Charles Brown.
¿Nervios? No. Estaba enojado por las estupideces de mi padre y para colmo ahora pretendía que amarrara mi vida a Emma en matrimonio, sería un total idiota si permito que eso pase, de lo único que estoy seguro es de quiero a Sara junto a mí, junto a ella sí que me siento nervioso, me sudan las manos y mi corazón palpitaba como si hubiera corrido una maratón. Cada vez que ella me toca siento un cosquilleo invadir mi cuerpo por completo, mi respiración se altera y que decir de mi... bueno... yo... me mantengo excitado a cada momento. Por Dios esa mujer besa como las ninfas.
Sara es una mujer que siempre ha llamado mi atención. Desde que llegó a la empresa hace tres años, me sentí muy atraído hacia ella, pero mis problemas familiares y las constates discusiones con mi padre hicieron que perdiera mi valor para acercármele y solo me enfoqué en recuperar la empresa que con tanto esfuerzo mi madre había iniciado, porque ella fue quien inició con el negocio de Marketing, su error, colocar todo en una sola bolsa, en la de Edward Brown, mi padre.
En realidad no me siento el hombre adecuado para Sara, ella se merece un alguien sin problemas y dramas familiares, no uno como yo, con deseos de venganza hacia su padre y amargura en su corazón, ella es dulce y angelical, con su larga cabellera rebelde, se ve toda exótica y segura de sí misma, ¡Ah! cuanto quisiera enredar mis dedos en ese cabello, tiene unos hermosos y expresivos ojos, pero más su boca, esa que he podido besar en dos ocasiones, es tan dulce, pero a la vez tan demandante, y que decir de sus pechos, mmm, esos enormes pechos que me gustaría apretar con mis manos. Me pregunto ¿Qué se sentirá estar íntimamente con Sara? Porque en realidad quisiera sentir su cuerpo desnudo, recorrerlo por completo, disfrutarlo, deleitar...
—Señor, señor Brown, la junta, lo esperan en la sala de reuniones.
No pude pronunciar palabra, Sara las robaba todas, así como ha robado mis besos, esos que estaba dispuesto a darle cada vez que los pidiera o los tomara sin permiso.
—Sí, claro la junta. Vamos.
Le hice una señal para que saliera mientras yo la seguía y me deleitaba en ver ese trasero en forma de corazón que me llamaba a tocarlo, quería muchas cosas con esa mujer, quería dejar la empresa y mis propósito de sacar a mi padre de raíz de esta compañía, pero no, no podía perder mi meta, no debía permitir que toda su belleza me desconcentrara.
«Recuerda el compromiso Charles».
Sí, el compromiso, como olvidar que ella estaba a tan solo dos meses de casarse y yo a un mes de contraer nupcias con Emma, debo hacer algo y rápido.
Llegamos a la sala de juntas, allí estaban todos los accionistas, mi padre y Emma, ella era uno de los accionistas principales, pero no mayoritario, pues su padre Emilio Sulivan, le prestó dinero al mío para sacar la empresa de unos apuros en los que mi padre la había metido. Mamá insistió en que me hiciera cargo ya que él la estaba llevando a la quiebra por sus vicios y malos manejos. Así que ese sutil préstamo hizo que mi padre le diera una parte de las acciones, y para colmo, me uniera en compromiso con ella a través de un contrato el cual habían arreglado y legalizado.
Tonto que soy.
Después de exponer los informes financieros, la utilidades obtenidas, presentar los nuevos negocios que hemos logrado en estos 6 meses junto con los que aún mantenemos, mi padre tomó la palabra.
—Felicidades hijo, que bien lo has hecho, como siempre demostrando que eres todo un Brown.
Hipócrita.
El deseo por borrar esa estúpida sonrisa de su rostro me tentaba, pero me mantuve calmado, en realidad mi padre es un hombre impredecible, toda una cajita de sorpresas.
—Como veo que tienes todo bajo control y a flote, quiero aprovechar el momento para presentarles al nuevo inversor de esta compañía.
Cuando escuché sus palabras mi enojo se acrecentó, una vez más estaba buscando la manera de hacerse con algo que no le pertenece.
—Es la familia Tanaka.
Todos los presentes se miraban unos a otros y luego a mí, no sabían nada y en nuestro informe no habíamos presentado nuevos inversionistas.
Sentí como la rabia me subía a la cabeza, no daba crédito a lo que escuchaba intenté buscar la mirada de Sara y terminé mirando el rostro de Emma, quien estaba con una sonrisa de oreja a oreja, por las palabras de mi padre, ella al verme me sonrió con coquetería y yo solo asentí.
Bajé mi mirada, no podía permitir que se dieran cuenta de mi enojo, debía ser inteligente en este momento, pero sin darme cuenta sentí en mi pierna un leve apretón. Llevé mi vista hacia la mano que me sujetaba y era Sara, como pude giré mi rostro y la miré a los ojos, ella me sonrió. Traté de contenerme para no tirarme a sus labios, quería sentirlos nuevamente, hasta que la escuché hablarme en voz muy baja.
—Señor, debe refutar las palabras de su padre. Usted es el gerente general.
La suave voz de Sara mie hizo llevar mi mirada hacia mi padre, que aún seguía hablando.
—Claro que lo haré —le respondí llevando mi mirada hacia ella y la vi haciendo un lindo gestos con sus labios que parecía un puchero englobadito, pues llenaba de aire sus mejillas mientras movía sus hermosos ojos hacia los documentos frente a ella en busca de una respuesta a las impertinencias de mi padre.
#19704 en Novela romántica
amor secetaria jefe, inseguridad amor miedo y, embarazo diferencia de edad
Editado: 27.05.2023