Todo Estara Bien

el pasado 2

No puedo dejar de divagar, estoy rodeada de personas geniales que me hacen reír y sé que yo no estoy presente, no sé qué esperar, han pasado siete años y yo he cambiado, él ha cambiado.

Betty camina hacia a mí y discretamente se acerca a mi oído y me murmura si estoy bien, le doy una sonrisa suficiente, la veo relajarse y me acaricia el cabello, me gustaría creerme a mí misma, pero vuelvo a situarme en esa época de tiempo atrás, en esa última semana y sin querer lo veo, mis ojos buscan los suyos y los encuentra, él me está mirando, quiero concentrarme en mi hamburguesa, pero él es más apetecible, sigue guapo, no, está más guapo, ya no es un adolescente es un hombre apuesto y es alto y guapo y esos ojos, no cambiaron, su mirada, su sonrisa a la distancia se ve tan, oh si es tan guapo.

Nuestra primera cita; estaba tan nervioso y yo tan emocionada, reía por todo, salimos a caminar, comimos helado y hasta correteamos las palomas cerca del muelle, los minutos pasaron y yo caminaba entre nubes como siempre creí que sucedería en mi primera cita con él, era como si el sueño desde los doce años al fin se hicieran realidad, encontró el momento para hablar serio, creo que todo el preámbulo fue que el buscaba que decir o como hacerlo, no tardo mucho para contarme su situación inesperada, por qué continuaría la prepa sin su presencia, a la que tanto me había acostumbrado, me explico que debía volver por asuntos familiares que no se resolvían fácilmente, una de las cosas era que le necesitaban en Londres, viviría con sus abuelos, Javier no iría con él, de hecho sus padres también se quedarían, la mejor opción era que el estudiara allá, no tenía fecha de regreso, cuando se enteró de todo no quiso perder más tiempo y hablar conmigo, confeso que quería invitarme al baile, pero cuando me tenía al frente olvidaba hablar, escucharlo decir que yo le afectaba me resulto muy tierno y agradable, me hizo sentir que siempre tuve razón , que él siempre se fijó en mí. Por supuesto, yo por mi parte le hice notar como me hizo sentir ante su indiferencia por tanto tiempo, mientras le reconocía que también tenía sentimientos a su persona mi cerebro trabajaba a mil por hora, recordándome que ya nada de eso importa ahora, él se iría, por eso me arme de valentía, hice de mi corazón tripas y le hable de nuestra realidad. No importaba si nos gustábamos, ya no importaba si el me veía cuando yo lo veía, simplemente nunca tuvimos un pasado para recordar más que aquellos momentos que compartimos como vecinos, o como casi amigos, como compañeros, como conocidos, nunca habrá en mi memoria un momento donde mi corazón se saliera por el más que este, y ya era muy tarde para tenerlo, no quería precipitar las cosas, no quería confundirme o confundirlo porque ante nuestra realidad no había futuro.

Los siguientes días nos veíamos, aun sabiendo lo que se avecinaba acordamos hacer recuerdos nuevos, hablábamos hasta tarde por teléfono, salíamos a la playa, algunas veces nos acercábamos suficiente a los restaurantes que tenía música y bailábamos, parece un poco tacaño el no entrar a esos lugares, pero teníamos un pequeño inconveniente, no teníamos edad ni un carnet falso, así que debíamos conformarnos, lo que no estaba mal queríamos aprovechar cada instante para conocernos mejor, hasta que llego el fatídico último día.

No dejaba de verme en el espejo, solo deseaba que mi reflejo fuera lo suficientemente agradable quería y necesitaba verme y sentirme perfecta para él, era nuestra última tarde juntos y debía ser increíble e inolvidable.

Mi madre entró en mi habitación antes que él llegara, deseaba hablar conmigo. Sospechaba que yo sentía demasiado y no quería que yo sufriera, me advirtió : "piensa antes de hablar, ve más allá, el corazón y la razón pueden confundir la situación, no digas o hagas algo que te quite la paz , pero sobre todo debes saber esperar", me abrazo y me dejo ahí sola. Toda persona que me conoce sabe que las palabras no se las lleva el viento, se quedan en mi mente y eso de alguna forma me protege de tomar decisiones, y esa vez no fue la excepción

- mañana me iré – dijo al fin de minutos eternos de incomodidad vagando cerca del muelle - sé que no tenemos un mañana, pero quiero saber si mis sentimientos fueron correspondidos - pronuncio cada palabra seriamente, sin pestañear, dejando que sus bellos ojos quedaran en lo más profundo de mi ser, aun así un momento de claridad llego a mí.

- si lo fueron - le respondí sin quitarle la mirada. Me tomo de su mano enredando sus dedos con los míos, llevándola a sus labios. No puedo negar que me estremeció y que mis mejillas tomaron un color rojo intenso - pero, Pablo quiero saber, porque si sentías eso que dices por mí y tan profundo, eso no te impidió conocer y salir con otras chicas, te vi más de una ocasión de la mano y hasta besándote con ellas -no pude ocultar un gesto de desagrado, algo así como arrugando la nariz, - no me mal intérpretes ni lo tomes como un comentario de celos, o posesivo, o reproche, no es nada de eso, solo quiero saber.



#44048 en Novela romántica
#29023 en Otros
#4289 en Humor

En el texto hay: decisiones, amor, amistad

Editado: 26.01.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.