–¡haaa, Raquel! Pues, en el sótano de Divas.
–En los parqueos. ¿La conociste en los parqueos de la empresa?
–Fue por pura casualidad. Cosas del destino supongo. Ella me atropelló y después me insultó…
–Te…atropello.
–Sí, pero no como tú piensas. No fue un accidente de automóvil: ella me arrolló al salir del ascensor; iba furiosa, me insultó, pero casi inmediatamente se disculpó y al verla, pues, reconozco que se me fue el alma: por un instante creí que estaba viendo un fantasma. Fue perturbador.
–Pero ¿qué hacía ella en Divas?
–Tenía una cita con Patrick: la cuarta cita en realidad. Pero como en las otras tres la dejo plantada.
–Patrick la conocía entonces.
–Solo por teléfono; y la trataba con la misma grosería que a un vendedor de artículos que no te interesan. Las tres primeras veces la invitó a almuerzos de negocios en restaurantes a los que nunca llegó y en la última ocasión ni siquiera la dejó llegar a su oficina: se encontraba en el ascensor cuando la secretaría de Patrick le llamó para cancelar la cita.
–Él muy imbécil, como siempre.
–Tú lo has dicho. El caso es que Raquel estaba enterada de los problemas que teníamos con los proveedores y se le ocurrió hacernos una oferta de negocios que podía resolver tanto nuestros problemas como los de ella…después que me atropelló y de disculparse– en esta parte su voz adquirió un tono más cauto y sus ojos observaron muy atentos las reacciones de Janneth– nos presentamos; y me explico el porqué de su mal genio; naturalmente tuve que disculparme en nombre de la empresa por las estupideces y malos modales de Patrick; le ofrecí escucharla, pero se negó a volver entrar al edificio
Janneth no dijo nada, parecía concentrada en la película, pero lo estaba escuchando con mucha atención y Alberto interpretó su silencio como una invitación para continuar.
–Al final terminé yendo a su oficina; tuve la oportunidad de hacer un recorrido por su planta y evaluar su capacidad de producción, escuché el trato que nos ofrecía, revisé los números y por Dios Janneth, el negocio era como un milagro caído del cielo. Era imposible decirle que no. ¿Ya revisaste el informe que presente en la junta?
–Sí, si lo hice. Un milagro caído del cielo como tú dices; en cuanto a eso: no tengo nada que objetar; pero ¿era parte de ese plan de negocios que ella se convirtiera en la imagen de Divas?
Alberto estaba a punto de pisar terreno minado, sin embargo, había llegado ya demasiado lejos para andarse con precauciones:
–No– dijo contundente– eso no era parte del plan, esa fue idea mía.
Janneth suspiro con decepción, pero no dijo nada; si la idea hubiera sido de Manuel o Julia sin duda la traición le hubiera dolido menos porque de ellos cabía esperar cualquier cosa, pero de Alberto que vivía atormentado por el fantasma de Esther: era impensable.
–Raquel es modelo– explicó Alberto como justificándose–, desafortunadamente la muerte de su padre la obligó junto con su madre a hacerse cargo de la empresa; su madre, sin embargo, enfermó al poco tiempo de quedar viuda, y Raquel ha estado al frente del negocio desde entonces. Como administradora sin embargo no es tan buena, es una tarea que no disfruta y tampoco le gusta, poco a poco la empresa ha ido cayendo en manos de gerentes mediocres y oportunistas, así que se me ocurrió quitarle esa responsabilidad y proponer como condición para aceptar su oferta dejar la reingeniería de la empresa en manos de Erick. Tu hermano está más que capacitado para ese trabajo, y a cambio le ofrecí la oportunidad de que retomara su carrera como modelo asumiendo la imagen de Divas, de todas maneras, además de los problemas con los proveedores teníamos irresuelto el asunto de Lorena Palao. Me pareció que todas las piezas calzaban para resolver las dos cosas con una sola jugada, y aunque te parezca descabellado me pareció que la estrategia de renovar la imagen de la empresa con una modelo parecida a Esther era algo que conmocionaría al mercado y al público a favor nuestro. Supongo que me atribuí muchas libertades en ese momento, sin embargo, al presentarle ese mismo mediodía el plan a Manuel quedó maravillado. Raquel y las posibilidades que ofrecía eran el cambio de marea que estábamos esperando y Manuel me impuso solo una condición para seguir adelante…
Editado: 14.02.2024